Conduzco sin mirar atrás, las lagrimas me corren, la cara me arde, no es un viaje largo, son unas dos horas conduciendo, pero se me hace eterno. Cada cierto tramo debo parar para limpiar mi cara, los ojos empapados de lagrimas que no paran de salir no me deja conducir. Es medio día cuando logro llegar a la dirección que tenia anotada en una pequeña agenda donde guardo muchos de mis contactos, números telefónicos y direcciones.
Junto al edificio hay una pequeña cafetería, entro en ella y pido algo para comer, voy al baño y me tomo el tiempo para lavarme la cara, asearme un poco antes de encontrarme con la persona encargada del arriendo; él me indico cuando hablamos hace una semana, antes de salir de viaje, que una vez que llegara lo llamara, debía pagar por adelantado el primer mes de arriendo y dejar un depósito, y luego podría subir mis cosas. Veo las fotos que tengo impresas del lugar para darme ánimos de continuar, por instantes me debato en devolverme donde Johan, y tener una vida con él, lejos de mis sueños, observó las fotos del pequeño apartamento, creo que lo que sería la sala, la cocina, baño y habitación están contenidos en el espacio que sería mi habitación, con una pequeña ventana con vista al interior, pero aun así no me importa en poco tiempo seré famosa y podré tener una mansión, sin embargo, en este instante para mi es perfecto, tal vez con el tiempo adopte un gato para no sentirme tan sola.
Luego de comer, y cuando me siento lista observo que hay en la ventana un pequeño cartel que dice que: Se busca mesara. Con la sonrisa plasmada en mi rostro lo tomo y me dirijo hasta donde esta la persona que momentos antes me atendió y para tan buena suerte mía, ya tengo trabajo, mañana empiezo al medio día, apenas acabo de llegar y ya tengo empleo, que emoción, junto con lo que me envíen mis padres tendré para vivir tranquilamente. Y ahora a llamar a mi casero, marco el numero que dio y me responde al segundo tono.
— Buenas – mi voz sale titubeante e insegura – señor Mckellen, soy Amelia…
— ¿Quién? – pregunta desubicado.
— Señor yo voy a tomar el apartamento 705, nosotros hablamos la semana pasada….
— ¡Ahhhh! Ya sé quién es – dice casi gritando y yo siento un momentáneo alivio – pero pensé que se había arrepentido y le di el apartamento a otra persona…
— Pero si nosotros hablamos que lo iba a tomar, yo estoy aquí abajo – digo aguantado las ganas de llorar, por lo que la voz sale estrangulada.
— Si, sí, sí, pero se demoró, me dijo que en unos tres días estaba acá, y se demoro una semana, lo siento.
— Pero, pero, pero… - respiro profundo – ¿por casualidad tiene otro apartamento?
— No, lo siento, están todos ocupados.
Y sin mas cerro la llamada, y así pase de tener un mal día por dejar a Johan, a la alegría que mi apartamento y mi nuevo empleo, a la tristeza de no tener casa. Pase el resto de la tarde deambulando por la ciudad buscando un lugar donde poder vivir, al final parquee donde pude y pase la noche dentro del auto, hacia frio, tenia hambre, sentía que mi mundo se derrumbaba, por un instante quiera volver donde Johan, él me proveería un lugar donde dormir, me daría amor, me daría… son solo ilusiones mías, no me daría nada. En algún momento me quedo dormida, para despertarme el golpe de un indigente en el vidrio, el susto fue tal que mi cabeza golpeo contra el techo del auto, y como si no hubiese llorado lo suficiente, mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas.
Pienso en todas mis opciones, no tengo casa, mis padres vendieron la granja y ya deben estar partiendo su recorrido por el mundo, así que ir donde ellos no es una opción. Johan me pidió que me quedara con él, pero yo le dije que tenia todo solucionado, que no lo necesitaba, además que me fui sin despedirme, en más de una ocasión lucho con la tentación de marcarle y pienso que tal vez él este igual que yo, con ganas de hablarme, pero el orgullo herido le supera, debe esperar a que el tiempo pase. Pienso en mis hermanos uno a uno repaso sus nombres, pero ¿Qué les diría? Que no puedo con mi vida de adulta, que necesito ayuda; respiro profundo una y otra vez, debe haber una solución sin mostrarme como derrotada. Estoy en ello cuando mi celular suena, del susto me vuelvo a golpear con el techo del auto, es Daniela, mi amiga de colegio.
— Hola, Amiga, ¿Cómo te va en la gran ciudad? – dice en un grito sostenido de una falsa emoción.
— Hola Daniela, super bien, no tienes idea lo linda que es – digo fingiendo voz de emoción y euforia – y si supieras, apenas llegue ayer y ya hoy empiezo a trabajar.
