CAPÍTULO 17

1690 Words
POV ARTEM ROMANOV  —Esta vez tuvimos suerte, pero no podemos contar con una segunda oportunidad. Tenemos que acabar con el hijo de puta de su líder, y lo haremos —dije, clavando mi mirada en ellos—. Pero para lograrlo, necesitamos forjar una alianza con los italianos. El ceño de Aleksey se frunció, pero guardó silencio... por ahora. —¿Cómo planeamos entablar esa alianza con ellos? —quiso saber Akin. Miré de reojo a Sergei y confesé. —A través de un matrimonio. Ya he hablado con su líder y está de acuerdo. Necesitan armas, dinero, drogas; han sufrido muchas pérdidas en su enfrentamiento con los yakuza, y les proporcionaremos todo eso a cambio de la información sobre sus ubicaciones. —¡Qué mierda! —murmuró Aleksey con frustración—. ¿Realmente crees que esos hijueputas nos ayudarán? ¿Por qué demonios necesitamos recurrir a su ayuda? —Las alianzas son fundamentales en la guerra —respondí encogiéndome de hombros—. Un m*****o de la familia Romanov tendrá que desposar a su heredera. Los observé fijamente a cada uno y supe que, de tener la oportunidad, me dispararían en el acto al pronunciar su nombre. —Bueno, Romanov es mi segundo apellido y, a diferencia de ustedes, malditos —gruñó Aleksander en descontento—. Fui prometido a alguien incluso antes de que supiera qué hacer con mi adorada v***a. —¿Ahora sí sabes qué hacer con ella, acaso? —preguntó Akin con una sonrisa burlona. —Esperen, esperen —intervino Adrik—. ¿Sabes dónde está el clítoris, pequeño Alek? El aludido soltó una risotada mientras les lanzaba una mirada que prometía únicamente sufrimiento. Aunque no pudiera superarlos en una pelea, a sus diecisiete años, peleaba de manera excepcional. Y ahora que se adentraba en la academia, mejoraría aún más y les daría una buena paliza. —He estado pensando en uno de ustedes, aún no me decido —señalé a mis tres hermanos. —Conmigo, ella sufrirá, y no querrás que la alianza se deshaga —aseveró Adrik. Asentí hacia él. —Podría quedar viudo la misma noche de bodas, en un trágico accidente —se lamentó Akin. —Lo sé. Miré a Aleksey, quien negó vehementemente. —Nunca me casaré con una maldita italiana, y mucho menos renunciaré a mi libertinaje. Estoy muy bien con las mujeres que me follo cada noche. Si quieres que ella sea la cornuda del año y que su vida sea un completo tormento, adelante, pero, aun así, no me casaré. Empecé a reír mientras asentía, me recosté en el asiento y suspiré. —No les estoy preguntando a ninguno de los tres. Si digo uno de sus nombres, ese será el elegido. —Golpeé la mesa con firmeza—. Es una orden. —¿Quién será el elegido? —preguntó papá, que había estado sentado al final del estudio, observando en silencio. A pesar de que me había nombrado Pakhan, aún estaría presente en cada decisión y reunión de la bratva por un tiempo, no más de un año. Siempre había algo nuevo que aprender de él, y estaba decidido a absorber todo lo que pudiera. Cada interacción, cada estrategia, cada movimiento, era una oportunidad para crecer y fortalecer mi liderazgo. Estaba determinado a convertirme en un líder digno de su legado, y eso significaba estar dispuesto a seguir aprendiendo, incluso cuando llevase el título de Pakhan. —Aleksey. —Nadie me va a obligar a casarme con alguien de sangre italiana. Es lo más bajo que me has hecho hacer, Artem. —La vida de Lia está en peligro. Lo harás por tu hermana, no por mí, ni siquiera por la Bratva, sino por la familia —repliqué con calma. —¿Por la familia? —cuestionó, levantándose lentamente—. No me vengas con la mierda de la familia. No fue a ti a quien los italianos torturaron y mataron. ¡Fue a mi padre! Alguien que ni siquiera supo que estaba esperando un hijo. Todos bajaron la mirada y respiré hondo para mantener la calma. —Aleksey, no era mi intención insultarte ni mucho menos la memoria de mi tío Mijail. —Pero lo estás haciendo. Mi tío es mi padre. Lo amo como uno, pero mi verdadero padre está muerto. No lo conocí. Los pensamientos que tengo sobre él son todos relatos que he escuchado de sus hermanos. Su rostro es solo una maldita foto, pero ninguno de ustedes lo entenderá, porque no han perdido a nadie. —Perderemos a Lia si no se lleva a cabo la boda —confesé—. Ahora está inconsciente, recuperándose. Todos haremos nuestra parte y esta es la tuya. —Puedes seguir con tu vida loca en Rusia como lo has estado haciendo. Solo que habrá una princesita esperándote en casa cada noche, o cuando quieras ir —intermedió Akin—. No tienes que serle fiel, solo será tu esposa de nombre. —Ella es inocente. Las personas que mataron a tu papá, toda su maldita generación murió con ellos. —Le hice entender—. Trátala bien. Esas mujeres no