Capítulo Once
La Nada chilló tan fuerte que se sentía como si pudiera estremecerla esta vez, incluso con Jeremiel llevándola fuertemente contra su pecho. Cassie gritó, pero la Nada robó sus palabras y la dejó aterrorizada. Ella era dolorosamente consciente de que el corazón de él latía bajo su oreja, y que en su pecho no habían latidos o movimiento alguno. Se sentía sólido, mientras ella se sentía difusa incluso a sus propios sentidos entumecidos. Jeremiel estaba vivo y ella estaba definitivamente muerta.
Ella seguía gritando cuando la Nada los lanzó, en lugar de permitirles pasar, hacia el otro lado, hacia la luz del sol de un día de verano. Jeremiel esperó esta vez para empujarla lejos, hasta que dejó de temblar.
—Se está poniendo peor —dijo Cassie.
—Tu conciencia se está deteriorand
