Capitulo dos. Solo una oportunidad.

3251 Words
Diecisiete años antes. Ultimo día de clases, veo el reloj de forma ansiosa una y otra vez, solo unos minutos más y no deberé volver al colegio, solo unos minutos más y seré libre. No me mal entiendan amo venir al colegio, mis amigos están aquí, las mejores experiencias de mi vida las viví aquí, así como las peores; pero sentarme por horas a hacer tareas no es lo mío, yo quiero ser famosa, quiero que mi nombre aparezca en todas las revistas, quiero que todo el mundo sepa quien soy yo, y creo que no lo voy a encontrar sentada en un salón de clases aprendiendo tantas cosas innecesarias, mi madre aun no lo sabe, pero mi plan es irme a New York, quiero vivir en la gran ciudad, todos mis hermanos han escogido sus vidas y yo sigo aquí atascada hasta que termine colegio. Por fin escucho el ultimo sonido de la campana del colegio, por fin no voy a volver a escuchar ese estridente y odioso sonido, soy libre, le prometí a mi madre que me quedaría en el colegio hasta el final, solo por ella estoy aquí y en unos días usare la toga y el birrete, para que sonría mientras toma las fotos y las cuelgue luego en la sala de estar. Camino a paso apresurado buscando la salida, cuando el calor de una mano me detiene, volteo a ver quien es la persona que tira de mi hacia atrás para encontrarme a Johan, mi mejor amigo. Siempre hemos sido muy unidos, menos en una época dónde quería ser la chica popular. Aún recuerdo el día que lo conocí, nuestras mamás se quedaron hablando en la puerta mientras nos empujaban distraídas para hacernos entrar al jardín de niños, ellas se conocían de antes. Recuerdo que muchas veces que Marie, la madre de Johan, llegaba a visitar, incluso en un par de ocasiones lloraba mientras mi madre le consolaba, sin embargo, nunca antes había visto a su hijo, hasta esa mañana, me pareció un niño muy tímido, tenía miedo de separarse de su madre, miraba hacia atrás mientras ella nos empujaban a entrar, el siendo hijo único no fue fácil desprenderse, yo la última hija de seis estaba más que acostumbrada a ser una más del montón, por lo que le tome la mano y tire de él, lo arrastre por los pasillos y para nuestra fortuna era el mismo salón de clases, nos sentamos uno junto al otro. Por lo que cada mañana era la misma historia, nos llevaban al colegio, nos dejaban en la puerta y ellas luego conversaban, nosotros entrabamos al mismo tiempo. Al principio era extraño ser su amiga, luego me acostumbre, me preguntaras ¿porque es extraño?, a ver, ¡es un niño! y las niñas a esa edad odiamos a los niños, después los amamos, pero en ese momento somos casi enemigos naturales, regla básica de supervivencia escolar, por lo que en el recreo me juntaba con las otras niñas, mientras él comía solo, después me dio pena verlo tan triste, así que pasaba parte del descanso compartiendo nuestras meriendas. Con el tiempo empezamos a volvernos amigos, pasábamos juntos todo el día, hablábamos entre clases, las profesoras nos regañaban, en el descanso jugábamos en el parque de recreo. En la tarde, se repetía la misma historia de la mañana, salíamos juntos, y era como si no se hubiesen movido nuestras madres en todo el día, siempre las veíamos conversando de pie en el mismo lugar, se despedían alegremente mientras nos tomaban a cada uno de las manos para luego llevarnos a casa. Y fue como si la historia se repitiera una y otra vez cada día hasta que llegamos a la secundaria, fue como si todo cambiara de forma abrupta, nuestras madres dejaron de llevarnos, los padres de Johan se divorciaron, su madre se cambió de casa y empezó a trabajar, mis hermanos mayores empezaron a irse de casa, él empezó a ir en bicicleta, mientras que a mí por la distancia alguno de mis hermanos mayores me llevaba, se sentía raro no entrar a la escuela con Johan cada mañana, pero en ese momento la pubertad había tocado la puerta, mi cuerpo mágicamente había cambiado durante las vacaciones de verano y todos los chicos me miraban, en ese instante nos alejamos un poco, él empezó a hablar con otros chicos, se volvió el nerd del curso, y yo pase a ser una de las chicas populares, pero aún así, seguía siendo mi mejor amigo y siempre sacaba el momento de mi tiempo para preguntar por su vida. Cuando empecé la secundaria me gustaban los chicos y yo a ellos, y en más