DESPEDIDA TRISTE.

3872 Words
Sin perder tiempo, Dana se adentró al quirófano, corrió hasta llegar donde se encontraba su hermana. La vio en la camilla, pálida y sin nadie que la atendiera. La estaban dejando morir, como a un perro herido que no tenía salvación. Cubrió su boca y, entre sollozos, se acercó. —¿Por qué? —cuestionó con la voz entrecortada. —Dana —musitó mientras le tomaba la mano— Mi hijo, lo escuché llorar, pude verlo. Dana acariciaba el cabello de su hermana. —Y lo volverás a ver, cuando te recuperes lo verás —intentó animarla. —Dana —respiró— Promete que cuidarás de mi hijo. La jaló hacia ella para susurrarle al oído. —Véngate de él, venga mi muerte. —¡No, morirás! ¡No lo harás, Ivana! —aunque el doctor le había dicho que sí, se negaba a aceptarlo. —Sabes que sí —tosió— Pero quiero morir sabiendo que ese infeliz sufrirá como yo sufrí. —No te entiendo, Ivana —musitó, dejando escapar más lágrimas. —Le gustas —Dana negó— Enamóralo y destrúyelo. Dejó caer el brazo, sentía que eran segundos los que le quedaban. —Prométeme, júrame que lo harás… Quiero que me jures que no dejarás que se quede con mi hijo… —No hables, no digas nada —suplicó. —Dana, me muero… —¡No, Ivana! ¡No, por favor! —Solo quiero escuchar que lo harás —entre lágrimas asintió. Luego de eso, Ivana cerró los ojos y no los abrió más. —¡No! ¡Ivana! ¡No me dejes! ¡Tú, no, por favor! —Dana clavó su rostro en el cuello de su hermana y gritó— ¡NO TE VAYAS, HERMANITA! —La sacudió— Ivi ¡Por favor abre tus ojos! ¡Dios, no te la lleves! ¡No, por favor! —Ahogó el grito en el cuerpo de su hermana. Tras pasar varios minutos de dolor, masculló —Te lo juro. Te juro que Aike Lanús pagará por esto, ese miserable derramará lágrimas de sangre por mí. Si no sucede eso, dejo de llamarme Dana Badawi —Limpió la humedad de las mejillas con el puño cerrado de la mano y luego se levantó, ya que del dolor se había arrodillado. Unas cuantas gotas de lágrimas cayeron sobre el rostro pálido de su hermana. Le besó la frente y sollozó fuertemente. —¡Dios, esto duele demasiado! Aike, por su parte, se encontraba en el mismo lugar donde quedó, con las piernas enrolladas y la mirada fija en la mancha de sangre. El agua afuera caía a cántaros, parecía querer romper los cristales. Fabien y Amaya llegaron para comprobar lo que les había dicho la empleada. Al abrir la puerta y ver la mancha de sangre, el cuerpo de ambos se estremeció. Reaccionando al segundo, Fabien se acercó a su hijo que permanecía como un zombi, con la mirada perdida. —¿Qué diablos hiciste, Aike!? —Las lágrimas de Fabien cayeron sin cesar. Abrazó la cabeza de su hijo y sollozó sobre él— Lo siento, pero no puedo dejar pasar esto por alto —el corazón de Amaya se apretó al escuchar eso de su esposo. —Ella se lanzó, señor -aseguró Rosa, la empleada de confianza de Aike. Los demás empleados lo negaron. Nadie había visto si se lanzó o no, simplemente escucharon que ella decía que se mataría si él la dejaba. Fabien no escuchó lo que dijo la empleada. Él sabía cuánto quería esa mujer a su hijo. Tanto así que fue capaz de abandonar su país para seguirlo. Aike era como un hijo para Rosa, y esta era capaz de hacer cualquier cosa por él. Cuando la policía llegó, esposaron a Aike y lo llevaron a la patrulla. Él continuaba sin reaccionar ante lo ocurrido. Se había quedado en shock, parecía estar hipnotizado por aquella desgracia. * Las r************* se llenaron de las fotografías de Austin Lanús e Ivana Badawi. Paola había decidido desenmascarar a esa mujer en r************* . “Miren bien. Este es Aike Lanús, siempre viste así, elegante y con un buen corte de cabello. Y esta de aquí es su esposa, Ivana Badawi, pero eso ustedes ya lo saben. La cosa aquí es que, esta mujer, antes de casarse con Aike, tuvo un romance con Austin Lanús, el gemelo de su esposo”, había cientos de personas conectadas viendo el en vivo de Paola, y poco a poco se iban conectando más. Solo bastaba encontrar el apellido Lanús para que la gente se interesara. Ellos eran una familia reconocida en el país. “Observen bien”, decía ante los comentarios que se negaban a aceptar lo dicho por ella. “Es Austin Lanús quien la besa. En este tiempo, Aike estaba fuera del país.” Varias amigas de la universidad de Austin e Ivana se conectaron al en