Capítulo Doce Tal como esperaba, Jeremiel la llevó a un cementerio. En lugar de ser un sitio oscuro, opresivo, el sol brillaba y un mirlo de alas rojas trinaba su graznido molesto mientras revoloteaba de arbusto en arbusto, persiguiendo insectos. —¿Es esta la parte en que aparece La Muerte y señala mi tumba? —preguntó Cassie. Jeremiel acarició la parte superior de una lápida. —¿Tal vez deberías leer primero la inscripción? Cassie esperaba ver su nombre grabado en la lápida de granito gris, pero en su lugar estaba tallado el nombre de su padre. —Mira la fecha —dijo Jeremiel. Cassie se arrodilló y pasó los dedos por el granito cincelado. —Murió un día después de mí —susurró Cassie—. ¿Creí que habían dicho que tenía una semana? —El solo aguantó porque tu madre prometió que te diría q