Los dos terminamos quedando en silencio, apreciando la gran iluminación de la ciudad en plena madrugada. Ninguno se atrevía a hablar. Y era entendible. Después de todo lo que se había dicho. ¿Quién se atrevería a hablar? Pues Min San. El chico que es capaz de hablar cualquier estupidez, con tal de cambiar el ambiente tenso que hay en la habitación.
- No vamos a ir a Seúl, al menos por ahora.
Lo mire, él hizo lo mismo conmigo. Ninguno de los dos estábamos bien, se podía apreciar que él también libero a varias lágrimas. Tenía su nariz roja y mordía su labio inferior nervioso.
- ¿Y ese cambio de opinión?
Hablé mientras sorbía por mi nariz, el chico ladeó su cabeza y se acercó más a mí. Para terminar agarrando una de mis manos, entre las suyas.
- Simplemente creo que aún no es el momento. Ni para ti, ni para mí.
El chico acariciaba mi mano, de manera dulce. Él estaba atento a nuestras manos, mientras yo lo miraba a él.
- Muero por besarte… pero sé que no es el momento. Me iré a dormir, deberías hacer lo mismo.
Dijo mientras se levantaba, pero agarré su brazo, quedando muy cerca el uno del otro.
- Quédate conmigo, por favor.
Soy estúpida, no quiero que me haga daño, pero lo necesito a mi lado. Soy masoquista. Mi cabeza dice un millón de cosas malas de él, pero mi corazón lo quiere cerca.
- ¿Estás segura de eso..?
- No quiero estar sola.
Me levanté y terminé tumbandome en la cama, el chico imitó mi acción. Apago la luz, dejando que las luces de la ciudad iluminarán la habitación, por la cristalera. Estábamos frente a frente. Él me miraba y yo a él. No llegaba a ser incómodo, de hecho se sentía bastante bien.
Cerré los ojos suspirando profundamente. Sentí como el chico acarició mi mejilla con su pulgar. Cuando abrí los ojos, él estaba más cerca. Sus ojos brillaban como dos luceros. Esta vez fui yo la que se atrevió a acariciar su mejilla, al tocar su piel sentí un gran escalofrío recorrer todo mi cuerpo. El chico terminó rodeando mi cintura lenta y delicadamente, para acercarme más a él.
El chico dejó un tierno beso en mi frente, para después cerrar sus ojos. Yo seguía mirándolo atentamente, cada fracción de su rostro. Mi pulgar terminó en las comisuras de sus labios. Cerré mis ojos con frustración, mientras apartaba mi mano de su cara. No era el momento. O eso creía yo.
Aun con los ojos cerrados, noté sus labios, sobre los míos. Al principio me tensé, pero a los segundos terminé siguiéndole el ritmo. Todo iba muy lento, él hacía que el momento fuera lento y delicado. Cuando normalmente es todo lo contrario, suele ser rápido y rudo. Sus labios me hacían viajar a otra dimensión, en la que nada importaba, en la que solo estábamos él y yo. Sin recuerdos, sin preocupaciones por lo que pueda pasar después.
El chico empezó a acariciar toda mi espalda por debajo de la camiseta de joan que llevaba puesta. Poco a poco se fue dejando caer encima de mí, sin dejar todo su peso, para no aplastar me. Cambió sus brazos, ahora ya no estaban en mi cintura, estaban por encima de mi cabeza apoyadas en el colchón.
El chico me besaba lentamente mientras se iba balanceando hacia delante y hacia atrás, creando una fricción entre nuestros cuerpos. Bajo los besos a mi cuello, hasta llegar a mi clavícula. Mis manos se aferraban a la sabana, sin saber que hacer exactamente con ellas. Estaba sumergida en una nube de placer, en la que nada más me importaba. Decidí que ya era momento de tomar la iniciativa y dar otro paso. Realmente no sé cómo lo hice, pero terminé quedando encima del chico. Me quité la camiseta por mi misma, mientras él se limitaba a mirar. Me dio un poco de vergüenza, pero luego recordé que era el padre de Sun… y esa niña no se creó sola.
