Samara.
Abro los ojos incorporándome sobre la cama, volteo de un lado a otro viendo mi nuevo hogar, ha pasado dos semanas desde la última vez que vi a la familia de mi tía, (esa noche - madrugada que firmaron el documento).
Estiro mis brazos antes de levantarme a tomar una ducha, hoy debo andar corriendo, tengo mi nuevo hogar, en realidad el abogado me ayudó a comprar el edificio entero, del cual estoy mandando a remodelar un piso entero, pero, mientras estoy ocupando un apartamento, también logré encontrar una academia de baile, emocionada fui a pagar por el primer curso y al día siguiente ya había comenzado.
— Sólo quieres atención, no quieres mi corazón… tal vez solo odias el pensamiento de verme con otra… sí, solo quieres atención, lo supe desde el inicio… solo te estas asegurando de que no pueda superarte, oh…
La voz de Charlie Puth suena a través de mi móvil en la música “Attention”, bailo al compás imaginándome como si estuviera dentro de un video musical, sonrío negando con la cabeza, ya debo salir de aquí sino llegaré tarde a clases y el profesor Jake, no me lo perdonará.
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Muevo las caderas, de un lado a otro, juego con mi cabello jugando a seducción dentro de la coreografía, como es un estilo libre puedo hacer los pasos que quiera mientras un grupo de alumnos y el mismo profesor me están mirando, la canción termina y hago la pose final dejando caer la mitad de mi cabello sobre mi rostro, todos me aplauden.
— Bien, tus pasos fueron muy buenos, pero, debemos pulir muchas cosas, ahora ya tengo una idea de lo que ya sabes y de lo que te falta modificar.
— Gracias, coach.
— Ahora todos, reúnanse aquí, haremos un ejercicio en parejas.
Dice el profesor de baile, es un castaño que se mueve increíblemente bien, hasta le tengo envidia porque no parece tener huesos. Volviendo al tema, hacemos estiramiento con ayuda del compañero con quien nos toca, a mi favor he quedado con un compañero rubio de ojos cafés, me mira con lujuria y bueno, no está feo, pero, ahora mismo estoy concentrada en la clase.
— Chicos, suficiente por hoy.
Habla de nuevo el profesor, después de dos horas de haber estado entre ejercicios y pequeños pasos de baile para crear una coreografía. Ese señor no sabe lo agradecida que está mi cuerpo de escucharle decir que suficiente por hoy.
— Nos veremos de nuevo mañana, pero para parte teórica, traigan alguna agenda para tener apuntes.
Agrega, todos respondemos que sí, nos despedimos y la mayoría se esfuma con rapidez, en cambio yo, me siento en el piso para colocarme mis otros pares de tenis porque estas las compré especialmente para bailar, no quiero ni que se ensucien porque lavar no se me da muy bien y no quiero estropearlo.
— Al parecer te gusta mucho el baile, Samara.
Doy un pequeño respingo en mi lugar al escucharlo, levanto la mirada viendo parado a mi profesor de baile, con sus brazos cruzados y piernas ligeramente separadas se ve muy… guapo, ¿qué?, ¿guapo? Ay, no, ya comienzo a desvariar, me falta liberar tensiones y no tengo con quien, sonrío de boca cerrada.
— Sí, siempre quise… ser bailarina, pero creo que el no estudiar mucho desde niña me dificulta un poco.
— ¿Sabes que no? Tienes buenos movimientos, solo debes hacer más… ejercicio.
Sonríe de lado, podría jurar que en sus ojos baila la diversión, ¿el profesor me está coqueteando? Termino de atar mis agujetas para levantarme del suelo y quedar más o menos a su altura.
— Lo supongo, por eso si puede recomendarme algún tipo de estiramiento que me ayude a ser más flexible, se lo agradecería.
Digo utilizando el papel de inocente, su sonrisa de lado se ensancha un poco más dándome a entender que me cree una ingenua. Se acerca otro paso hasta quedar muy cerca de mí.
— Samara, el mejor ejercicio para estimular los músculos y volverse más flexible es… el_sexo.
Responde lentamente con un tono de voz medio ronco que me hace tragar en seco, no soy santa, no solo los hombres se pueden excitar_con facilidad, ¡miércoles! que no estamos en el pasado donde nosotras debíamos ser unas recatadas, pero, justo ahora, no voy a liberar las tensiones con el profesor, al menos, hoy no.
— Eh, vaya… entonces creo que mejor me sigo esforzando en los ejercicios.
