Capítulo 4

1395 Words
Pov Alexia. Al ingresar a la empresa, por el sector de la guardería Josefa, la cuidadora de los niños, la miró con extrañeza, ya que, aunque trato de disimular sus golpes, para una profesional en descubrir el maltrato, la miro y sintió un poco de pena más no dijo nada. La saludo como de costumbre y se hizo cargo de la niña, aunque aquel día se le hacía difícil dejar a la niña, pues esta se negaba a quedarse allí. La noche anterior, cuando al fin había podido entrar a la habitación, había encontrado a la niña llorando y con sus hermosos ojos llenos de miedo. Cuando por fin pudo retirarse, estaba en el elevador. Su jefe se le vino a la mente, pensó que a pesar de su mal carácter. Tenía buen corazón, al menos eso le gustaba pensar. Aunque ese pensamiento no le quitaba el miedo que le generaba, - bueno la gran mayoría de los hombres que se le acercaban. - era un hombre grande de dos metros de altura y se ve tan fuerte como una roca, los rumores decían que había estado en el ejército o que era de la mafia y cosas así. Pero al final del día solamente eran rumores, y la empresa era una fábrica de rumores sobre el jefe. Llegó y se puso manos a la obra, debía dejar de pensar por unas horas sobre su maldita vida, y tratar de no perder su sustento. Cuando el jefe llegó ya estaba en mi puesto de trabajo. Me saludo como de costumbre frío y cortante, pero a diferencia aquel día se detuvo un poco y me observó fijamente. No obstante, no dijo nada. Ella suspiro de alivio, al menos no me había mirado feo y fruncido el ceño, pensó. Trataba de hacer lo mejor en mi trabajo, de verdad lo hacía, era el único sustento que tenía para mantener a sus hermanos y a pesar de los reproches de su jefe, no me he desplomado cada vez que él le reprochaba por algo mal hecho. En mi vida no he tenido un momento de paz, su jefe era un hombre frío y antipático, la mayor parte del tiempo me miraba con el ceño fruncido y con frialdad, hasta con asco diría yo como si yo fuese la causa de todas sus desgracias. Y, por otra parte, en casa tenía a ese monstruo en mi vida. Pov Dimitri. Entro a mi oficina y todo está listo y preparado, al menos eso pensaba. La única razón por la que aún estaba en su empresa aquella joven fue por su padre, al principio había valido la pena, pero en los últimos meses no podía pensar igual. La chica era un desastre caminante, una vez le había pedido archivar unos papeles y está había terminado perdiéndolos. Eso es lo de menos a cualquiera le puede pasar, hasta a mí me ha pasado, pero sus partes nobles aún recordaban el día que le había derramado un café caliente encima. Y si había veces perdía la calma y aunque le hablará con frialdad jamás le levantaba la voz. Era una joven la cual me desespera y su distracción lo volvían loco. Dimitri es un hombre de muy, pero muy, buen físico y una mente muy ágil. Era la clase de hombre que era mejor tener de lejos, y nunca como enemigo. Cuando dio un vistazo por su escritorio se dio cuenta de que no todo estaba bien, suspiro al no ver el periódico por ningún lado. ¿Dónde estaba el maldito periódico? Se preguntó. Salió de la oficina y se encontró con que su secretaria, nuevamente se encuentra en Marte, está no lo notó, cuando se acercó. — ¿Se puede saber dónde está el bendito periódico? — El periódico —repite como si se burlara de mí. Sabe, a veces me pregunto si usted es tonta de nacimiento o solo se hace. -gruñó con aburrimiento. Ella solo baja su mirada, y en ese momento veo que me excedí con mi comentario. Aunque era chistoso, porque ella nunca me respondía. —Enseguida lo traigo, señor. — me respondió. Él la miró con poca gracia antes de entrar a su oficina, viendo como corría por el pasillo cuando