Capítulo 05

944 Words
Argentina giró su cabeza hacia la derecha y alumbró con la linterna del celular de Alemania al grupo de chicos que se acercaba a él. Suspiró aliviado al verlos esquivando y empujando las cajas polvorientas de madera que lo rodeaban; sinceramente no entendía porqué habían tantas cosas guardadas en una casa desalojada, pero supuso que eran cosas sin importancia de los dueños anteriores, lo cual probablemente había ocurrido hace muchos años. —¿Y Rusia? —preguntó el argentino mientras Venezuela le devolvía el teléfono a México. —Se quedó arriba —respondió el mexicano guardando el móvil en su bolsillo y luego se acercó al chico dispuesto a ayudarle.  Definitivamente esa había sido una caída fuerte, y no había duda de que su muñeca estaba fracturada. —¿Por qué? —cuestionó el chico con un sol. —¡Yu-ju! Aquí arriba —llamó la atención el ruso desde el primer piso asomándose por el hueco de las escaleras rotas—; resulta que soy muy grande para bajar, los escalones se iban a romper en cuanto pisé las escaleras no más un poquitito.  —Imagínate que todos nos quedáramos aquí abajo sin señal: soportándonos hasta morir de hambre y de fastidio repugnante —comentó Alemania con voz aterradora y una sonrisa de dientes afilados. —¿Qué no es lo mismo que estábamos haciendo arriba? —preguntó Venezuela alzando una ceja con los ojos entrecerrados. —Hola, persona guapa con la mano rota acá —dijo Argentina intentando recordarles a todos la razón por la que estaban ahí. —No seas llorón —lo calló USA mientras husmeaba las cajas que podía abrir sin mucho esfuerzo—. Hmm, son documentos... ew, tienen cucarachas muertas. —¿Documentos? —preguntó Rusia y ya se le notaba que desearía estar abajo averiguando a mayor velocidad que Estados Unidos— ¡Eh, deja eso quieto, no es tuyo! —¡Tuyo tampoco! —contraatacó el chico de 50 estrellas. —ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA TE LO ADVIERTO. —Ju, ju, ju, demándame —rio el norteamericano mientras sacaba un papel amarillento de una de las carpetas y comenzaba a leer detenidamente—. 'Clasificado' 'Constancia electoral de...' Uh, qué interesante. —¡TE VOY A COLGAR DEL TECHO! —amenazó el ruso gruñendo como perro rabioso mientras pensaba seriamente en lo que acababa de decir. El mexicano se acercó sigilosamente al hombro de Estados Unidos y se asomó por sobre este no pudiendo aguantar la curiosidad por mucho más tiempo. Qué estafa tan decepcionante; USA no hacía más que provocar al nórdico, esos papeles no decían nada interesante realmente, o eso creía él porque al parecer los papeles estaban en c***o. Y México estaba muy seguro de que USA no sabía c***o. —Vergación, dejen de estar manguareando y vamos a sacar al chamo este de aquí, lo que hablan es chicha, con todo el tiempo que hemos perdido en sus marisqueras me pude haber ido a pie hasta Caracas y volver con tres postgrados —se quejó el venezolano. México asintió estando de acuerdo. Se giró en dirección a las escaleras y vio como Argentina pasaba delante suyo con una mueca adolorida llevando la linterna, y es que parecía que no quería dársela a nadie, pero bueno. ¡Beep! Alemania se dio la vuelta confundido llevando su mirada a todos lados; ¿y ese ruido? —Ay, ay, mierda —soltó el argentino. —¿Qué pasó? —le preguntó Venezuela al escucharlo quejarse casi al mismo tiempo que México le veía preocupado. —Ah nada... —comenzó a responder Argentina. Alemania caminó un poco más lejos del grupo y frunció el ceño haciendo un esfuerzo por ver a través de toda la basura que había allá abajo. ¡Beep! —¿Sabes cuando te caes muy fuerte y te comienza a doler acá atrás? —terminó de decir el argentino llevándose su mano sana a la espalda baja—, eso es lo que tengo. USA devolvió las hojas que había estado revisando y giró su vista hacia atrás. Observó al alemán moviendo de un lado a otro varias cajas de madera, de cartón, de lo que fuese. —Ah, eso es el coxis —dijo el venezolano—. Cuando estaba carajito siempre me andaba quejando de eso porque siempre me andaba cayendo de las matas de mango. —Es que tus habilidades para escalar son las misma que las de un león marino —México comenzó a reírse. ¡Beep! —¿Escuchaste eso? —le preguntó Estados Unidos a Alemania mientras los latinos no estaban ni pendiente de lo que pasaba por andar hablando de tonterías. —Shhh —lo chitó el alemán prestando suma atención. Parecía un gato a punto de atrapar a una rata escurridiza, con la mirada fija y la cabeza bien puesta sobre los hombros. —¿Van a subir o qué? —preguntó México viendo al par de chicos que se quedaron atrás—, ¿qué están haciendo? ¡Beep! —¿Qué es eso? —Argentina frunció el ceño. —¿Oyeron? —cuestionó USA y alzó la vista al agujero de arriba buscando a Rusia con la miraba, pero el chico de gorro ya se había ido de ahí hace rato. ¡Beep! —Me estoy poniendo nervioso... —murmuró Venezuela con aire desconfiado. —Suena como una alarma, ¿no? —preguntó Alemania. —Más bien como un despertador de segunda mano —opinó USA. México se acercó un poco a Alemania, aunque seguía manteniendo una distancia razonable debido a que no le parecía normal que algo electrónico estuviese encendido ahí abajo. Quiso prestar tanta atención como él, y lo intentó. ¡Beep! —¡Es la de arriba! —dijo Argentina señalando una caja que tenía pequeños espacios por donde se podía ver que había dentro—, ¿no vieron? —¡Yo sí! Es una luz roja —afirmó Venezuela. Alemania dio dos pasos hacia atrás y observó arriba con cautela. ¡Beep! Y al fin logró verla. El alemán se subió sobre una de las cajas para poder alcanzar la que estaba arriba y maldijo en su mente por tener que hacer algo así por culpa de su estatura, pero no le quedaba más nada que hacer. Hizo presión en la tapa de la caja y usó todas sus fuerzas para abrirla cuanto antes hasta que la madera tronó y se despegó del resto de la caja; la quitó de encima sin dudarlo y dejó caer la tapa al suelo creando un eco en el sótano. Lo primero que pudo ver fue algo que parecía una gran batería con un reloj que mostraba sus números con una llamativa luz roja. 1460:26:02
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