vivo y aseguraron que eran ellos, incluso compartieron videos en los comentarios que ellas guardaban en sus redes sobre momentos que compartieron con Austin e Ivana. En uno de esos videos, se escuchaba “Ivana, Austin, saluden a la cámara”. Estos miraron y movieron la mano, luego se dieron un beso largo y apasionado. Esos videos se regaron como pólvora en las redes. * En la delegación, varias personas que se encontraban ahí vieron bajar a Aike de la patrulla. Más atrás llegó Fabien y otros miembros de la familia. Sacaron inmediatamente sus teléfonos y empezaron a grabar. Se enviaron los videos a la prensa y estos no tardaron en investigar lo ocurrido con los Lanús. * Por la mañana del día siguiente, los canales, radios y periódicos se llenaron de noticias sobre la familia Lanús. Después de sesenta y nueve años, volvían a estar en boca de todo el mundo. “Se dice que Aike Lanús lanzó a su esposa desde las gradas porque le fue infiel con su hermano. Al enterarse de ello, se volvió loco y empezó a destruir todo a su paso, incluida su esposa, que esperaba un hijo suyo.” Era la noticia que circulaba por los canales aledaños y de la que todo el mundo hablaba. Los reporteros se dieron el trabajo de ir a todos los hospitales del país, encontrando así a la hermana de Ivana Badawi totalmente destrozada. Esta se sorprendió cuando los reporteros la rodearon y cuestionaron sobre lo sucedido. Ella gritó con impotencia— ¡DEJENME EN PAZ! —y se volvió a desgarrar en llanto— Acabo de perder a mi hermana, tengan un poco de conciencia —suplicó. —¿Es verdad que Aike Lanús la lanzó desde las gradas? —era lo que varios empleados habían dicho. Dana no dijo nada, porque inmediatamente Xavi la apartó de entre la multitud que la sofocaba—. Hizo bien en no dar ninguna entrevista, señorita —dijo Xavi—. Los señores se encargarán de aclarar todo. —¿Aclarar? ¿O más bien tapar todo? —reprochó ella. No habló más con el chofer. Se mantuvo en silencio hasta llegar a casa. Al entrar, observó el lugar donde su hermana cayó, la sangre aún estaba ahí. La policía seguía investigando lo sucedido—. Le pedimos que se acerque a la comisaría y dé su declaración, como han hecho las demás personas que viven en esta casa. * En la delegación, Eli, una mujer de mediana edad y tía de Aike, le giró el rostro y suplicó—. Cariño, aclara que no tuviste nada que ver en la caída de esa mujer —Llevaba toda la noche guardando silencio, mirando fijamente un punto—. Tu hijo, Aike, tu hijo está bien —Días atrás habían hablado, y lo había escuchado muy emocionado porque iba a ser padre. Entonces Eli pensó que su sobrino saldría del shock después de escuchar eso, y le funcionó. —¿En verdad mi hijo está bien? —ella asintió emocionada. —Está en observación, pero los médicos dicen que hay un noventa por ciento de recuperación. —Necesito verlo, tía… La puerta se abrió y alguien con el mismo cargo que Eli ingresó—. Desde ahora me haré cargo yo. Sabemos que es tu sobrino y es mejor que te mantengas alejada del caso. * Amaya se encontraba en la habitación, recostada en la cama esperando que su esposo llamara para dar nuevas noticias. No obstante, este continuaba dialogando con los abogados, buscando una y mil formas para que se aclararan las cosas. Había un punto a favor de Aike. Pero ese punto también jugaba en su contra, ya que nadie vio si ella se lanzó o él lo hizo. Solo escucharon el grito de Ivana cuando iba rodando por las gradas. Fabien pasó la mano por su cabello, suspiró profundamente y entrecerró los ojos. Solo faltaba la declaración de Dana para que se diera una resolución. Esta ingresó a la celda donde se encontraba Aike. Cuando aquellos ojos la miraron, Dana sintió las venas hincharse. La rabia que sentía dentro hacía hervir la sangre. Inhalando profundamente cerró los ojos, debía mantener la calma y serenarse. Ese hombre no podía quedar en prisión, debía salir. Sí, tenía que ser libre para llevar a cabo su plan. —Todos los empleados dieron su declaración. Todos aseguran que Ivana amenazó con lanzarse —una lágrima se desprendió de sus ojos—. Ella no quería que la abandonaras, te amaba con el alma —apretó la reja y contuvo las ganas de llorar fuerte—. ¿Por qué ibas a abandonarla? ¿Es por lo que dicen las redes? Aike se levantó, fue hasta las rejas y mirando