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G e n e v i e v e
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Al llegar al palacio luego de mi paseo por el parque, y después del desagradable pero al mismo tiempo liberador encuentro con Ludwig… Algo dentro de mí había cambiado.
Había una fuerza aplanadora creciendo en mi pecho… oprimiéndolo y dejándome sin respiración de a momentos. Y era algo de lo que había dicho Jensen unos días atrás lo que se situaba como núcleo y motor de aquella sensación: tenía una nueva oportunidad, había sido alejada de las garras de la muerte y devuelta a la vida, ¿para qué? ¿Para seguir sufriendo?
«¡No!», me dije con urgencia.
Durante todo el camino por las calles de Amsterdam y La Haya descubrí que había tantas cosas que no conocía aún, tantos lugares que serían gobernados por mí un d
