El tiempo no parece haber pasado entre nosotros, por un instante volvimos a ser aquellos chicos de dieciséis otra vez. Que se amaban en secreto. —Ahora entiendes por qué no debes casarte —me dice volviendo a besar mis labios. El saber que Mathías siente lo mismo por mi, me hace querer cambiar de opinión, pero inmediatamente la imagen de mi padre viene a mi cabeza, y la realidad me golpea de frente en la cara. —No, Mathias, debo hacerlo, la vida de mi padre corre peligro, y es la única opción que tengo —le digo con el corazón roto —Pero, ¡Por favor! Dame la oportunidad, algo podré hacer, pero no me dejes así, no ahora que podemos estar juntos. No me abandones. —No hay nada más que quisiera en este mundo que estar contigo, y Dios sabe que es así —le digo tomándolo por las manos —Entonc