los ojos cristalizados de Dana preguntó: —¿Cómo está mi hijo? — Dana ladeó la cabeza. No podía creer que su hermana estuviera muerta y ese hombre preguntara por el niño. ¿Acaso nunca amó a su hermana? Quería gritarle tantas cosas. Desearle la muerte, si fuera posible. Pero tenía que mover bien las fichas, no podía dejarse llevar por el dolor y el odio. —Está bien —suspiró—. Y si quieres volverlo a ver, tienes que cumplir con la última voluntad de mi hermana. —¿Qué voluntad? —preguntó Aike. —Ivana me pidió que cuidara de mi sobrino, que estuviera siempre a su lado. Si no me dejas estar al lado de mi sobrino, declararé que tú empujaste a mi hermana y te quedarás muchos años aquí. Para cuando salgas, yo estaré lejos con mi sobrino. Porque después de que te declaren culpable, ningún juez les otorgará la custodia de mi sobrino a tu familia. No querrían que el niño se criara en medio de la familia del desquiciado que lanzó por las gradas a una mujer embarazada. —No pretendo apartar a mi hijo de tu lado. Si quieres puedes seguir viéndolo en casa… —Por supuesto que seguiré viviendo en tu casa. ¿No recuerdas haberme hecho firmar un documento donde me obligabas a vivir por cinco años? Porque yo sí lo recuerdo. Y ahora que pasó esta desgracia, que perdí a mi hermana y ella me dejó a cargo de su hijo, no pienso irme. En ese tiempo veía el contrato como una estupidez, pero ahora me favorece, y mucho, ya que así estaré junto a mi sobrino por cinco años. Ya luego veremos qué pasa —limpió los restos de lágrimas—. Espero cumplas con tu palabra y me dejes estar al lado de mi sobrino. —La cumpliré —aseguró Aike. No tenía ganas de emprender una guerra por su hijo con su cuñada. Se sentía tan culpable de la muerte de Ivana que pensó en quedarse a cumplir la condena que le pusieran. Pero cuando supo que su pequeño estaba vivo, deseó tanto la libertad como jamás había deseado algo. Dana salió y se apoyó en la pared porque no podía más. Sentía que no podría convencer a ese policía de que Aike era inocente, de que ese miserable no había empujado a su hermana por las gradas cuando eso era lo que había sucedido. Dana estaba segura de que los Lanús habían comprado el silencio de los empleados. Sabía que no podía luchar contra alguien tan poderoso como los Lanús, además, estaba completamente sola. Su padre estaba postrado en una cama, sin poder mover ni un músculo de su cuerpo. Su hermana acababa de morir dejándole a cargo a su hijo y una venganza. Pensar en esto la llenó de valentía. Limpió sus lágrimas y caminó con paso firme hacia el detective. Se sentó y le contó lo que había presenciado. Después de eso, salió y caminó sin rumbo por las calles, fue a casa de su amigo Deny, quien la abrazó fuertemente y le dio un beso en la cabeza. —Me he quedado sola, Deny, muy sola. —No estás sola, me tienes a mí. La esposa de Deny los observaba desde la sala. Por una vez, no sintió celos. Ver a Dana en ese estado le apretó el corazón. Ella más que nadie conocía ese dolor de perder a un ser querido. Eso era algo que no le deseaba ni a su peor enemigo. Deny invitó a Dana a recostarse, pero ella se negó. Tenía que ir al hospital y estar pendiente de su sobrino. Al llegar al hospital, encontró a todos los Lanús allí. —¿Qué pasó con mi sobrino? —los apartó. —Está bien —dijo Amaya—. Te ves muy cansada —pasó la mano por el cabello de Dana—. Deberías ir a descansar. Dana apartó la mano de Amaya y dijo. —Quieren que me vaya para alejarme de mi sobrino, ¿verdad? —Nadie te apartará de él. Eres su tía y me aseguraré de que siempre puedas estar a su lado. No somos una familia que hace cosas así. No quitamos los derechos de las demás personas. Ve a descansar, duerme un rato que yo me encargaré del bebé —miró a Florence, su hija— Llévala a casa, que descanse un rato. —Tengo muchas cosas que hacer. Preparar el funeral de mi hermana… —Nosotros nos encargamos —dijo Iker junior—. Tu hermana fue parte de nuestra familia, no pensamos desentendernos. Dana asintió y se marchó junto a Florence. Esta le acariciaba la espalda y mientras estaban dentro del coche dijo: —No puedo imaginar el dolor que estás sintiendo, porque nunca he perdido a un familiar. Mi abuela murió cuando era una niña, tal vez me dolió, pero no lo recuerdo. Dana tenía la mirada puesta en