Vivía en una nube de felicidad diario, a mí, a diferencia de muchas personas, me encantaba estudiar, me encantaba estar en un salón de clases escuchando al profesor y llenando mis cuadernos de apuntes.
En la universidad conseguí más amigos, había un chico en especial que me estaba llamando la atención, y quería creer que yo a él también. Realmente no sabía si era atracción solamente o si de verdad me estaba gustando demasiado.
Nunca había sentido mariposas en el estómago, y cada que hablábamos sentía que llegaban hasta elefantes a hacerle compañía a las mariposas. Cada día quería intentar algo, quería descubrir qué era lo que me sucedía.
Mi autoestima no era la mejor, pero por supuesto creía que alguien se podría fijar en mí. ¡Claro que sí!, mi personalidad puede dar mucho más que mi físico y eso me hacía sentir orgullosa.
Pero cuando Chad, así se llamaba, me dijo un día que yo era la uva más hermosa de todo GrapeVille, juego de palabras un poco raro, pero que a mí me subió la autoestima dos barritas más. Él era un chico atractivo y que él me dijera algo como aquello, se sentía muy bien.
Chad era guapo, pero estaba consciente de que había otros hombres más guapos que él, él era castaño oscuro, un poco más alto que yo, ojos cafés comunes, sonrisa conquistadora y un poco robusto.
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Salía de mi clase de fundamentos de la economía, la clase más odiada por mí, cuando me reuní con mi grupo de estudio, no vi por ningún lado a Chad, quien hacía parte de este grupo, pero no le di importancia. Quizás había salido temprano.
Después de dos horas de estudio más, fui al parking donde me esperaban LuLu, mis tortolitos amigos.
Al llegar allí me fijé en que Chad estaba sentado en el capó de su auto, traía consigo un ramo de rosas rojas, mis favoritas causalmente, no quería hacerme ilusiones, pero sonreí como Lucy al verlo.
Cuando nuestros ojos hicieron contacto lo vi sonreír, bajó de su auto y caminó hacia mí. Cuando estuvimos juntos me abrazó y yo con una gran sonrisa devolví el gesto, estuvimos así durante un largo tiempo. Se sentía bien estar entre sus brazos.
Inhalé su aroma varonil, olía delicioso, lo abracé más fuerte.
De reojo pude ver que nuestros compañeros nos observaban sonriendo, con un poco de vergüenza por aquella escena me separé poco a poco de Chad.
—Hola —susurró Chad.
—Hola, tú —contesté tímidamente.
—¿Cómo has estado? —preguntó Chad mirándome con un brillo especial en sus ojos.
—Muy bien, un poco tupida de talleres, pero nada interesante. ¿Y tú? —Le sonreí.
—No podría estar mejor. —Sonrió, reí por lo bajo—. Ten, esto es para ti. —Me entregó las rosas que aún tenía en sus manos.
—Muchas gracias. —Me sonrojé tomando las rosas, últimamente me pasaba mucho cuando estaba al lado de Chad—. ¿Por qué me las das? —pregunté refiriéndome a las rosas, desde que lo vi con ellas tuve esa pregunta.
—Emm... Porque es una muestra... pe-pequeña de ti —dijo torpemente rascando la parte trasera de su cabello.
—¿Qué? —pregunté confundida, no le había entendido bien.
—Es que como eres una rosa...
—¡Oh! —lo interrumpí cuando capté lo que le quiso decir, me sonrojé brutalmente tratando de evitar rodar los ojos ante su intento fracasado de hacer un cumplido, aunque vagamente me parecía muy tierno—. Gracias, ¿supongo?
—De nada. —Sonrió complacido porque me gustaron las flores—. ¿Podemos ir a tomar algo? —preguntó nervioso.
—Claro, vamos —contesté alegre, por este día ya no tenía más clases.
Chad abrió la puerta del copiloto de su auto para que yo pudiera entrar, tímidamente me acomode en el asiento, Chad cerró la puerta de mi lado y corrió a dirigirse a su puerta, condujo hasta la pizzería más cercana, donde preparaban una pizza de pepperoni deliciosa. Al llegar al restaurante fuimos directo a nuestra mesa de costumbre, pidiendo el gusto de pizza favorito de ambos.
—Estas pizzas son excelentes —Chad cortó el silencio, asentí ya que acababa de tomar un trago de coca—cola y me era imposible responder—. ¿Cómo ha estado Lucy? Hace rato no la veo... —comentó.
Casi escupo lo que no había alcanzado a tomar, ellos me estaban esperando para que los fuera a despedir al aeropuerto, hoy salían para Inglaterra.
Rápidamente tomé mi celular para escribirle un mensaje a Lucy, ya mismo salía hacía el aeropuerto, cuando abrí mi celular me sorprendió su mensaje.
