A las mil doscientas cincuenta, todos están parados en fila frente al cabo. Nosotros utilizamos nuestros uniformes. Los reclusos pueden usar la ropa que quieran y les resulte más cómoda.
Michael, Lorenzo y Jaime, se colocaron pantalones deportivos y remeras de manga corta. Laura un par de calzas y una musculosa de tiras gruesas. Agustina parece que vive en pleno invierno porque hasta el buzo se dejó. A ver cuanto le dura cuando vea la pista.
Sin mediar palabras comienzo a caminar a paso firme los trescientos metros que nos separan de la pista de entrenamiento con ellos siguiendome, muy de cerca. Debo agradecer que caminan en silencio.
Puedo ver la rampa de cuerdas, la pista de arraste rodeada de alambres y barro, unos cien metros de soga colgando al estilo lianas y finalmente los atriles de puntería.
Por supuesto que ellos van a usar balas de pintura, porque con los antecedentes que se cargan no me atrevo a entregarles ni siquiera una de goma.
En este momento, el Cabo y yo cargamos con toda la indumentaria. Ninguno fue capaz de tomar una botella de agua, asique en un rato van a sufrir las consecuencias de la deshidratación por el calor y la actividad física.
No les voy a dar tiempo ni siquiera de pestañear. Si piensan mucho, luego se quejan aún más.
-Díez vueltas a la pista. Ya.- doy la primera orden y en silencio todos comienzan a seguir a Agustina que encabeza la fila.
Laura va al final de todo tratando de controlar su respiración después de la segunda vuelta. Los chicos lo llevan con naturalidad y hablan entre ellos. La otra chica va concentrada en sus pasos. No mira a nadie y avanza sin dudar.
Cuando finalizan, Agustina y los jovenes casi a la par y Laura de última, se paran a esperar que es lo que sigue. El cronómetro me indica que todos terminaron en quince minutos, tiempo que debe de ir bajando de a poco.
-Explico el siguiente recorrido. - señalo el punto de partida y todos dirigen su mirada hacia el lugar- Salen de la línea, suben la rampa, se arrastran por la pista, pasan las lianas y finalizan en el campo de tiro. Quien lo haga más rápido elige la tarea del sábado. ¿Preguntas?
Lorenzo levanta su mano primero y con una seña de manos lo autorizo a hablar.
-¿Qué clase de cosas podemos elegir, capitán?
Por un momento pienso en sus palabras. No tenemos autorización de salir del campamento, por lo tanto, mientras sean actividades aquí dentro no hay problemas.
-Cualquier cosa que se te ocurra que se pueda hacer acá. Películas, campamento al aire libre, alguna comida en especial, lo que quieran. - generalizo con la finalidad de dejarles puertas abiertas y que utilicen su cerebro para pensar.
-¿Dormir todo el día cuenta?- vuelve a preguntar.
Por dentro pienso que es un vago, pero no digo nada. A esto me atengo cuando busco 'creatividad'.
-Podrías ser más inteligente y menos gallina. ¿Dormir, inútil?- Agustina lo mira de brazos cruzados.
Presiono mis dientes porque es una irrespetuosa. Nadie la autorizó a hablar y menos a decir groserías.
-Primero que nada ¿Quién la autorizó a hablar?- abre la boca pero no la dejo responder - segundo que nada, las groserías tienen consecuencias. Dos vueltas más a la pista. - me mira con los ojos duros - ¡Ahora!- exijo en tono seco pero sin elevar la voz.
Los demás largan una risa baja y ella solo sale disparada y con los dientes apretados, aguantando las ganas de contestarme.
En dos minutos dio las dos vueltas y no hice tiempo en dar la orden para comenzar la pista. Todos descansaron mientras ella completa las vueltas, asique espero que aprenda a no hablar sin permiso. Su semblante está furioso, respira agitada, pero sale disparada a la par de su grupo.
-Este año estas más callada, mocosa- el Cabo murmura pero igual lo escucho.
-¿Disculpe Cabo? Repita.
-Oh. Lo siento, capitán. Hablaba solo. -se escusa.
-Quiero que lo repita. - ordeno sin vacilar.
-El año pasado contestaba todo. Varias veces la metieron al calabozo por ello.
¿Calabozo? ¿No se supone que los calabozos son para los reclutas?
-¿Porque el calabozo? - es lo único que pregunto. - Con los detalles que tenga.
-Era una orden del General ante cualquiera de sus malas actitudes, que de echo eran bastante recurrentes. Discutir, golpear a sus compañeros, no estudiar, no comer lo que le servían. ¿No le dió esa orden a usted?
Pienso en las palabras del General Miguez.
-Son reclusos. No se apiade de ninguno de ellos. Lo que considere necesario para que vuelvan como personas decentes a las calles, esta en facultad de hacerlo.
-¿Ejemplos, mi General?
-Dejarlos sin comida, ejercicios forzados, horas despiertos, calabozos, lo que se le ocurra. Son civiles. Lo único que no se permite es el maltrato físico notorio- guiña su ojo. - Si no hay marcas, no hay evidencia.
Básicamente me autoriza a utilizar la fuerza bruta sin que se note.
-No va a encontrar ningún inocente, Capitán Vaz. Haga lo que tenga que hacer sin piedad. - agrega cuando me hago al silencio y luego continuamos con otros detalles que no incluyen sus delitos.
-Autorización, no orden, Cabo.
-Pues espero que este dispuesto a usarlo, porque esa chica no se mide.
Observó hacia donde se encuentra y veo que Michael tira de su buzo para impedir que salga primera de debajo de los alambres, a lo que ella responde tirando una patada directo a su cara y el chico la suelta.
Sale del lugar y se para. ¿Porque se para? Una vez que Michael sale lo recibe con un puño en su rostro.
-Me vuelves a tocar y te rompo las pelotas, ¿entendiste?- lo encara
El muchacho la ve como para matarla mientras toca su nariz. Ella no espera respuesta y se cuelga de la primera liana para seguir avanzando.
Estas actitudes merecen castigos. No puede ir por la vida golpeando gente. Maldita mal criada.
Jaime y Lorenzo salen de la pista de barro y se ríen golpeando su hombro mientras Laura apenas puede arrastrarse en la mitad.
Más allá observo a la chica saltando el metro y medio de altura y dando una vuelta estilo tortuga para tomar el arma de pintura y dejar tres tiros en su objetivo. Cabeza, pecho y entrepierna.
Jaime llega después y de los seis que tira emboca uno en su abdomen, más bien lo roza.
Michael lo sigue rozando su rostro, un hombro y dando en la mital del abdomen.
Lorenzo no acierta ninguno y Laura apenas va en las lianas, cayendo por tercera vez y volviendo.
Me paro detrás de ella porque acá se termina porque se termina.
-Suba de nuevo y asegúrese de no caerse si no quiere quedarse toda la noche en este lugar- le exijo. - Acá nadie se retira sin completar todo el circuito.
Respira entrecortado y con lágrimas en los ojos y lo vuelve a intentar, cayendo otra vez a falta de dos sogas.
-De nuevo. - ordeno en tono seco, pero otra vez se cae.- Otra vez y asegúrese de no fallar.
Aprieta sus dientes y puedo notar lo que se exige para no caer, pero logra llegar al final. Apenas puede sostener el arma, pero la levanta y dispara igual sin ningún acierto, casi cayendo de espaldas por el retroceso natural de cualquier arma que necesite presión, así sea de juguete.
Respiro profundo varias veces. Quien llegó primero es una mal educada asique que ni sueñe con elegir nada.