— ¡Que suerte amiga! – dice en el mismo tono de voz de falsa euforia – ¿y Johan? ¿sigue contigo?
— Siiii, todo es tan perfecto – digo en el mismo tono de falsa emoción mientras mi corazón está a punto de estallar - estamos a solo hora y media en auto, el va a la universidad y yo estoy planeado presentarme también en la universidad el próximo año.
— ¿y por que estas con ese perdedor? – dice en tono chismoso.
— Porque es un hombre excepcional, y hace el amor como los dioses.
— Me alegro mucho – ahora su tono de voz es cargado de ácido y resentimiento.
— Amiga ¿tu como estas? ¿Cómo va todo por allá? – le pregunto en el mismo tono inquisitivo que ella usa.
— Super bien, planeando visitarte, si hay tantas oportunidades quiero igual.
— Bueno amiga, te espero entonces – digo con falsa felicidad – ahora te dejo que debo ir a trabajar.
No se como hice para ser amiga de ella por tantos años, si realmente me odia y apenas me doy cuenta ahora, Johan siempre me lo decía, pero yo siempre pensé que eran sus celos, o bobadas de él al verme con otras personas, pero ahora me doy cuenta que tenía razón. Así que tomo una decisión apresurada, voy a triunfar acá, la cuando vuelva deberé ser la mujer más famosa del mundo y punto, por lo que me preparo para ir a trabajar y lo siento por Johan, no podre devolverle el auto tan rápido como lo tenía planeado.
Mientras conduzco con las insufribles calles de Manhattan pienso en Daniela, en que cuando ingresé a secundaria siendo toda una mujer y cuando todos me miraban ella me invito a sentarme en su mesa a la hora de almuerzo e hizo que fuese parte de las porritas, muchas veces me incito a besarme con hombres que no me gustaban y a enredarme con ellos hasta hacerme sentir incomoda conmigo misma y mi cuerpo, pero como no quería ser una perdedora, no quería estar en el grupo de los rechazados, cedi a todo lo que ella decía, lo cual todas obedecíamos sin dudar, dejando a un lado a Johan, quien con el tiempo se volvió de los nerd del curso, al punto que fue de los pocos que pudieron ir a una universidad.
Aun recuerdo como perdí mi virginidad, Daniela me embriago a mi y a Caroline, nos dio todo lo que encontró, no recuerdo nada de lo que paso esa noche, cuando despierto estoy con un dolor de cabeza asqueroso, desnuda y con una mancha de sangre de la sabana, totalmente sola, ella con una sonrisa que no logre descifrar me felicito, que ya era una mujer, no entendí nada, pero como debía ser la mas perra de las perras para encajar con ella, le sonreí de vuelta, para luego llegar a casa a bañarme, me sentí sucia por semanas, y después de ese día no pude ver a los ojos a Johan por mucho tiempo. Una semana después en la siguiente fiesta, me fui a la cama con el primer hombre que se me acerco, quería hacerlo consiente, quería saber que había ganado o que había perdido, y honestamente lo odie, fue asqueroso, pero aun así seguía revolcándome con todos los que se me atravesaran en el camino, cada día lo odiaba más, hasta que no pude mas y con mi corazón roto busque a mi amigo, el único que tenia de verdad, pero en ese momento, no sabia como devolver sobre mis pasos, ya era demasiado tarde, era la perra inalcanzable, pero por mi bien, decidí quedarme sola pero fingiendo que seguía siendo la misma, me daba pánico ser rechazada, terminar la preparatoria e irme lejos de ese lugar, y aquí estoy a muchos kilómetros de distancia sin un lugar donde vivir, pero libre.
Por eso cuando Johan me beso mi mundo se quebró, creo que no lo había pensando hasta ahora que estoy sola, lejos de todos, lejos de la seguridad de mis padres, me hizo replantear los últimos años de mi vida, hizo que empezara a ver la vida de una forma diferente, y ni hablar cuando hicimos el amor, fue la primera vez que tuve todas esas sensaciones en mi cuerpo, me sentí amada de verdad, y ahora no lo tengo y creo que él no me va a perdonar irme de esa manera.
Limpio rápidamente una lagrima que corre por mi rostro al tiempo que parqueo, hoy es mi primer día de trabajo, y lo voy a hacer bien, saco algo de ropa de mi maleta, guardo lo demás y antes de empezar a trabajar me tomo unos minutos para bañarme y vestirme, no hubo tiempo mas que para una corta ducha y ponerme la ropa, compro algo de comida y escucho las instrucciones de mi jefa.