noto una pequeña cojera. Cuando termino de ingresar dio un portazo que resonó por todas partes. A los minutos después tenía el periódico ya en sus manos y leía la sección de economía. Minutos después antes de terminar lo que estaba haciendo nuevamente su secretaria se coló en sus pensamientos, esa chica es tan extraña, hoy por ejemplo está tan maquillada, que me atrevería a decir que tiene un kilo de maquillaje en su rostro lo cual es realmente innecesario porque no lo necesita, ella es muy bella. Me respondo a mis pensamientos en voz alta. . — que te importa Dimitri, ella no es tu asunto. Tienes cosas más importantes en las cuales pensar, no en ella. Pero ¿Por qué, le llamaba tanto la atención? ¿Por qué la deseaba de sobremanera? Salgo de mis pensamientos. Y la llamo por el intercomunicador y al tercer tono corto y me levanto hecho una furia, Aquella bendita mujer nunca contesta el maldito teléfono, a lo mejor tendré que colgárselo en su cuello. Salgó de mi oficina con un montón de palabras en mente que me muero por decirle. Más me cayo. —A mi oficina— ladro. Al salir ella estaba tomando agua y yo al hablarle golpeado da un respingo al verme con el rostro enojado. Me doy cuenta de que del susto le cae un poco de agua en su blusa. Entre a mi oficina y era como un león enjaulado, hago ejercicios de respiración, necesitaba calmarme. Aunque sea solo un poco. —No voy a seguir con esto. No lo tolero. —¿A qué se refiere? Me Pregunta. —Es la persona más desesperante que visto en mi vida. — le digo con un tono frío y brusco. —Perdón, No le escuche cuando llamo-dijo con fingida calma. Ese es su maldito problema, nunca escucha. Para un trabajo con tanta responsabilidad como este, necesito una persona activa, soy muy exigente y no me gusta perder mi tiempo. —No volverá a pasar— dice con preocupación en su rostro. Ella sabía que él tenía razón, le habían aguantado muchos errores. Me mira brevemente y sus mejillas se sonrojan. ¿Me está Escuchando? ¿Escucho lo que le acabo de decir? — ella me mira confundida. ¿Entonces acepta? — suelto con malicia, por mis pensamientos. —Sí, claro señor — ella afirma sin tener, ni la más mínima idea de lo que le acabo de decir y sin más había aceptado. La miro y entrecierro mis ojos y una sonrisa maliciosa se asoma en mis labios. Me acerco y acorto la distancia entre ambos. Me alegro, estoy seguro de que la vamos a pasar bien, cariño— digo meloso. Ella solo me mira con ojos muy abiertos y da un paso atrás. Pero antes que se me escape tomo su cintura, la cual es muy pequeña. Observo sus labios, moría por besarla. Se sentía bien tenerla entre sus brazos, parecía una pequeña muñequita. Besarla no estaba en mis planes. —Perdón No escuche lo que dijo, por favor aléjese. — dice nerviosa. Con un dejo de miedo en su voz. Aquel hombre la hizo temblar, pero esta vez fue de deseo. Lo sé. Y por favor Procure estar más atenta a toda la próxima vez. Y descuide, tengo gustos más refinados. Como era de costumbre, no dijo nada por el comentario de mal gusto que le lanzo. Y eso era lo que más me molestaba de ella, nunca reclamaba, nunca la escucho protestar. Quizás sea mejor, así me dice mi mente. —la llame para que cancele mi reunión de las nueve, y pospóngala para mañana a la misma hora. —Sí, señor. Fue lo único que salió de su boca y salió de la oficina casi llorando y temblando. Los días pasaban y todo siguió casi igual, no mejoró mucho. Dimitri había tomado una decisión, la cual era mejor para ambos, pero aquello no había cesado los sentimientos que sentía hacia ella, se sentía atraído por ella y precisamente por eso la quería lejos. Aquella mujer era un deseo prohibido. Continuará…
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