Digo mirando de un lado a otro, trago saliva para dar más énfasis en mi “nerviosismo”, escucho la risa del profesor y volteo a verlo, él asiente con la cabeza antes de ladearla mirándome de arriba abajo, por una extraña razón creo que me está tomando el pelo.
— Claro señorita Samara, me retiro, debo hacer algunas cosas.
Eleva su mano haciendo la señal de despedida y voltea caminando hacia la puerta que lleva al otro lado de la academia, me quedo parada parpadeando varias veces, ¿qué fue eso?, ¿qué esa no era la parte donde se seguía insinuando y yo me hacía la difícil? Sacudo la cabeza, no, con él no, es mi profesor y debe ser todo profesional.
— Control Samara, control.
Me digo mientras me doy leves golpecitos en la cabeza antes de agarrar mi bolso, colgarlo de mi hombro y salir de allí, ahora necesito encontrar una universidad en la cual estudiar a la par de la academia de baile.
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— Y luego no sabes, choqué con un chico que me dejó viéndolo como una tonta, no, en serio, ¿puedes creer que él me hablaba y yo no podía responder palabra alguna?
Dice incrédula a través de la bocina del móvil, me río a carcajadas de Adara, ella ha viajado a Nicaragua junto a sus padres por no sé qué con Arya y la señora Amelia, pero, como ahora estamos en una llamada telefónica, me está contando de su recorrido en el parque, además de que lo más interesante (para mí) es la parte donde se queda sin palabras, suele sucederle cuando la vista es muy buena.
— ¿Y es guapo?
— ¿Qué?
— El chico con quién chocaste
Respondo mientras camino por mi apartamento buscando la ropa que me pondré cuando vaya a darme una ducha, por lo mismo, dejé el móvil sobre la cama y Adara está en el altavoz.
— Mmm, eeh, no estamos hablando de eso.
Titubea y sonrío de lado, al parecer no solo le parece lindo sino que la ha impresionado, niego con la cabeza mientras me acerco a mi cama dejando encima el conjunto perfecto que escogí para cambiarme, tomo el móvil quitándolo del altavoz para colocarlo en la oreja.
— ¿En verdad? Porque te escucho un poco… ilusionada.
— ¿Quién, yo?
— Sí.
— No, nada que ver, solo… solo que… él bueno, al principio no lo reconocí, pero es…
— ¿Es qué?
Pregunté expectante, ella ni siquiera me lo estaba diciendo, pero, yo ya sentía la emoción recorrerme con anticipación.
— Él… él era Sander… uno de los amigos de Arya, no me di cuenta de eso, sino hasta después de que se fue.
Responde y dejo escapar una risita mientras doy saltitos en mi lugar, ¿qué tan probable era encontrárselo a la primera y mucho más que hablaran sin ella recordar que ya lo había visto por fotografía?
— ¡No!, ¿me estás mintiendo?, ¡no lo puedo creer!
Chillo con alegría genuina, Adara no se suelta a nada, pero, sería bonito que lo hiciera por lo que pude ver de ese chico, se ve… como del tipo de ella.
— Entonces, dime, ¿es tan guapo como en la foto?, no, espera, ¿es realmente tan alto como para elevar el rostro y mirarlo?
Continúo emocionada por ella, ya la imagino con sus mejillas sonrojadas, es muy inocente.
— Sí, Sami, sí.
— ¡Ah! Es perfecto, imagina… que suceden cosas como en las películas de amor, que se vuelven a encontrar y queda flechado a tus lindos ojos de color esmeraldas, lo imaginas, ¿verdad? Tenemos todo de nuestro lado porque prácticamente sabemos mucho de él gracias a las informaciones que nos pasaba Arya, pero, tranquila, tú solo dame unas horas y me pongo a investigar si tiene novia, ex, mascota, amantes o si es como un Cristhian Grey que mantiene todo con misterios, ¡a la macarena santa, Adara! No desaproveches nada.
Digo creando escenarios y escenas en mi cabeza de ellos dos, ya los tengo como del tipo de pareja más empalagosa del mundo, escucho su risa a través del móvil, ella seguro está negando con la cabeza mientras siente sus mejillas sonrojadas de nuevo, si no le gustara mis conjeturas, ya me habría detenido, por lo que, significa que seguro ese chico llegó a impresionarla, ay Diosito, debo sacar mis dotes de cupido.
— Sami…
— Y luego imagina que te besa. Sería muy romántico.
La interrumpo, el silencio se hace presente y como ella puede llegar a ser tan predecible (como lo dije), podría jurar que está con los ojos bien abiertos.
