–Oh cielos –pensó en su cabeza. Estaba perdiendo indiscutiblemente. –Te ves nerviosa, Woods. Maldición, solo parecía estarla torturando. Intentaba en vano, verse totalmente serena. Y había ejecutado varias chuzas, pero el punto es que… ¡Él no había fallado ninguna! Echó un bufido, cuando lo vio ejecutar otra de manera excepcional ¿Por qué hasta jugando al boliche era sexy? Tenía una técnica estupenda, los músculos de sus piernas solo se apreciaban más claramente cuando realizaba su tiro. Su estómago estaba hecho un maldito nudo. Las manos le sudaban a mares, y eso solo le dificultaba sostener la bola con el debido cuidado. –Podemos detenernos, si quieres –aseguró el atractivo hombre. Su angelical rostro se iluminó, sus ojos verdes parecían hermosos luceros. –Solo ríndete de una vez –e