de una ocasión en lo que duro esa etapa loca me encontraban besándome con ellos en el baño, los pasillos y en las gradas de la cancha del colegio, para luego terminar enredada entre las piernas de ellos, no sé cuántos fueron, al punto de crearme la fama de chica fácil. Fui reclutada por las porristas, pase a ser la chica por la que todos deliraban y Johan, pues se volvió mi pañito de lágrimas, cada vez que un chico me rompía el corazón, me consolaba con paciencia, le podía contar todo lo que quisiera y no me juzgaba, es la persona en la que podría confiar mi vida. Por lo que al sentir su mano cálida que tiraba a su cuerpo me deje llevar, no opuse resistencia, era la primera vez que me dejaba ver en público con él con nuestros dedos entrelazados, caminamos así hasta la puerta del colegio, y unas cuadras más, cuando me detuvo, tomo mi cintura me acerco a su cuerpo y me beso, no un beso cualquiera, uno que demuestra mucho más, me dejo llevar por él, me dejo llevar por su beso y su mano sosteniendo firme mi cintura mientras la otra esta en mi cara, en este instante me doy cuenta que no es un niño, no es el pequeño tímido con el que entraba a clases en el jardín de niños, es un hombre mucho mas alto que yo, que sabe besar, que huele rico, que me toca con delicadeza, que me excita, que me gusta… En ese momento detengo el beso, no se a que juega, no sé qué busca de mí. Doy un paso a tras para mirarlo a los ojos, ahora que veo definitivamente es mucho más alto que yo, me gusto mucho el beso, pero necesito saber que quiere de mí. — Johan, ¿Por qué me besaste? – pregunto dudosa. — Porque me gustas desde hace muchos años, no tienes idea lo que me gustas y no quiero irme a Yale sin antes probar el sabor de tus labios. Por instinto me llevo la mano a los labios, no puedo creerlo, a mí también me gustó mucho el beso, y ahora quiero volver a besarlo, y apenas me doy cuenta que realmente también me gusta, el aprovecha mi silencio para tomar la palabra. — Amelie, dame una oportunidad, si no te gusto, si no quieres tener nada conmigo… — pasa la mano por su cabello — igual me voy a ir en dos meses para Yale, y prometo no volverte a buscar, si te gusto… — suspira — podemos organizar algo tal vez… — Johan, para por favor — digo en tono seco bajando mi mano - un día a la vez, hasta hace unos minutos no sabía que te gustaba — digo alzando la voz de forma estridente — es mas no sé qué hago aquí ahora, se supone que iba a salir con mis amigos a celebrar el último día de clases… — Pásalo conmigo, por favor — dice en un susurro mientras sostiene mi mano — por favor, solo hoy, mira Amelie, no fue fácil para mi decidirme a dar un beso, no fue fácil para mi decirte que me gustas… Se hace un silencio largo, no se que decirle, estoy pegada al pavimento con nuestras manos entrelazadas, él me mira a los ojos abiertos y expresando tanto aunque de sus labios no sale nada, sin embargo, veo como cada segundo que pasa su mirada va cambiando, se va volviendo triste, empieza a soltar con dulzura mi mano, para antes de liberarla me da un beso suave en el dorso de ella y luego dejarla en el aire. — Tranquila, ya veo que hiciste tu elección, gracias por los años de amistad… — da dos pasos caminando hacia atrás, sin quitar su vista de mí, hace un gesto de despedida cuando gira mirando al frente y acelera el paso — gracias por todo y adiós. No puedo creer que este dejando ir a un hombre maravilloso porque no soy capaz de hablar, no sé qué tengo cuando todo mi cuerpo empieza a temblar y las lágrimas corren por mi cara, una ráfaga de pensamientos pasan por mi mente, no es mi primer beso, he salido con muchos chicos antes, he tenido sexo con muchos chicos antes, y la mayoría de las veces he terminado con el corazón roto, pero ahora, no quiero volver a sufrir, se que se ira y yo también, los dos nos iremos, es mejor así, tal vez ninguno de los dos sufra. Toco mis labios otra vez, su olor esta impregnado en mis manos, cuando quiero reaccionar ya no está. Una de las porristas me saca de mis pensamientos, nos subimos a su auto y nos vamos a celebrar el fin del curso, sin embargo, mi mente esta con Johan, intento llamarlo, pero su celular siempre manda a buzón. Así que llego a la fiesta y hago lo mejor que se hacer en ellas, perder el control embriagándome y tomando todo lo que me ofrecen, hasta