— Sa… sami…
— Por hoy te dejaré tranquila, Adara, pero, nada más recuerda que la próxima ya sabré mucho más de lo que ahora sabes de él.
— Esp…
— Adiós, Adara, también te quiero.
La interrumpo y le tiro un beso antes de finalizar la llamada, sonrío dejando el móvil encima de la cama, tomo la toalla, entro al baño a darme un buen y reconfortante baño, ya quiero dormir.
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— Los cuatro pilares o principios fundamentales de la administración son planear, organizar, ejecutar y controlar, si llegan a saltarse una, todo estará mal, por lo mismo, deben de saber esto como si fuera el mismísimo mantra, es como el sí y no de la vida empresarial.
Dice un profesor de unos cuarenta años, de cabellos_oscuros, de ojos celestes que viste de traje. Estoy en una de las clases que comencé para conocer más lo que en algún futuro debo controlar. El aula está llena de estudiantes, esta vez decidí vestir mucho más recatada de lo normal, vaqueros, tenis, abrigo con capucha, incluso anteojos sin aumento para poder mezclarme entre la multitud.
— ¿Y cómo podemos implementar los cuatro principios en la vida cotidiana?
Pregunta uno de los compañeros, es un chico alto que utiliza anteojos también, viste camisa a cuadros de mangas cortas y unos vaqueros oscuros, se ve… lindo.
— Cuando uno debe entregar una tarea, primero le dan el tema con la fecha de entrega, entonces uno mentalmente ya planea cómo o cuándo hacerla, organiza los materiales que podría utilizar, sea computadoras, libros, entre otros, luego, lo ejecuta al realizarlo y controla el ritmo, teniendo en cuenta la fecha de entrega.
Responde el profesor dejando en claro los cuatro principios en un simple y cotidiano ejemplo de universidad, el compañero asiente con la cabeza dejando al profesor avanzar con el siguiente tema mientras yo voy apuntando lo que considero importante.
Un par de horas después, el profesor termina la clase diciéndonos que en la próxima podría dejarnos una tarea. Los estudiantes se pasean por los pasillos mientras yo me enfoco en caminar sin mirar demasiado a los costados, continúo hasta que chocan conmigo, elevo la mirada encontrándome con…
— ¿Samara? Qué casualidad.
— Pro… profesor Jake, ¿qué hace por aquí?
Pregunto sorprendida, no esperaba verlo por aquí, lleva una ropa mucho más casual, vaqueros, playera y par de tenis. Sonríe retrocediendo un paso para darme espacio.
— Sí, ¿verdad? Y… cuando me dices profesor me haces sentir viejo, mejor solo dime Jake.
— Pero…
— Samara, no soy tan viejo, solo tengo veintitrés.
Interrumpe, abro ligeramente los ojos en señal de sorpresa, ni se le nota, incluso parece más joven, pero, no me sentiría muy cómoda diciéndole solo por su nombre.
— ¿Estudias aquí?
Pregunta de nuevo al quedarme en silencio, sacudo un poco la cabeza concentrándome, lo veo con un bolso en el hombro como si fuera un…
— ¿Usted estudia aquí?
Pregunto yo con tono de duda y confusión en la voz, él sonríe de nuevo asintiendo con la cabeza.
— Sí, estoy cursando el último semestre de economía y tú, ¿qué estudias?
— Por el momento, el primer semestre de Economía.
— ¡Oh, pero mira qué casualidad! Podemos coincidir en alguna materia.
— Eh, no creo, uste ya va terminando y yo…
— Es que yo escogí las materias y justamente me falta una del primer semestre.
Me interrumpe, arrugo el entrecejo, ¿eso se puede hacer? Parpadeo un par de veces antes de asentir lentamente a lo que sigue diciendo de las materias, los profesores y demás trabajos futuros que me espera.
— Profesor Ja…
— Jake, solo Jake, Samara porque estás a punto de romper mi juventud con tanto usted, profesor y demás formalidades.
Me interrumpe, dejo escapar una risita que me corresponde con una sonrisa, se lleva la mano al cabello dejándolo para atrás.
— Está bien… pero, solo le diré Jake cuando no estemos en la academia de baile.
— Puedo vivir con eso, ahora… ¿vamos por algo de comer? Puedo enseñarte la cafetería, las instalaciones, así te vas familiarizando con la universidad.
Propone, pienso unos segundos, al final asiento con la cabeza, no tengo nada que perder, es la única cara familiar por aquí y no se ve tan… intimidante sin el aire de la academia, es más, aquí parece cualquier estudiante más, cosa que me agrada.
