Una oportunidad

1248 Words
El mismo día Miami Teresa Tengo una sensación extraña en el pecho, la verdad es que por más que mi cabeza me grita que deje de pensar en Alejandro, es imposible no guardar una señal de esperanza de verlo, incluso parezco una tonta mirando con disimulo la puerta principal de la discoteca hasta que miro salir a Laura que camina con calma, y en unos segundos escucho los reclamos de Ana. –¡Laura! Tardaste demasiado, ¿Qué estabas haciendo? –Lo siento chicas, pero me encontré con un amigo, mi colega el abogado– responde Laura. –¡Ah…! Ese amigo misterioso que no conozco– dice Ana con malicia. –Chicas ¿De qué me estoy perdiendo? –pregunto. –Teresa, Ana exagera, solo es un amigo con él que pasaba un rato, ahora estoy intentando arreglar todo con Raúl– responde Laura. –Bien por ti Laura, porque yo no quiero arreglar nada con mi esposo, más bien estoy buscando tener el divorcio sin darle un centavo de mi herencia– explico. –Tenemos que charlar Teresa, porque te puedo ayudar con tu divorcio. Al día siguiente Alejandro ¿Qué diablos me hizo esta mujer? No pude dormir, solo soñaba despierto con mi cenicienta, incluso todavía mis sabanas tienen su olor que parece que está aquí a mi lado, voy a terminar de enloquecer sino la encuentro, así en medio de muchas dudas deje mi departamento y no sé porque razón conduje a la discoteca a esta hora, pero ahora estoy en la puerta tocando sin respuesta, aunque camino buscando la puerta trasera viendo como reciben sus provisiones uno de los empleados y decido averiguar sobre ella. –Hola Amigo necesito que me ayudes a encontrar a una mujer, te daré una buena propina por la información. –Creo que te equivocas, no soy detective ni mucho menos, aunque mi amigo Saúl te puede ayudar, él conoce a todas las clientas que frecuentan la discoteca, incluso está hablando con una de sus amigas ahora, pasa y habla con él– me explica el sujeto. –Gracias amigo, en verdad espero encontrar a la mujer que busco– le afirmo mientras ingreso al lugar. Camino unos cuantos pasos viendo como limpian y organizan los empleados el lugar, preguntando a cada uno por Saúl, hasta que me indican que está cerca de la barra con una chica, así sigo hasta llegar donde me indicaron. –¡¿Saúl?! ¿Eres Saúl? –Soy él mismo, ¿Qué deseas? –me pregunta sorprendido. –Saúl mil gracias por encontrar mi celular, me salvaste la vida…–repite una mujer interrumpiéndonos saliendo de la parte de atrás de la barra. –¡Hola!, que bella coincidencia, estoy buscando a tu amiga, cabello n***o azabache y ojos verdes. –¡Ana! –dice Saúl. –¿Te llamas Ana? –pregunto con curiosidad. –¡No!, Mi amiga se llama Ana, Ana Rivera y ¿Tú eres? –Soy Alejandro Montes, y necesito encontrar a Ana, ¿Me ayudas? Debo parecer un idiota porque esta mujer se ha quedado pensativa analizando mi pregunta, ¿Será que me ayuda a encontrar a Ana? Por lo menos ahora tengo un nombre, incluso parezco un tonto repitiendo en mi mente su nombre mientras muero de impaciencia por una respuesta hasta que rompe el silencio la chica. –Alejandro ¿Por qué tendría que ayudarte a encontrar a Ana? Puedes ser un acosador, un asesino serial, un demente, un psicópata, ¿Cuál eres tú? –Te aseguro que ninguno, además Ana lo puede desmentir, pero dejando el juego me interesa encontrar a tú amiga, ¿Por qué ella se quedó con algo mío? Necesito recuperarlo– improviso un poco. –Saúl nos vemos, gracias por todo– escucho que se despide del chico mientras se aleja. –¡Oye! Disculpa no sé cómo te llamas, ayúdame con Ana, por favor– le pido mientras la sigo. –Me llamo Teresa, además no estoy segura de ayudarte con Ana, porque a mi amiga no le gustan los playboys– me afirma mirándome de pies a cabeza. –Teresa solo soy un hombre común, y todo lo que poseo lo he ganado con esfuerzo…–le afirmo llegando a la salida. –Alejandro está bien, te ayudaré, si te apresuras encontrarás a Ana en esta dirección, suerte, nos vemos– me asegura escribiendo en un papel para después dármelo y alejarse a tomar un taxi. Enseguida salgo disparado a buscar mi auto y conducir a toda prisa esperando llegar a tiempo para encontrar a Ana en ese lugar, incluso todavía estoy con mi cabeza hecha un caos, pensando que excusa le doy por presentarme tan repentinamente. Un rato después Sin saber dónde era la dirección estaciono según lo que me indica el GPS, llegó a una zona modesta, de clase media, bajo del auto mirando a todos lados buscando el tablero de los timbres con varios botones de cada departamento tocando todos con la esperanza que me conteste ella, así espero hasta que mi mirada se pierde en la vereda de enfrente viendo a Ana que camina a la parada de taxis donde sube a uno, enseguida camino a mi vehículo para seguirla intentando no perderla de vista. Dicen que siempre hay una primera vez para todo, pues yo lo estoy haciendo parezco un acosador, por esta mujer que me deslumbro y no puedo arrancarla de mi cabeza, en medio de esta locura que estoy haciendo llegamos a un edificio en la zona comercial, con el logotipo de la cadena de hoteles de la familia Davalos, al parecer mi cenicienta trabaja aquí, enseguida busco un lugar rápido para estacionar en una de las calles, mientras miro que ella avanza a la entrada principal del edificio, así cruzo la avenida como puedo en medio de claxon de los autos hasta que llego al otro lado, donde literalmente apresuro mi paso para alcanzarla abriendo la puerta de ingreso, viendo que saluda a uno de los empleados de la recepción hasta que avanza al torniquete donde le grito para detenerla. –¡Ana! ¡Ana espera! –Señor ¿A dónde va? ¿Tiene reunión con algún ejecutivo? –pregunta la recepcionista del lugar. –Tengo una reunión con la chica que acaba de ingresar, Ana Rivera– le aseguro. –Espere un minuto aquí, por favor– me pide mientras hace señas para que detengan a Ana. Mientras yo parezco un tonto esperando en la recepción hasta que Ana regresa con una cara de sorpresa donde estoy. –Disculpe señorita, pero el señor aquí presente asegura que tiene una reunión con usted– dice la recepcionista. –Lucía no recuerdo, pero si el señor me refresca la memoria con su nombre, podría ayudarlo. –Señorita si gusta yo me ocupo de mostrarle la salida al señor– asegura un tipo de seguridad. –Ana por favor dile que nos conocemos, no creo que me hayas olvidado tan rápido, soy Alejandro o quieres que grite unos cuantos detalles íntimos– uso todos los recursos que dispongo. –¡¿Ana?! – pregunta pensativa, aunque creo que disfruta el momento. –Por favor tu amiga Teresa, me dijo donde podía encontrarme, ella me dio tu nombre ¡Ana! ¡Ana Rivera! Si antes pensaba que estaba haciendo el ridículo ahora mucho más, esperando que ella asegure que me conoce para que no me saquen la gente de seguridad del edificio.
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