que, en algún momento de la noche me dejo caer en un sofá con la mirada fija en la nada, me siento culpable, Johan esta solo en casa mientras yo estoy aquí tomando hasta caerme. — ¿Qué te pasa Amelie? — chasquea los dedos Daniela – ¿Qué te tiene tan elevada hoy? ¿ya está borracha? — Nada, olvídalo, creo que mejor me voy, no me siento bien. Sin pensarlo salgo caminando sin rumbo fijo, un ligero hormigueo recorre mi cuerpo, con cada paso que doy una presión crece en mi pecho, no sé qué estoy haciendo, me siento estúpida, mi vida no tiene sentido y siento que voy caminando directo al abismo; para darme cuenta que estoy al pie de la puerta de la casa de Johan timbrando, su madre abre la puerta haciéndome seguir, mientras lo llama, el baja por las escaleras corriendo, me ve a los ojos para luego volver a subir sin decirme ni una sola palabra, yo subo las escaleras tras él y antes que me deje afuera de su habitación, yo entro. — ¿Se puede saber qué pasa? — le pregunto antes que él diga cualquier cosa. — Mas bien que te pasa a ti, te digo que me gustas, te doy un beso, lo cual fue muy difícil para mí, para que me dejes como un tonto… - grita con lágrimas en ellos ojos. — Como una tonta quede yo, me sorprendió es todo, es que no me lo esperaba — digo en un susurro y antes que el reaccione, lo beso. Me pongo de puntas, tomo su cara con las dos manos y le beso, un beso profundo y apasionado que al principio él no responde lo que me hace sentir miedo e inseguridad, estoy empezando a despegarme de sus labios cuando me toma de la cintura, me pega a su cuerpo, toma mi cara y responde el beso, en ese instante siento alivio y miedo, al darme cuenta que me gusta mas de lo que alguna vez me hubiese planteado. Le arrastro hasta la cama, se deja llevar por mí, deja que le bese, deja que le toque, me subo a horcajadas sobre su cadera mientras le sigo besando, siento su pene eréctil a través de la ropa, me muevo ligeramente, se lo que quiero, se lo que busco, cuando el me detiene. — Para Amelie, me gustas mucho… — dice buscando a compensar su respiración — quiero hacerlo contigo, pero hoy no, mi madre esta en casa… — su cara ahora luce roja de pena — nunca lo he hecho ni tengo condones, quiero que sea especial. — ¡oh!, perdóname Johan. Me pongo de pie y me dispongo a salir de la habitación, cuando el me detiene, me toma de la mano con su rostro totalmente rojo. —Te dije que hoy no, pero no te he pedido que te vayas, quédate conmigo por favor… Le sonrió ampliamente de vuelta, regreso a la cama y nos abrazamos bajo su manta mientras vemos una película, por ratos lo veo de reojo, observó sus grandes manos que me abrazan, sus ojos color miel, que parecen dorados al contraste con el sol, su cabello castaño cayéndole por el rostro, sus labios rosas que pareciera que tuvieran una sonrisa serena tatuada de forma permanente, y su rostro blanco que transmite cualquier emoción, es como un pequeño tablero, sé que emoción tiene con solo verlo, no se porque no me había dado cuenta lo apuesto que es, tal vez es mi afición a encontrar parejas que me rompan el corazón. Dos días después fue mi grado de colegio, por fin les cumplía el deseo a mis padres, su ultima hija se graduaba de colegio, su tarea estaba finalizada, solo dos de mis hermanos mayores habían alcanzado a ir a la universidad, sus notas eran tan ejemplares que ganaron becas, los demás se conformaron con empleos mediocres, menos yo, yo quiero ser famosa, quiero ser millonaria y que mi nombre este en todos los lugares; podría haber alcanzado una beca como porrista si solo hubiese alcanzado mejores notas, pero ya fue, aunque honestamente no me veía en una universidad, creo que las cosas son más fáciles que eso. La ceremonia de grado fue tranquila, sin mayores contratiempos, algunas pocas lágrimas y sonrisas, sin embargo, los más sonrientes fueron mis padres. Durante toda la ceremonia de grado y ante la mirada atónita de todos mis compañeros, mis manos estuvieron entrelazadas con Johan, no se porque no me di esa oportunidad ante, y me decido justo cuando está listo para irse a algunos cientos de kilómetros lejos de mí. Parece que estoy viviendo un sueño, no puedo creer lo hermoso que es esto, las cosquillas en el estómago, ahora entiendo la referencia de las mariposas, la sonrisa permanente en mi rostro, sentirme