Abrí la boca un par de veces, pero la cerré sin haber dicho nada. Jamás acostumbraba a quedarme sin palabras, pero Ludwig me había dejado desarmada… y completamente desolada. —¿Casarnos? —Logré pronunciar con dificultad, como si de verdad no lo supiera, como si no hubiese pasado ya noches enteras llorando por eso, pero mi ser seguía negándose, seguía sufriendo por eso. —Casarnos, sí. Creí que tu padre te lo habría dicho… Nuestra unión sería en extremo beneficiosa para ambas partes, que es justo lo que busca el Rey. —¿Beneficiosa? ¿Lo será para mí? —siseé con labios temblorosos, él me miró fijamente un par de segundos. —Bueno... Lo será para el reino. —Verle encoger de hombros me enfureció más—. Tendrán a alguien capaz para manejar la política. Deberías estar feliz de no tener que carga