Pov Alexia
días después.
Felipe, mira a su hermana un poco confundido al verla cojear. ¿eso sería obra de su padrastro?
se preguntó por qué No había escuchado ningún ruido A diferencia de sus hermanos menores él no podía dormir con tranquilidad, sus sueños estaban llenos de miedos y pesadillas, tenía miedo de aquel hombre, tenía miedo de perder a la única persona que se preocupaba por él y sus hermanos en las manos de su padrastro. Y sentía mucha impotencia por no poder hacer nada, ni como poder ayudar.
alexia camino con dificultad aquella mañana, y más con su niña en brazos. Pues si la llevaba caminando con sus pequeños piececitos perderían más tiempo, era tan pequeña.
habían pasado varios días desde el último enfrentamiento con su padrastro, hasta la noche anterior, si bien esa noche no la golpeo, pero si era el culpable de su cojera.
Él hombre como de costumbre había llegado borracho, y este al querer tomar el poco dinero que le quedaba, este la empujó con fuerza haciéndola caer al piso y de tal forma que se había torcido su pie, además se había ganado un golpe que fue recibido en la espalda con la esquina de la mesa. y como ella lo había desafiado, aquello había desatado la furia de John.
Pero al final, de nada le valió proteger lo poco que tenía ya que termino sin dinero y con un buen golpe. Aquello significaba que tendría que buscar dinero prestado para llegar al fin de mes.
gracias a dios ninguno de los niños se percató de lo que había sucedido, después de todo, se había quedado un rato en el suelo sin poder moverse por el dolor.
al llegar a la empresa todos la miraban con curiosidad por su cojera muy notoria y dolorosa a simple vista.
afortunadamente nadie le hizo preguntas y de todas maneras ella no hubiera contestado a ninguna. pero al entrar al elevador supo que la poca suerte que tenia se esfumaría ya que en la caja metálica se encontró con Isabella Marín.
-Ahora coja, lo que te faltaba- me dice con maldad. Mirándome como un bicho raro de arriba abajo.
-No es de tu incumbencia, métete en tus cosas. - le digo con un poco de enojo.
. - Sabes hay rumores que nuestro jefecito está pensando en botarte, por qué está cansado de ti. - agregó con malicia.
rumores claro, tú eres la que propaga todo. Al fin de cuentas te pasas viviendo metida en la vida de todos aquí.
. - pero si es verdad, no estas para nada calificada para este tipo de trabajo. pero no te preocupes, pronto terminara todo. - dijo Isabella.
en su cabeza ella quería seducir al jefe y lo tendría justo como quería.
y tu si lo tienes verdad. - pregunto con gracia.
. - Si, y pronto tomaré tu lugar. Además, no te has fijado en las miradas que tu jefe me da cuando paso por su lado. sé que le gusto se le nota.
me alegro por ti, felicidades. -digo con ironía y un poco molesta.
justo cuando Isabella iba a responderle un piso más se hace un silencio, porque El ascensor se detuvo en el segundo piso y justamente de quien hablaban entro en el ascensor.
-Buenos días- su voz sonó seria como todo en él.
yo respondo casi en un susurró.
-Buenos días, señor- respondió Isabella muy coqueta, con una sonrisa seductora.
Era una víbora, pensó Olivia. Pero era muy hermosa y no le extrañaba que el jefe se fijara en ella.
era alta, con curvas y siempre estaba bien vestida y arreglada desde el sedoso pelo n***o hasta la punta de los pies.
En cambio ella era bajita, delgada y sin gracia. Además, no tenía dinero para comprar ropa nueva. Lo mas decente lo recogía de la parroquia cercana que sabía de su situación.
Isabella estableció una conversación con su jefe, aunque este sólo contestaba con sí o no. Después que está se quedará en su planta de trabajo, el ascensor quedó en silencio.
Al llegar a la última planta, cuando las puertas se abrieron él le invito a salir primero.
Su jefe el cual se percató de su cojera la miro y pregunto:
- ¿Qué le ha sucedido? – pregunta con curiosidad.
- Nada, ha sido una idiotez mía-dijo rápidamente.
-A ese paso su estupidez le matara- me dice mirándome de arriba a abajo. Ella se encogió ante su mirada y él frunció el ceño. agradecía que su jefe al menos no solía gritarle, era un hombre duro sí, pero no levantaba la voz, al menos aún no lo había hecho.
Aquel día estaba muy nerviosa, era uno de esos días en los cuales le asustaba hasta su sombra. Tenía que controlar sus miedos, pero no siempre era posible.
Aquel hombre no tenía idea del infierno que vivía.
Pov Dimitri.
lo que me faltaba. Que me temiera. La miro con enojo y me alejo de ella.
antes de decirle algo de lo cual luego se pudiera arrepentir. No era un delincuente, no iba hacerle daño. Eso le hizo pensar en algo que no le gustó.
Con la vista baja, miró sus manos, las cuales apretaba una a la otra con fuerza.
Aquello le había dolido, pero para que iba a negar, se notaba tan nerviosa cada vez más, que cada vez cometía más y más errores. solían caérsele las cosas de la mano con facilidad, le costaba concentrarse, se asustaba si alguien levantaba la voz.
Dimitri entro a su oficina y trato de no pensar en aquella chica de aspecto frágil.
Hizo una llamada a su nueva ayudante, había optado por buscar otra persona que se encargara de los asuntos más serios pues no confiaba en la chica para hacerse cargo de eso, las experiencias previas le habían demostrado que no podía confiar en ella.
No es que tuviera algo contra la joven, pero le gustaban las personas responsables.
Aquella chica no estaba lista para el cargo que tenía y él no pensaba seguir aguantando aquella situación.
sabía que tenía razón, le había aguantado muchos errores. Y por más que le gustara, él no podría tranzar con sus conceptos en el trabajo.
Él se preparó mentalmente para lo que venía, trato de pensar en algunas cosas buenas de aquel momento y si, había tenido buenos momentos al principio, pero eso duró la nada misma.