Grayfurd también hizo sus movimientos. Se la pasó volando por encima de todos los aliados mirando las fuerzas que se habían reunido. Aunque se conocían de muchos años no estaban concientes de la magnitud del ejército porque nunca se habían podido reunir así. Se sentía muy orgulloso de todos los Salabines y seres de luz que se habían reunido para pelear ahí.
El elemento de la sorpresa ya había pasado y estaban con la moral muy elevada listos para defender su hogar.
Recorrió una gran distancia desde la cual puso ver decenas de tronos con guerreros arribas de ellos, perfectamente listos para dar la pelea de sus vidas.
Esos carruajes eran una gran ventaja ya que los enemigos no peseian nada igual. Aunque algunos podían volar y moverse rápido no rivalizaba contra el poder de los tronos en este aspecto. Someterse ante su velocidad e impacto era un gran daño. Una habilidad que sin duda necesitaran al ser inferiores en número.
Grayfurd también observó a los generales llevar uno a uno colocandose en zonas estrategias para dirigir a las tropas. Ellos tenían que esconder parte de su poder y energía porque era tanta que podía incluso trabar a los aliados, ese poder único sólo lo liberarían al enfrentarse con los enemigos más fuertes y eso lo más lejos posible de ahí.