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Camino de regreso a mi nuevo hogar, meto la llave dentro de la cerradura y al girarlo escucho el tono de llamada de mi móvil, al entrar saco este de uno de mis bolsillos y lo llevo a la oreja contestando sin ver quién es.
— Hello.
— Hola, Sami…
Responde la voz cantarina de Arya, sonrío cerrando la puerta detrás de mí, voy directo a sentarme en un sofá.
— ¡Arya! ¿A qué debo este milagro?, ¿tienes nuevos chismes para mí?, ¡no!, mucho mejor, ¿vas a decirme que hiciste una nueva locura?, ¿qué tal van las vacaciones?, ¿ansiosa por regresar al instituto?
— Sami, tenías que recordarme el instituto, ¿no?
Responde un poco irritada, dejo escapar una risita cuando la escucho murmurar de nuevo un “claro como tú ya terminaste esa parte”, niego con la cabeza.
— Solo es una pequeña bromita.
Digo utilizando mi tono inocente.
— Sí, Sami, sí, no recuerdo cuántas preguntas hiciste, pero…
— Al menos dime que hiciste algo loco que podamos utilizar para reírnos cuando seamos viejitas.
— Eh, no.
— Por el momento.
— ¡Samara!
Se exalta, pero, se ríe conmigo.
— Ya dime, ¿Adara seguirá más tiempo contigo? Ya se fue durante casi una semana.
— De hecho…, en estos momentos, ya ha de estar llegando allí, se fueron hace varias horas.
Lanzo un chillido tan agudo que estoy segura que Arya alejó un poco el móvil de la oreja para proteger sus tímpanos y mi nombre siendo pronunciado por su voz entre dientes, me lo confirma.
— Lo siento, lo siento.
Me apresuro a decir, mientras continúo en la llamada reviso la aplicación de mensajería para ver si Adara me ha dejado algún mensaje diciéndome que llegaba hoy, pero, nada, abro la boca un poco indignada, ¿cómo que no me dice que ya está llegando?
— Tranquila, Sami, solo apreciaría que me dijeras cuando vas a chillar así.
— No fue intencional, pero, Adara no me ha dicho nada, ¿estará enojada conmigo?
— Eso es imposible, Sami, solo ha de estar pensando en cierta persona que ha dejado por aquí.
— ¿En quién?
Pregunto con curiosidad, si es quien creo que es…
— Pues…, bueno, un chico de por aquí.
— ¿Sander?
— ¿Sabes de eso?
La clara duda en su voz me da a entender que quizás ella tiene información diferente a la mía, pero, de la misma persona, así que, esta llamada no se terminará hasta que sepa lo mismo que ella.
— ¿Por qué no iba a saberlo? Soy su amiga
— ¿Por qué parece que sabes más que yo que soy su prima?
— ¿Debería saber más?
— No lo sé, dime tú.
— A mí me dijo que lo conoció en el parque, incluso no supo qué responder las primeras tres oraciones.
Reímos al mismo tiempo, no nos estamos burlando, pero, ni a Arya ni a mí nos sucedería algo parecido, si algo tenemos, es que podemos llegar a hablar hasta por los codos, pero, Arya a veces de los nervios dice oraciones incoherentes, en cambio yo… yo soy capaz de armar todo un teatro en menos de cinco segundos, gracias arte.
— Me contó sobre eso, creo que podrían ser una buena pareja.
— ¿Verdad que sí? No he visto al tal Sander en persona, pero, escucho la voz de Adara y esa voz es una de ilusionada.
— Si me ha dicho que cree que le gusta.
— ¡A la macarena santa! Eso no lo sabía, pero, ya mismo me voy a su casa, yo debo saberlo todo también.
Me levanto del sofá viendo por donde tiré mi bolso, al encontrarlo voy a tomarlo inmediatamente mientras escucho la risita de Arya.
— No la agobies con tantas preguntas.
— Sí, sí, que la atropelle con muchas preguntas.
— Sami…
— Lo siento Arya, ya voy tarde, te escribo luego, pero, no olvides que si vas a jugar a las fiestas, siempre debes utilizar globitos de sabor.
— ¿Globitos de sabor?
Dejo escapar una risita divertida mientras salgo nuevamente del apartamento, Arya puede ser ingenua en algunos casos.
— Sí, Arya, de esos que ayudan a no tener pequeños bebitos.
— ¡Samara Smith!
Río a carcajadas imaginando el rostro sonrojado de mi mejor amiga, ella se despide de mí diciendo que estoy loca, lo cual es cierto, pero, nos queremos de igual forma. Adara, allá te voy por el chisme.