—Ella no nos puede hacer eso—dice Helen cruzada de brazos.
—No me iré—dice jazmín sentándose en una sillita acolchada al lado de Helen, en una terraza espaciosa.
—Yo tampoco—comenta Samuel.
—Yo siempre voy y vuelvo—dice Astaroth subiendo los hombros. Alistark suspira.
—Quizá ella sienta que nos está cargando—menciona Shanelly.
—Tu cállate—señala Helen—tú no te tienes que ir, ella te hizo su mensajera, vives aquí, con muchos lujos—comenta cruzada de brazos. Shanelly se saca la lengua.
—Esperamos no estar interrumpiendo nada—habla una voz que hace que Shanelly se ponga rápida.
— ¡JAIRO!—grita y salta sobre él y lo besa.
Otra voz carraspea haciendo sonreír a Jazmín. Era Alexander, su mate. Se acerca a ella y la besa.
—No estamos aquí para aguantar gorro—dice Helen.
—Estás muy gruñona—comenta Samuel.
—Chicos, tengo que irme—habla Alistark despidiéndose.
—Nos veremos en otra ocasión chicos—dice Astaroth—voy vengo cuando me apetezca, pero ahora tengo más responsabilidades, recuerden que mi familia no está en la alianza del rey tártaro y se nos trata con desdén, aunque sea de una familia de alto rango—dice explicándose y despidiéndose igual. Los demás asienten y lo ven desvanecerse.
—No pienso irme de aquí, Daniela que se joda—comenta Helen.
—Mi chico y yo nos vamos—añade Shanelly—piensen bien en lo que harán, nos vemos—dice llevándose a su pareja arrastras.
Jazmín suspira y le explica a Alexander lo que ocurre.
—Quizá sienta que le está privando de la libertad—dice.
— ¿Libertad de qué?—pregunta Helen. —No es como si tuviéramos algo más importante que hacer fuera ¿o sí?—pregunta.
—Bueno... —habla Jazmín—me hace falta mi casa—dice y baja la mirada.
—Pues vete—escupe Helen.
Samuel se levanta y le tiende la mano a Helen. —Nosotros haremos las maletas para irnos, si nos necesita vendremos—dice.
Helen lo mira mal— ¿en serio?—pregunta. El asiente y sale del lugar junto con ella que empieza una disputa.
Alexander mira a Jazmín— ¿Tu que harás?—pregunta.
—Me iré—dice parándose.
Los tres chicos se encontraban en sus habitaciones haciendo sus maletas para marcharse.
Quizá todo se quebrantó o tal vez no.
En la salida del palacio los tres muchachos se encontraron. Jazmín agarrada de la mano de su pareja, ve a Helen con una sonrisa forzada.
—Nos iremos también—comenta Helen. Da media vuelta para mirar el enorme palacio.
—Se dará cuenta de que nos necesita más de lo que ella cree—habla Jazmín.
—Y para ese entonces, que reaccione, volveremos—dice Samuel y los demás asienten.
Caminan por el pueblo que ya empieza a tener forma, muchas personas por aquí y por allá. Más remodelaciones, niños corriendo, tiendas... Todo está tomando color.
— ¿Te irás a vivir con tu mate?—pregunta Helen. Jazmín asiente algo tímida—procura que no te preñe aún—dice y ella se pone roja negando.
Los cuatro toman caminos diferentes, mirando por última vez el castillo que ahora se ve difuso por una pequeña neblina. Toman carruajes diferentes para llegar a las afueras donde la magia no es problema al usarse.
—A las afueras por favor—pide Samuel subiéndose después de Helen. Se sienta en la ventana y se pone a observar todo con detenimiento, como si tratara de crear una foto permanente del lugar.
Otro carruaje pasa muy cerca de ellos, en dirección contraria, a la misma velocidad. Samuel ve dentro de la ventanilla del otro vehículo a una chica encapuchada, con ojos amarillos y pupila de línea vertical.
Todo fue fugaz. Una preocupación invadió el cuerpo de Samuel. Helen toma su mano y sonríe, él se calma.
La vaga pregunta rondaba por su mente, ¿debí de irme?
*
—Tengo que priorizar mis tareas—por décima vez Daniela mencionaba eso—primero, dar seguimiento a las construcciones del pueblo, después verificar las familias nuevas que entraron, clasificaciones por criaturas—dice ordenando un papeleo—... Leer cartas de las manadas, invitaciones, ofertas—suelta un resoplo—Luego... Luego... Bueno luego será lo que me recuerde—dice.
