Esa noche, con la Princesa, ya en su habitación, y el salón en completo silencio, pude finalmente empezar a procesar toda la información que se me había dado ese día. Por lo visto, el Príncipe Rembrandt era un invitado controversial en el palacio, pero yo hubiese apostado que las razones eran otras: la despreocupada existencia del hombre y su actitud poco protocolar, por ejemplo, que era lo que el pueblo sabía… o presumía al menos, que su tío odiaba la falta de compostura del chico. Incluso hubiese apostado por las viejas enemistades entre Gerolt y su hermano mayor Alexander, quien era heredero legítimo hasta que se enamoró de una mujer que no contaba con el apoyo de la Familia Real, y entonces decidió renunciar a su derecho al trono, a su relación con la corona. Yo era apenas un crío,