Le quite la mitad del trabajo, osea lo que peor suelen llevar los chicos es conseguir quitar un simple sujetador. Y yo no llevaba puesto. En casa no suelo llevarlo y para dormir, menos. Es muy incomoda esa mierda cuando la llevas un buen rato puesta.
Volví a centrarme en el chico, le ayudé a quitarse la camiseta. Para después empezar a dejar besos húmedos por su cuello y pecho. Mañana voy a arrepentirme de esto… pero ahora mismo no lo hago. Me puede la lujuria y el deseo. Me siento sucia.
El chico tenía sus manos en mi cadera, creando una especie de balanceo como el que tenía él minutos antes. Él cerraba sus ojos con fuerza, mientras se mordía el labio. Ninguno tenía prisa. Disfrutábamos el uno del otro. Nos tomamos el tiempo de aprenderlos el cuerpo del otro, entre caricias y pequeños besos. Después de tantos años, sentí al San de antes. Al San que añoraba tanto, ese chico travieso, pero dulce… El chico que con una simple caricia, hacía que mi mundo se volviera todo un caos. El chico que me hacía sentir segura, con solo rodearme con sus brazos. Lo añoraba tanto… Que no quise soltarlo en toda la noche, me aferré a él como nunca.
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Punto de vista de San
Estaba totalmente dormido. El cansancio en mi era notable. Me desperté de golpe y asustado cuando escuche a Hae.
- ¡Papá! ¡Mamá!
La niña entró por la puerta, miré a Khloe dormir debajo de mi y luego volví a la niña.
- No, no, no… Hae sal, papá sale ahora. Sal…
- ¿Estás desnudo?
- ¡No, claro que no!
Si, si lo estoy. Una puta sabana blanca es la que nos tapa y está más arrugada y hecha un nudo que yo anoche.
- ¿¡Por qué estás aplastando a mi mamá!?
- ¡Ssh! No grites por favor… solo sal de la habitación, ahora mismo salgo yo.
La niña se cruzó de brazos. La escena aún se volvió peor cuando Sun entró por la puerta.
- ¡Papá!
- ¡No! Hagan el favor de salir, papá les preparará un desayuno especial, si no hacen ruido y se van de la habitación.
- Cocinarás con mi tiara de princesa, te quiero abajo en 5 minutos. Si no subiré de nuevo y no me iré.
Dicho eso salió de la habitación, llevándose a su hermana del brazo. Esa niña es un demonio… Khloe empezó a moverse y entre en pánico. ¿Me echará? Después de lo de anoche si me echa de la cama, es que solo me utilizó para acostarse conmigo… Estoy diciendo estupideces, me afectó no dormir.
Me levanté de la cama con cuidado de no despertarla, la tapé bien. Me vestí rápido, me puse lo más cómodo posible. Unos pantalones deportivos cortos y una camiseta simple negra. Antes de irme de la habitación, le di un beso en los labios a la chica y cogí mi teléfono. Baje a la sala, donde Sun estaba llorando en el suelo y Hae sentada en el sofá, con el mando y el peluche de Sun en mano. Hermanos… son todos iguales.
- ¿Qué te pasó, mi pequeño enano?
- Hae me empujo y me quito mi osito, papá.
La niña sorbía por su nariz, mientras lloraba con un leve hipo. En cuanto la sujeté en brazos, la niña se aferró a mi.
- No es cierto, ella me dijo tonta, papá.
- ¡Por qué me tocó la pupa papá!
- ¿¡Hae para que le tocas la herida a tu hermana!?
- Me dijiste que nos fuéramos de la habitación, yo solo saque a Sun.
Suspire resignado, era cierto.
- Ya me enfadaron las dos. Van a pasarse la mañana haciendo deberes, mientras papá pone una denuncia como una catedral a la mierda de escuela a la que van. Escuela privada decían, menuda mierda de escuela.
