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Seguía tarareando canciones, perdiendo su mirada en un punto inexistente de esa habitación. Hace minutos le había dado frío porque había llorado mucho, pero no había sido capaz de moverse un poco para poder cubrirse con el cubrecama. Le daba igual lo que pudiera sentir, porque eso era lo que Franco quería, él deseaba verla caer por sus propios sentimientos, y no quería darle eso. Ya no más humillaciones, ahora iba a existir porque eso debía hacer. Mientras seguía perdida en sus pensamientos, la puerta se abrió. Era una mujer más joven que la señora María y más arreglada también. Ella procuraba no mirarla demasiado, simplemente se le acercó, y dejó unas prendas sobre la cama. —Niña, vístase, debe ponerse linda… Katia dejó de mirar a la nada, para mirar a esa mujer y luego a la ropa q

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