la mujer mas especial del planeta tierra. Dos días después del grado estamos en la habitación de Johan viendo películas, cuando el tiene mi mano, la besa con cuidado, mientras mi cabeza reposa sobre su pecho. — Amelie, ven conmigo, a New Haven, seguramente podrás conseguir un trabajo y en el siguiente ciclo, si quieres, podrás estudiar en algún otro instituto, o podríamos ver otras opciones, no se lo que te guste, pero ven conmigo — dice en una voz suplicante buscando mi mirada. — No Johan, yo quiero ir a New York… — Si yo sé, solo quería darte otra opción, y por favor si no te va bien en la gran ciudad, puedes buscarme, voy a estar solo a unos pocos kilómetros de distancia. — Si, lo sé — digo un poco triste, se lo que quiero y aunque me gusta mucho, no creo que junto a él obtenga lo que quiero. Se hace un silencio incomodo entre nosotros dos, por lo que me pongo de pie, miro por la ventana mientras me coloco los zapatos, él me mira atónito, no entiende que es lo que estoy haciendo, pero no voy a permitir que alguien me diga que debo hacer. — Amelie – su voz sale nerviosa — por favor quédate, prometo no volver a opinar. — Tu tienes todas las opciones — no puedo creer que le esté gritando — tienes unos padres que siempre te han dado todo, desde ropa nueva hasta la mejor universidad de todas, para mi siempre hubo ropa reciclada, y si quiero algo debo hacerlo yo, solo yo… y solo quiero una cosa, ser famosa y millonaria, y quiero irme a New York, siempre lo soñé… — Pero hay mas lugares Amelie, hay otras opciones, por favor — suplica mirándole a los ojos — déjame estar a tu lado, déjame crecer contigo, no tienes que hacerlo sola. — No sé de qué otra forma podría hacerse… — Prometo no volverte a tocar el tema, pero no te vayas — suplica tomándome de la mano — solo es este verano, disfrutémoslo lo que venga después ya veremos. — Johan, no es fácil para mí, entiéndeme… — Yo se que no es fácil, pero no puedo entenderte, quiero estar contigo, quiero apoyarte… — No me digas nada del tema, por favor. Y sin pensarlo me fui, camino sin rumbo fijo por las calles, camino de un lado a otro sin tener un destino claro, se que quiero irme a New York, también había pensado en los Ángeles, pero algo me dice que debo ir hasta allá, nos guste o no es la capital del mundo y es el inicio de nuevo siglo, quiero estar en sus calles cuando en el Times Square descienda esa bola luminosa anunciando la llegada del dos mil, quiero que mi cara este en todos los lugares, quiero eso para mi vida sin importar lo que tenga que hacer. voy caminando distraída cuando me choco de frente con el cuerpo de Johan, su cara luce agotada y preocupada, esta tenso. — Amelie, perdón, no fue mi intensión… — Johan, perdóname tu a mí, no es mi intensión… - digo mientras alzo la mirada — es solo que estoy cansada que todos me digan que hacer o a donde ir… — Prometo no volverte a decir más, solo déjame ser tu apoyo, estar cuando lo necesites, como lo he hecho hasta ahora. Le sonrió ampliamente, mientras el me limpia las lagrimas — No es eso, es que tengo miedo de equivocarme, estoy asustada, siento que siempre me equivoco… — Te vas a seguir equivocando, pero yo te apoyo, yo quiero estar contigo cuando seas famosa. Caminamos de la mano de regreso a su casa, nos damos pequeños besos, mis compañeros de colegio me miran atónitos, no entienden en qué momento empecé a salir con el chico nerd. Sin embargo, me tiene sin cuidado, soy feliz cuando estoy con él, además los días de vivir en este lugar están contados. Llegamos a su casa, su madre no estaba, lo senté en la cama mientras yo me acomodaba en la mitad de sus piernas, le bese, le toque el pecho, me deleite con su olor, huele a algo dulce mezclado con algo parecido a casa, como si fuese un lugar que siempre he estado, le desnudo suavemente, le quito la camiseta mientras le toco el torso, me sorprende su cuerpo, es delgado y atlético, siempre oculto por la ropa ancha que usa. Tiembla ligeramente bajo de mi tacto, lo desnudo, al tiempo que él me quita con cuidado la ropa, lo veo y me encanta. Nos besamos como si no hubiese mañana, nos tocamos como si fuese nuestro ultimo día juntos y hacemos el amor, por primera vez en mi vida hago el amor, por primera vez en mi vida abro mi corazón a un hombre.
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