Y así fue, puse a las dos niñas en la mesa del comedor a hacer deberes. Hae estaba con su caligrafía, estaba aprendiendo a escribir. Y Sun coloreaba dibujos random que les daba su profesora. Las dos estaban en la otra punta, para evitar peleas. Ya que últimamente se la pasan peleándose. Llame a Jackson por más noticias, después marque a la escuela de las dos niñas.
Resulta que tienen seguridad y que ninguno sabe como mierda le hicieron eso a mi hija. Me enviaron las cámaras de seguridad de toda la semana, me tocaría verlas ahora. Pero antes le advertí a la directora.
- Esto no va a quedar así, Señora Xin. Un tipo le ha rajado el brazo a mi hija, mientras estaba en su centro. Usted permitió eso, ¿¡y si llega a ser algo peor como un secuestro o una violacion!? ¿¡Se da cuenta de lo que pudo haber pasado!? No solo por mi hija, por todas esas niñas, es una escuela únicamente de niñas. ¿¡Tan difícil fue sospechar de un hombre desconocido entre tantas niñas!? La denuncia no se la quita nadie, escuela de élite, mis cojones si que tienen élite. Nos veremos en un juzgado, señora xin.
Sin más colgué, sintiéndome el puto amo. Cojones de élite, esa fue buena San… atendí un par de llamadas más. Tanto que no me di cuenta de cuándo se había levantado la chica. Ahora se encontraba en la cocina buscando algo en los armarios. Deje el teléfono sobre la encimera de la cocina, y me acerqué a la chica, hasta rodear su cintura por la espalda y apoyar mi cabeza en su hombro. Sentí como la chica tuvo un escalofrío al sentir mi piel. Yo también lo sentí.
- ¿Qué buscas?
- Galletas.
- El armario está lleno de galletas.
Literalmente, hay miles de paquetes de galletas, de muchos tipos diferentes.
- No quiere de esos, quiere las que tienen pepitas de chocolate.
- ¿Quiere?
Pregunté confundido.
- Es un antojo…
- Oh wow ¿ya empezaron los antojos?
- Si… estoy por cumplir ya 3 meses, San.
Dijo mientras se daba la vuelta quedando frente a mi. No pude evitar mis instintos y termine besándola, mientras la sentaba en la encimera. Nos separamos por falta de aire, iba a besarla de nuevo, pero ella puso su dedo índice sobre mis labios, frenando me.
- Te estás emocionado demasiado, eh. Las niñas están ahí y no quiero confundirlas, cuando ni yo sé que está pasando.
San poco a poco, San. Me dije a mi mismo. No era el momento, a pesar de tener ganas de tirar todos los trastos de encima de la encimera y arrancarle la ropa a la chica, para hacer de todo, menos comida en la cocina. Dios San, relájate.
- ¿Puedes dejar de tocarme el culo? Hae nos está mirando…
Los dos sonreímos a la niña, quien nos miraba de manera extraña. Tenía las cejas fruncidas. Me gustaría saber qué está pensando ahora. Pero el golpe que me dio la chica en el hombro me sacó de mis pensamientos. Quite la mano traviesa de la anatomía de la chica. Cogí las galletas y bajé a la chica de la encimera.
Soy consciente de que aún no somos nada, pero tengo esperanza de que eso pueda cambiar. Y ahora más que nunca me siento motivado y con fuerzas de conseguirlo. Al fin y al cabo, soy el único chico que está a su alrededor. Aunque aún tengo dudas con Joan. No por ella, si no por él. ¿Qué siente él por ella? ¿Y si él no la ve como una hermana o una buena amiga? sería raro… pero todo puede ser.
La chica me arrebató las galletas, para después sentarse junto a las niñas. Ver a las tres juntas, me hace sentir que soy parte de esa familia. Me hace tener una familia. Son mis hijas y ella sigue siendo mi mujer… lucharé lo que haga falta por ellas. Literalmente son mi vida.