Desperté por el olor a comida que inundaba mis fosas nasales. Me aseé, me vestí y me dispuse a bajar a la cocina para ir en busca algo de comer. Descendí las escaleras y recorrí el pasillo que llevaba hasta la puerta de la cocina, —Buenas tardes, señora Walker ¿Qué se le ofrece? —preguntó el cocinero, limpiándose las manos en un trapo. —Lo que tenga disponible— sonreí. —Por supuesto—respondió, me entrego un plato con una deliciosa carne asada con verduras—. Buen provecho —dijo, volviendo a sus quehaceres. —Gracias—agradecí. Me senté allí mismo y comencé a comerla mientras lo observaba trabajar. Al principio Marcos, el cocinero, me miró asombrado—.¿Le molesta que me quede aquí a comer? —pregunté preocupada. No quería importunar. Tardó unos segundos es contestar. —No, no señora, pero