El trabajo es simple, solo debo atender las mesas, tomar las ordenes y llevar el pedido, la jornada se pasa volando, lo malo cuando esta se fue terminando una preocupación me asalto ¿A dónde voy a dormir esta noche? Cuando me retiro a recoger mis cosas, una chica se acerca a mí, su cara es bonita, tiene unos ojos grandes y expresivos color verde oliva, lo que hace juego con su nombre, su piel parece bronceada y la enmarca un cabello n***o y sedoso. Se acerca a mi tendiendo la mano, en señal de saludo.
— Hola, Soy Olivia – sonríe ampliamente.
— Hola, soy Amelie – le respondo con la misma sonrisa.
— ¿Hace cuando estas en la ciudad? – su cara ahora luce apenada – perdona, si soy imprudente.
— Tranquila, llegue ayer… soy de Nashville ¿y tú de dónde eres?
— ¡oh! Yo soy de Telluride, Colorado… ¿Qué haces aquí?
— Yo vine a explorar, ver otras cosas – bajo un poco la mirada y de repente la sonrisa se me borro, no pude mantener mi posición de superada – la verdad ya ni se, tenia tantos planes que ahora no los veo posible…
— Te entiendo – dice sonriendo – yo llegué aquí porque mi novio quería una vida de ensueño, a los pocos días terminamos y yo estaba sin dinero, sin casa, sin familia, mi madre me hecho de casa cuando me fui con él, así que empecé a trabajar para reunir algo de dinero, pero ya llevo acá dos años y no tengo otros planes…
— Te entiendo, mi novio me pidió que me quedara a vivir con él, me dijo que nos diéramos una oportunidad, me asuste, tome su auto ayer y aquí estoy…
_ ¿Dónde estas viviendo? – me pregunta preocupada.
— En su auto – respondo en un hilo de voz.
— Se lo que se siente – me sonríe de vuelta – donde vivo hay algunos apartamentos desocupados, tal vez pueda encontrarte algo para vivir.
— Si, por favor – digo emocionada.
Ella se va a un lado a hacer una llamada, mientras yo me muerdo las uñas, no puedo creer mi suerte, y ruego en silencio que me ayude a conseguir un lugar donde vivir. A los pocos minutos volvió sonriente, había un lugar en el mismo edificio donde vive, lo malo, que es un lugar super costoso, y no tiene ni ventanas, lo bueno que no tendré que pasar frio esta noche en un auto. En el camino a lo que seria mi nuevo hogar, ella me cuenta que vendió su auto hace mucho tiempo y se mueve en metro, que es más fácil y económico, me explica como es todo, donde ir y que hacer. Cuando llegamos me encuentro frente a un edificio de unos diez pisos, dejo mis cosas en el baúl, mientras subimos a hablar con la persona encargada de la administración, es un señor muy gordo y grande, quien habla en un tono pausado, tan lento que me desespera, me lleno de paciencia mientras me explica el funcionamiento del edificio. Les resumo todo: el espacio es tan pequeño como el baño de mi madre, es solo una habitación que hace de sala, habitación, comedor, una pequeña L que es una cocina falsa, donde hay solo dos fogones, una pequeña barra y un lavaplatos del tamaño de un lavamanos, una nevera miniatura y ya, sin ventanas solo tiene un pequeño respiradero horizontal por donde entra y sale el aire, y un poco de luz solar que no alcanza a calentar el lugar, sin embargo, es lo que hay, para lavar mi ropa debo ir a una lavandería común que hay cerca y debo pagar por ello. Lo único malo es que como p**o un solo valor que incluye servicios, no podre llevar a alguien a dormir conmigo, incluye parejas, familia, amigos y mascotas.
Subo mis cosas hasta lo que es digamos mi hogar, para dormir hay un colchón viejo con olor a rancio que dejo el anterior propietario, el solo verlo me da asco, así que opto por dormir dentro de mi sleeping bag, lejos de ese asqueroso colchón, luego me tomare el tiempo de amoblarlo. Lo malo es que no puede dormir, paso la noche llorando, me siento sola, todo es tan abrumador, tan grande, tan solitario, tan asqueroso, pero me repito una y otra vez que debo sobrevivir, mientras las lagrimas que corren por mi rostro me dice que huya del lugar.
