Capítulo 20

913 Words
USA tomó un cúter de uno de los cajones de su cocina (en donde también guardaba cuchillos, navajas y tijeras) y luego sin mucho esfuerzo sujetó la caja de cartón que ONU había bajado de su auto para cortar la cinta adhesiva que la cerraba. Cortó la cinta plástica sobrante y con una mueca de curiosidad miró lo que había dentro de la caja. Muñequitos; tan adorables y de peluche que daban ganas de coleccionarlos y revenderlos en una comic-con. —¿Tú dices... —empezó a decir el estadounidense— que estas mierdas son peligrosas? —Sí —respondió ONU con firmeza—. Ni siquiera los toqué para meterlos en la caja —dijo—, usé guantes de látex. —¿Guantes? —USA se mostró divertido y estiró su mano al fondo de la caja sacando una de aquellas bolitas de tela—, entonces supongo que yo no debería estar manoseando esto, ¿huh? —preguntó. —¡HEY! —chilló el ruso al notar que el muñeco que USA sujetaba llevaba los colores de su cara—, ¡Hey, bastardo! ¡si vas a hacer pruebas experimentales con estas malditas cosas entonces toma la que sea tuya! —gritó. Estados Unidos se giró en su dirección, le lanzó una mirada venenosa y apretó el muñeco al igual que una pelota anti-estrés; la presionó con tanta, pero tanta fuerza, que el relleno de arroz casi se escapa de las costuras. —¡¿Qué tal si me matas, imbécil?! —vociferó el ruso. —Uy, eso estaría de lujo —dijo el norteamericano de 50 estrellas sonriendo con malicia—. ¡Por favor! ¡estas cosas no son reales! —insistió lanzando hacia arriba el muñeco para luego atajarlo una y otra vez hasta que finalmente lo devolvió a la caja. —¿Por qué tienes que ser tan terco, USA? —preguntó ONU— Fuera, fuera —le dijo espantándolo como a un gato—, yo los reparto, tú eres terrible. —Nunca existieron pruebas de que estos bichos de verdad funcionaban —dijo el chico de lentes de sol—, tampoco existen pruebas ahora y nunca existirán. —Tampoco tienes pruebas de lo contrario, ¡ese es el punto! —le regañó ONU mientras sacaba de su bolsillo un sobre de papel con guantes de látex. —Si tengo pruebas —se defendió el estadounidense—; aplasté el muñeco de Rusia y su cabeza no hizo «pop». El ruso jadeó ofendido. —¡Eres una rata repugnante e insensible! —gruñó el chico de ushanka arrugando la nariz. —Iris ini riti ripigninti i insinsibli —se burló USA. —¡Basta! —gritó ONU en dirección a ambos chicos—, ¡este no es el momento! —dijo con toda sinceridad mientras hundía su mano al fondo de la caja. El primer 'muñeco vudú' que este sacó de entre todos los que habían, fue el del polaco. Polonia observó fijamente lo que llevaba entre sus manos; algo pequeño, como de peluche, algo que con tan sólo tocarlo le causó el más fuerte y aterrador de los escalofríos que podía sufrir un ser humano. Y por primera vez, luego de muchos años de 'felicidad' momentánea, aquél escalofrío no le pareció bueno, ni mucho menos de buena suerte, sino todo lo contrario. El mexicano se rascó la nariz torpemente y recibió su propio muñeco poco después; eso seguido de Canadá, Alemania, Rusia, Argentina, Venezuela y Francia, quienes estaban un poco distraídos. Por último pero no menos importante, ONU le entregó su muñeco correspondiente a Estados Unidos. —De verdad les pido que cuiden bien de ellos —ONU carraspeó antes de continuar—, creo que leí algo en un viejo libro que decía que los efectos de estos muñecos son tardíos, pero jamás poco efectivos. —¿Qué clase de libro? —preguntó el alemán mostrándose curioso— Nunca creí que tuvieras acceso a información de objetos ilegales —comentó. México observando la escena sin prestarle demasiada atención a la conversación, fijo su mirada en el muñeco del alemán. Se quedó ahí con la vista fija en eso mientras Rusia y USA se hacían señas de odio como sacarse el dedo medio o hacer muecas de «voy a matarte». Hasta que por un segundo... abrió los ojos como platos dándose cuenta de algo con importancia. —A-Alemania —le llamó el mexicano con voz quebrada y este se giró a verle—, ¿cómo eran tus lentes antes de que se te perdieran en el sótano de la casa? —¿Eh? —el alemán le miró extrañado— Eran cuadrados, ¿por qué? México tragó saliva mientras todos los presentes le veían con atención. —Porque... tu muñeco tiene lentes redondos, como los que te compraste después, no cuadrados —dijo el latino con mito de 'mariachi'. —Maldición... —balbuceó Venezuela. —¿Y qué con eso? —preguntó Canadá sin comprender a lo que se refería el mexicano. —Si Alemania tenía lentes cuadrados... ¿por qué el muñeco tiene los lentes parecidos a los nuevos? —cuestionó Argentina. —¿Están insinuando que la persona que puso la bomba cambió los lentes del muñeco? —preguntó USA. México negó con la cabeza y continuó hablando: —Yo creo que el muñeco tenía los lentes nuevos mucho antes de que Alemania los comprara —dijo.  
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