“Ni se te ocurra venir, nosotros vimos todo, tú solo diviértete con Chad, espero que al regreso ya tenga cuñado ;) Te hablo cuando lleguemos, besos :*”
Enviado hace 25 minutos.
—Está muy bien, en estos momentos se dirige con Luke a Inglaterra, tenían un curso que no se podían perder, volverán el otro mes. —Me sentía mal por no haber recordado que íbamos al aeropuerto y sería bastante tiempo sin ellos.
—Genial, Luke de verdad la quiere, ellos dos hacen buena pareja —dijo Chad.
—Lo hacen —le di la razón.
—Entonces... ¿estás sola en tu casa? —preguntó normalmente.
—Así es, aunque bueno, prácticamente he vivido sola dieciséis años de mi vida, un mes no me hará daño. —Chad sonrió, para nadie era un secreto que viví un tiempo en la calle.
Gracias al cielo nadie había juzgado al enterarse.
—Lo sé, eres una mujer muy valiente y hermosa. —Sentí mis mejillas calientes, me imagino que tendré un sonrojo muy pronunciado.
—Gracias —respondí tímidamente.
—El que obtenga tu corazón, ganará algo muy preciado. —Sonreí dulcemente, pensé que quizás alguien ya se lo había ganado y de alguna forma me sentí extraña al pensar aquello.
—Tú también eres alguien muy valiente y un sinfín de cosas que jamás acabaría en nombrarlas —comenté.
—Espero que todo sea bueno —dijo Chad bromeando.
—Lo es. —Le seguí el juego, aunque la verdad era que él era así.
Comimos nuestra pizza compartiendo palabras acerca de la universidad o del tiempo libre que teníamos, poco a poco me iba convenciendo de que esto se estaba convirtiendo en más que una atracción y de verdad me gustaba Chad.
Me gustaba Chad.
—Creo que es hora de que nos vayamos —dijo Chad, lo noté algo nervioso, pero no le di importancia.
—Está bien. —Suspiré derrotada, aún no me quería ir, quería compartir más tiempo y momentos con Chad.
El trayecto en el auto fue un incómodo silencio, nunca había pasado eso entre nosotros, siempre teníamos un tema de conversación por más tonto que fuera, Chad no dejaba de restregarse la palma de su mano contra su muslo, era una clara señal de nerviosismo.
Al llegar al estacionamiento de la universidad, habíamos vuelto allí porque Chad me había dicho que había olvidado un libro y que luego de buscarlo me llevaría a casa. Abrí la boca y ojos lo más grande que pude, mi rostro palideció y enrojeció en cuestión de segundos, todos mis amigos estaban allí, hasta Lucy.
¿QUÉ?
¡Lucy! Gracias al cielo no se había ido, dirigí de nuevo mi vista a la razón de mi sorpresa, Chad ya se había bajado del auto y estaba abriéndome la puerta cuando salí del asombro.
"No es mi cumpleaños", pensé vagamente.
Chad sonreía nervioso.
—¿Qué es esto? —pregunté al bajar del auto, Chad se removió incómodo.
—Es... —Se aclaró su garganta—. Para nadie es un secreto que tú... Me gustas, y me está matando ser solamente tu amigo, así que delante de todos tus amigos te voy a decir una cosa. —Señaló a todos los presentes—. Sabes, eres una mujer maravillosa, y no pude evitar enamorarme de ti, es imposible no hacerlo con tu forma de ser y tu belleza. —Ahora sentía hasta calor en mi cuello, ojalá no estuviera tan sonrojada, por favor no—. Así que... ¿quieres...? —Se aclaró la voz—. ¿Quieres ser mi novia?
Abrí grande mis ojos y mi boca soltó un leve jadeo, eso no me lo esperaba, aunque sí lo sospechaba, pero no tan pronto. De todos modos, sabía lo que diría, yo también quería que fuera mi novio.
—¡Sí! —grité y me lancé a sus brazos, lo abracé fuertemente, sentí el suspiro de Chad, uno de alivio. Nos separamos y poco a poco sentí como su rostro se acercaba al mío, nuestras respiraciones se mezclaron al igual que segundos más tarde lo hicieron nuestros labios en un largo y tierno beso.
Había tanta pasión y lo que creo que es amor en nuestro beso, hasta el momento el mejor beso de mi vida. Lo sentí sonreír en mis labios cuando nos separamos.
Chad me abrazó de nuevo, recosté mi cabeza sobre su hombro.
Sentí una mirada muy fija en mí, miré hacia todos los lugares que estaban a mi alcance para descubrir quién era, muchas personas nos estaban mirando, pero esta mirada la podía sentir. A los lejos encontré unos ojos que casi me perforaban con la intensidad de la mirada. Mi cuerpo se fue tensando poco a poco.
Yo jamás iba a olvidar esos ojos.
Alec...