La puerta suena y después de un 'adelante' es abierta.
—Su majestad tiene una visita—dice un guardia haciendo reverencia.
—Sí, gracias, pero ahora estoy ocupada—dice revisando gros papeles.
—Mi reina—habla una voz femenina. Daniela levanta la cabeza y varios mechones rebeldes caen en su cara. —Es un placer conocerla—dice haciendo una reverencia.
Daniela asiente y vuelve al papeleo—Toma asiento por favor—dice y la joven obedece. El guardia sale saliendo una última reverencia.
—Vengo a que me dé trabajo, sirviéndole—dice firme y segura la chica.
Daniela se queda perpleja— ¿Disculpa?—pregunta.
—Hay rumores en mi reino diciendo que la mismísima diosa luna necesita personas que trabajen cerca de ella y para mí sería un honor—dice y sonríe.
Daniela deja el papeleo y se sienta— ¿De dónde vienes?—pregunta.
—Del reino del Dios sol—dice.
Maldito Alistark. —¿Qué edad tienes? Por favor, quítate la capucha—pide.
La joven cede ante la reina. La piel de la chica es anaranjada, ojos de gato color amarillo, pelo rojizo lacio por encima de los hombros, era delgada, y toda su ropa era color vino.
—Tengo 16—dice sonriente.
— ¿Y quieres trabajar?—pregunta y ella asiente eufórica.
—Si—dice.
— ¿Qué eres? ¿Y por qué tu color de piel?—pregunta curiosa.
—Soy un gato, en todo el sentido de la palabra, mi color de piel es por vivir en el reino del Dios sol, por eso mi tonalidad—contesta.
— ¿Para qué eres buena? Y ¿cuál es tu nombre?—pregunta.
—Hago muchas cosas, puedo servir de espía por mi agilidad de gato, secretaria, guerrera, tomar notas, apuntes, mensajera... —dice—Mi nombre es Karen—añade.
—Ya tengo una mensajera—habla la diosa.
—Guardaespaldas—añade.
Daniela asiente. Ella es multifacética. —Lo voy a pensar—comenta sonriendo.
Ella asiente entusiasmada.
—Puedes volver a casa, yo te avisaré en una carta si te acepto o no—dice y ella aún mantenía el entusiasmo.
—Claro que sí, nos vemos, fue un placer—dijo parándose y marchándose.
Se levanta del lugar y se dirige a una de las salas de estar, que está amueblado a la perfección.
Se sienta en un mueble que se hunde con tu peso y resopla.
—Es hora de mandar a cada quien a hacer algo—dice parándose y buscando la salida del lugar.
Reúne a varios guardias.
—Necesito tres hombres capacitados para una tarea—menciona y seis salen al frente—bien, los dividiré son varias tareas—dice y se acomoda la bufanda.—ustedes tres irán a supervisar las instalaciones del ala este y anotar todo lo que consideren importante, uno de ustedes anotará los pequeños detalles—dice entregándoles cuadernos y lapiceros—pondrán en la portada, instalaciones del ala Este—les indica y estos se van—Ustedes tres, revisaran el ala oeste y harán lo mismo que los otros—comenta entregándole lo mismo.—otros tres irán al ala norte y otros tres al ala sur—dice entregándoles más cuadernos.
— ¿Y nosotros que hacemos mi reina?—pregunta uno de ellos.
—Necesito cinco de ustedes para que me hagan un censo de personas que se encuentran en la manada, solo habitantes, sin contarlos a ustedes los guardias ni a nadie del palacio, otros cinco se encargarán de hacer un censo por criaturas y otros seis de edades—explica. —los guardias que queden, pueden ayudar si gustan—dice y todos salen a sus tareas.
Daniela suspira y se dirige hacia la biblioteca, tendría que investigar sobre esas piedras. Mira el anillo que tiene, como olvidar que el Jaguar violeta yacía dentro de ese anillo dormido.
Ella aún no sabía controlar sus poderes, apenas y su apariencia física cambió. Su pelo blanco por la cintura y sus ojos azules neón. Aún ella no sabía todo lo que podía hacer.
“Ad'lena”
“Ad'lena”
Una voz la hizo parar, miraba por todos lados pero nada.
“Sigue para la biblioteca, hay algo que quiero mostrarte”
Otra vez, esa voz guiándola... ¿Debería o no debería ir?