son como las nuestras. Las criaron dentro de un maldito cristal. No sabrá protegerse. —¿Tratarla bien? —hizo una mueca—. Me importará una mierda si algo le llegara a pasar. Así que encárguense ustedes de su seguridad, porque mis hombres no la cuidarán. —Discutiremos eso más adelante. Esta misma noche viajaremos a Italia. Nos esperan mañana a primera hora. Sus manos se cerraron en puños, pero no dijo nada. Se levantó y salió de la sala. —Pueden irse —necesitaba que lo hicieran. Quería estar allí cuando Lia despertara, pero al ver a papá, que no se había movido de su lugar, supe que tenía algo por decirme. —¿Por qué no tú en lugar de Aleksey? —preguntó, observándome fijamente. —Mi corazón le pertenece a otra mujer, sería muy cruel de mi parte hacerla sufrir a ella y a Vittoria. Asintió lentamente. —Ahora eres el pakhan, úsalo a tu beneficio y haz lo que tengas que hacer. —¿Qué quieres decir? Se levantó y mientras caminaba hacia la puerta habló. —Alguien que no fuera ruso no podría ser pakhan y hoy estas ahí. —Me miró por encima de su hombro—. Hice lo que tuve que hacer, para que esto fuera posible, no pregunté, simplemente lo hice. Nos observamos por segundos que parecieron eternos y me levanté lentamente para ir hasta él. Todos mis sentidos estaban totalmente alertas a cualquier movimiento de mi padre. —¿Desde cuándo lo sabes? —Desde mucho antes de que ustedes lo supieran. —¿Por qué no intervenir? —No elegimos de quien nos enamoramos, simplemente ocurre —asentí lentamente—. Quiero a esa mujer fuera de tu vida o la utilizaré para mis secciones de tortura, nadie incomoda o le hace daño a mi hija. Negué levemente. —No lo entiendes, es complicado, pero lo arreglaré. POV LIA ROMANOVA Escuchaba a lo lejos un leve murmullo, un eco distante que resonaba en mi mente como una canción de cuna. Reconocí la melodía al instante, una canción que mamá solía cantarme en las noches donde la oscuridad me asustaba. Si estaba muerta, pensé con amargura, esto era el maldito paraíso, pero no había muerto. No aún. Él había llegado a ayudarme cuando, debido a la explosión, había sido golpeada y estaba al borde de la inconciencia. El recuerdo se desplegó ante mí como una película en cámara lenta. Flashback. Parpadeaba rápidamente, tratando de enfocarme y poder defenderme, pero el dolor en mi brazo derecho y costillas era insoportable. Cada respiración era un tormento, y supe en ese instante que me había partido una o dos costillas. Tosí, gritando un segundo después por el dolor que se disparaba a través de mi cuerpo. ¡Controlate! —grité en mi mente, luchando por mantener la lucidez en medio de la agonía. Busqué mi M16, pero solo veía escombros y fuego. Anastasia. Jodida mierda, había sido una mala decisión lanzar esa granada, pero era la única solución. Me arrastré hacia una pared para poder levantarme mientras las lágrimas emergían sin parar. Todo me dolía y estaba ahogándome debido a las cortas y lentas respiraciones que estaba tomando. —Tú puedes, solo es un pequeño dolor. Levántate o muere —me repetía a mí misma con desesperación mientras luchaba por mantenerme consciente. Cuando estuve recostada en la pared, atraje mis piernas hacia mi pecho y con mis manos apoyadas en la pared hice presión para empezar a levantarme. La urgencia creció en mí cuando empecé a escuchar ruidos, el sonido de pasos acercándose, el eco de voces que se filtraban a través del caos. —Maldición —mordí mis labios con fuerza para evitar que el grito de dolor y frustración saliera, mientras luchaba por mantenerme en pie, por resistir un poco más. La punzada de dolor se extendía por todo mi cuerpo, pero me obligué a seguir adelante. Agarré el subfusil que tenía enganchado a mi pecho, sintiendo cómo mi mano temblaba ligeramente por el dolor, pero aun así me preparé para el enfrentamiento que se avecinaba. Ahogué otro grito cuando estuve en posición de disparo, mi mente enfocada en la única tarea que importaba en ese momento: sobrevivir. Cuando los pasos se acercaron, de repente una lluvia de disparos resonó en el lugar y suspiré con alivio. Mis hermanos habían llegado. Una pequeña sonrisa apareció en mi rostro, pero rápidamente se esfumó cuando varios hombres llegaron hasta donde estaba. No eran mis hermanos. —Te salvé, Lia. Todo tiene un precio y pronto te contactaré para que lo pagues —la voz de Kai resonó en el aire, cargada de una frialdad que me erizó la piel. —Kai —fruncí mi ceño, sin poder creer que era él—. ¿Tu... tu padre quiere... matarme y me salvas? Una sonrisa torcida apareció en su rostro y asintió con arrogancia. —Tenemos intereses comunes. Nos vemos muy pronto.
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