Capítulo XXIX-2

2186 Words

De la forma en que el cirujano sacudió la cabeza podía deducirse que temía que fuera así y, al percatarse de que puede que estuvieran molestando al paciente, condujo a las dos mujeres al cuarto contiguo. —Pero, aunque haya obrado mal —continuó Rose—, piense en lo joven que es; piense que quizá no haya conocido jamás el amor de una madre, ni el calor de un hogar, y que puede que los golpes y los malos tratos, o la falta de un trozo de pan que llevarse a la boca, le hayan f*****o a juntarse con esos hombres que le han o******o a delinquir. Tía, mi querida tía, piense en esto, por el amor de Dios, antes de permitir que encierren a este pobre niño en una celda, que no sería sino la sepultura de todas sus posibilidades de enmendarse. ¡Ay!, igual que me quiere a mí, y sabe que fueron su cariño

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