Se que es un nuevo día porque el bullicio invade el lugar, las paredes son tan delgadas que puedo saber que hace mi vecino, puedo escuchar sus respiraciones, los puedo oír preparándose para salir a trabajar, son apenas las seis de la mañana cuando salgo de la cama, bueno del sleeping bag, lo recojo y dejo en un lugar, con la poca luz solar que entra y con la luz encendida, veo que el lugar esta hecho un asco y ni hablar del baño, pareciese que una masacre hubiese ocurrido en ese lugar. sin bañarme, salgo del lugar compro algo en una panadería vecina y luego en el mercado cercano compro cosas para aseo, según instrucción de Olivia debo estar lista a las doce del mediodía, para entrar al turno de la tarde, ella pasara a buscarme, por lo que paso la mañana limpiando el lugar, para ser tan pequeño se llevo muchas horas de mi tiempo, lo mejor de todo es que ya saqué ese asqueroso colchón, ahora debo comprar mis propias cosas. son las once y media cuando logro terminar, me baño, me visto y a las doce estoy lista, hoy decido ir en metro.
Usar el metro fue una experiencia alucinante, todas las personas caminaban afanadas a un lugar fijo, van con la mirada perdida, algunos hablaban por celular, pero cada uno va a en lo suyo y en cuento a la forma de vestir, cada uno lleva un estilo tan variado y distinta que podría pasar horas viéndolos, buscando determinar a cada uno, analizando la forma como ven el mundo. El día de trabajo paso tranquilo, en los momentos libres converso con Olivia, nos reímos y compartimos chistes, por algún motivo siento que puedo confiar en ella o tal vez sea la soledad que me invade y la veo a ella como mi tabla de salvación; al terminar el día una llamada de Johan esta perdida en mi celular, me debato entre si le respondo o simplemente lo dejo ser, sé que debo devolver su auto, pero lo voy a usar una vez mas y prometo conducir en mi día libre para dejárselo.
Esa noche duermo otra vez en el sleeping bag, el piso duro ya me esta agotado, así que a la mañana siguiente muy temprano voy por algunas pocas cosas, compro un sofá-cama, una mesa para el televisor que me lleve de casa y un escritorio para el computador, un pequeño florero para llevar algunas flores y un cuadro con una playa gigante que me hiciera pensar en el sol y el calor, compre algo de comida y volví a casa. Cuando organice todo en su lugar parecía que tenia un hogar, ya no me veía como una indigente y por fin esta noche dormiría en algo cómodo.
Los días pasaron en calma, se acercaba mi día de descanso y eso significaba el momento en que debía llevar el auto de Johan de vuelta, pero era algo que, aunque me costara debía hacer, igual no lo estaba usando, no era nada necesario, para lo ultimo que lo use fue llevar las cosas que había comprado a mi nuevo hogar, de lo contrario, no lo necesito. Había pasado una semana desde que pise la ciudad, era un jueves y el otoño se empezaba a sentir en el cuerpo, las hojas empezaban a caer y el buen clima del verano empezó a quedar atrás, agradezco infinitamente que Olivia me ayudara a encontrar un lugar donde vivir, si no, me hubiese convertido en una paleta.
Conduzco los kilómetros que me separan de Johan, mi corazón late con fuerza a medida que me acerco a la universidad, las manos me sudan y siento la boca seca, en definitiva, estoy asustada, nerviosa, ansiosa y emocionada y todo al mismo tiempo, no pensé que tantas emociones podrían convivir en un solo cuerpo, pero aquí voy yo, sintiendo todo al mismo tiempo. Dejo el auto en el lugar donde le corresponde, reviso que no se quede nada mío antes de bajar, para encontrarme un pequeño peluche de cuando yo era niña, Cebrita, mi muñeco favorito de niña que es un cebra con un tutu rosa, tomo una hoja de mi agenda y le escribo una pequeña nota, le doy un beso a mi muñeco por última vez y le dejo en la silla del piloto junto con la nota:
“Para que te haga compañía en las noches frías, cuida a Cebrita por mí, y no se te olvide que te amo. Gracias por tu auto.”
Revise que todo estuviera en orden y en un pequeño sobre que ya había preparado antes dejo las llaves con una pequeña nota que solo dice: “te amo, gracias por tu auto y perdóname por irme de esa manera”. Me debato en como dejarle las llaves, por una parte, pienso en llamarlo y decirle que nos veamos en un lugar, otra parte de mi piensa que lo mejor es dejarlo en su habitación, al final para evitar sufrir mas y tal vez no poder separar nuevamente de él, camino hasta lo que sería su habitación y lo dejo en la puerta de ella, rogando que nadie mas lo tome y llegue a las manos de su destinatario.
Con el corazón arrugadito y las lagrimas corriendo otra vez, como si no se cansaran de correr desde que empecé con él, regreso a mi nueva casa, la cual se siente mas sola y grande que de costumbre, a pesar de su pequeño tamaño, me dejo caer en el sofá que en las noches hace de cama y lloro, dejo que todo ese dolor por no ser capaz de verlo salga dentro de mí, para que un mensaje de texto entre a mi celular.
“Gracias por Cebrita, la voy a cuidar mucho, también te amo”.