Capítulo 24

1179 Words
ONU observó con vergüenza a Estados Unidos mientras este barría los trozos rotos de su costoso jarrón de colección hindú; ciertamente, él nunca creyó jamás que la causa de la perdida de más de 80 mil dólares sería j***n y su traviesa cola irrealista y peludita. ¿Lo extraño? Lo extraño era que USA no parecía enojado, como si ya hubiese estado preparado para una catástrofe dentro de su casa (aunque se le notaba el dolor interno por su bonito jarrón azul marino). —Gomen'nasai! (¡Lo lamento!) -se apresuró a decir aquella personita asiática realmente adorable—. ¡Qué mala impresión debo estar dando! ¡prometo pagar tu jarrón o reemplazarlo por uno igual, USA! —Déjalo así, no puede reemplazarse. Era un regalo de Australia —comentó Estados Unidos y suspiró pesadamente mientras se escuchaban algunos platos desde la cocina (tal parecía que el resto de los chicos estaban ahí dentro)—. Demonios, era la única cosa que él me ha dado que no tenía nada que ver con lagartos, caimanes o cocodrilos. —Lo siento —lloriqueó el japonés a la vez que sus orejitas felinas se mantenían bajas y gachas en señal de desánimo—; ¿hay algo que pueda hacer? —Hum... —USA se mostró pensativo mientras soltaba la escoba y la dejaba inclinada contra una de las paredes- supongo que si podrías conseguirme algo... —¡Oh, oh! ¿qué cosa? —cuestionó j***n. —Estaba a punto de llamar a mi masajista para que me devuelva mi auto —comenzó a explicar el estadounidense—. La cuestión es que cuando se lo entregué este ya tenía una falla, tengo que cambiar una pieza, creo que podrías conseguírmela original fácilmente. —No hay problema —aseguró el japonés—, sólo dime que marca y modelo es, será sencillo. —Es un Nissan, modelo... —¿USA? —preguntó el ruso desde el piso de arriba interrumpiendo al nombrado—. Anda, ONU ya volvió, con razón no subías. Avisa a la próxima, gringo, creí que te habían asesinado o algo. —¿Y acaso mi muerte no es algo que en realidad te conviene? —cuestionó Estados Unidos con su postura egocéntrica de siempre. —Sí —respondió el chico de ushanka—, pero si alguien más te asesina, no seria tan satisfactorio como yo mismo enterrar un cuchillo en cada separación de tus costillas —sonrió amargamente. —¡Rusia! —dijo ONU a modo de regañina; detestaba que el chico eslavo dijera ese tipo de cosas —Disculpa, yo sólo decía —agregó el ruso mientras volvía a la TV junto con Francia y el canadiense mientras Alemania se acercaba detrás suyo para saber que sucedía. Japón pegó un pequeño salto de emoción al ver al sujeto de camisa formal y corbata bajar por las escaleras. —¡Alemania-chan! —exclamó el chico alzando su mano derecha con entusiasmo— ¡estoy tan feliz de verte! Ha pasado tiempo, ¿no? —Te vi hace dos semanas, j***n —le recordó el alemán con una mueca de aburrimiento. —¡No mientas! ¡fue mucho más tiempo! —chilló el japonés con expresión triste y de la nada se le abalanzó encima al de gafas abrazándole con insistencia—. ¿Es que no me extrañas? Yo te extrañé. Dime que me extrañaste. —Ajá. Te extrañé. —No seas malo, dímelo de verdad. —Te extrañé —repitió el alemán tan inexpresivo como de costumbre mientras se liberaba un poco del abrazo para sacar la mano y así poder acariciar las orejas del chico a******o. Japón ronroneó (si es que los seres humanos son capaces de ello), y luego sonrió felizmente por ese pequeño momentito de afecto. —Suficiente, ya suéltame —exigió Alemania y el japonés se apartó suyo. —Hey, tengo buenas noticias —comenzó a decir el chico de cola gatuna—; ya que yo soy un mega-fan de la serie... ¡tengo acceso por adelantado a la nueva temporada de K-Julien Tops! —¡No bromees! —vociferó el alemán exaltado, pero luego de notar su actitud, este tragó saliva y volvió a su estado gruñón/no me importa nada. —¡No bromeo! Te daré el código de la página, aunque me gustaría que viéramos esta temporada juntos al igual que todas las anteriores —dijo j***n con aire nostálgico. ↠↞ A Bielorrusia se le nubló la mente en cuanto notó todas las patrullas policíacas que rodeaban la casa de su hermano. El chico de abrigo grisáceo bajó del taxi desesperado buscando al dueño de la casa con susto; corrió hasta uno de los oficiales y lo sujetó por los hombros sintiendo mucho pánico. Dios santo, dios santo, ¿qué había pasado? ¿dónde estaba su hermano? ¿por qué habían cintas amarillas por todas partes impidiendo el paso? —¿Qué están haciendo aquí? ¿qué sucede? —preguntó el bielorruso mientras su aliento se veía como una pequeña nube blancuzca a causa del frío; sin embargo, el policía parecía no entenderle ni una palabra—. ¡Ucrania! ¡Ucrania! —lo llamó con la esperanza de verle sonriente entre la gente que chismeaba lo ocurrido. Y así fue, porque pudo ver a lo lejos al ucraniano envuelto en una toalla caliente mientras bebía algo tibio de una taza de barro. —¿Ucrania? Ay, gracias al cielo que estás bien —dijo Bielorrusia acercándose al nombrado para luego abrazarlo aliviado. Lo apachurró con tanta fuerza entre sus brazos que incluso le sacó el aire—. ¿Te duele algo? ¿qué pasó? ¿estás herido? —Hola, Biel. Tranquilo bonito, estoy bien —afirmó el chico de sudadera blanca con dos líneas, una azul y otra amarilla—. Pasó que alguien entró a mi casa por la noche y justamente FBI se enteró del asunto, por eso hay tantas patrullas. —¿Alguien entró? —preguntó el contrario—, ¿pudiste ver como era esta persona? Lamento que te robaran... —No, no fue para robarme —explicó Ucrania con ojos cansados soltando un bostezo gigantesco—, de hecho, ¡ni siquiera me di cuenta de cuando entraron! Yo simplemente me acosté a dormir cerca de las diez y media, y luego, cuando me desperté, todo el techo estaba cubierto de pegamento y semillas de mostaza. Bielorrusia frunció el ceño confundido. —¿Qué? ¿semillas de qué? —cuestionó sin entender, ¿acaso había escuchado mal? —Semillas de mostaza —repitió el ucraniano—. Estaban por todas partes: en el baño, mi habitación, el salón, la pieza de estudio, ¡toda la casa! —contó—. Trate de decirle a FBI que seguramente era tan sólo una broma adolescente, pero no me escuchó y trajo a todo este personal. —Qué extraño... ¿quién haría algo así? —preguntó el bielorruso desconcertado. —No lo sé —respondió Ucrania—, pero es curioso, ¿no?
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