sus manos. El pulgar izquierdo raspaba el dedo derecho. —Quizás nos odies por ser la familia de quien crees que fue responsable de la muerte de tu hermana. —No solo lo creo, estoy convencida de que él fue el culpable de su muerte —gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas— Ella lo amaba con toda su alma. Él la engañó con otra mujer. Florence quedó en shock al escuchar eso. —Aunque Ivi lo negó cuando le escuché confesarle sobre su amante, sabía que era verdad. La escuchaba llorar, sufría en silencio cuando él no llegaba temprano a casa. Si mi hermana se lanzó, si en verdad ella se tiró, fue porque Aike la hizo hacerlo —Suspiró— Pero tranquila, no les odio, ustedes no son culpables de nada —“Es ese infeliz el que tiene que pagar por la muerte de mi hermana”. Florence no dijo nada más, la información que había recibido fue demasiada para ella. Nunca pensó que Aike haría algo así. Siempre fue tan correcto que nunca imaginó que traicionaría a su esposa. Llevaron a Dana a una habitación de la mansión Lanús. Estando sola, se dejó caer en la cama y lloró. Sollozó con fuerza, aplacándose con la almohada. Quería gritar y maldecir a todos, pero sabía que nadie más que Aike Lanús era el culpable. Pensando en ese despreciable hombre, se quedó dormida. Cuando Aike Lanús salió de prisión, lo primero que hizo fue visitar a su hijo. Apenas bajó del auto, las miradas se posaron en él. A medida que daba un paso, estás lo seguían. Sin dar importancia a eso, llegó hasta la sala de incubación. Al ver a su pequeño tras ese cristal, todo en su interior se removió. Inconscientemente llevó la mano al cristal, formó un corazón en este y suspiró profundamente. Ahí estaba su bebé, su mundo, su todo. Ese niño sería su centro de atención, viviría para él. Cada día de su vida sería para su hijo. Tenía que cumplir dos roles, ya que no habría una madre, y todo era por su culpa, por no saber valorar lo que la vida le puso delante. Se sentía tan culpable por haber dejado a su pequeño solo. No podía dejar de pensar que, si le hubiera dado una oportunidad a Ivana desde el momento en que se enteró de que iban a ser padres, todo hubiera sido diferente. Pero el arrepentimiento no cambiaba nada. Eso no le devolvería a su esposa. Estaba condenado a cargar con esa culpa el resto de su vida. Trabajaría diariamente para que en el futuro su hijo no lo odiara por ser el principal responsable de la muerte de su madre. —Ve a descansar. Aquí no hay mucho que hacer. El bebé está en perfecto estado, no saldrá de la incubadora por algunas semanas ya que sus pulmones aún necesitan madurar —le dijeron. —Quiero quedarme un rato más —respondió. —De acuerdo. Una hora y luego te vas. Aike pasó toda la hora observando a su hijo. Cuando sus ojos comenzaban a cerrarse, los abría de inmediato. No había dormido en toda la noche. Pasó recordando esa escena, era como estar en su propio purgatorio. La imagen de Ivana rodando aparecía cada vez que finalizaba. Salió del hospital, fue a casa de su madre y se metió en la habitación que solía usar antes. Entró al baño y, al abrir la puerta, encontró a Dana desnuda parada frente al espejo. —Joder —se giró de inmediato. Dana se cubrió con la toalla que segundos antes había dejado caer y le arrojó lo primero que encontró. —¡Largo de aquí! —No fue mi intención, solo vine a darme un baño… esta es mi habitación. Ahora Dana comprendía por qué había ropa de hombre en los armarios. Pensaba que ahí guardaban la ropa que no le quedara a ninguno de los hombres que vivían en esa casa. —Pues me la dieron a mí, así que lárgate de aquí. ¡Lo último que quiero es verte la cara! —lanzó la puerta del vestidor una vez que Aike salió. Apoyando las puntas de la toalla contra su cuerpo, recostando la espalda en la puerta, dejó caer su cuerpo. Sollozó y ahogó el grito en la garganta. No sabía si podría soportar la cercanía de ese hombre. Sentía tanto desprecio que su sola presencia le causaba cólera. Aike llamó a una de las empleadas. —Necesito que me lleves ropa. Mi habitación está ocupada y no puedo entrar. —Sí, joven. Le dimos su habitación a la señorita porque creíamos que se quedaría en prisión… —La empleada guardó silencio cuando se dio cuenta de que estaba diciendo demasiado. —Déjame la ropa sobre la cama. Después, Aike se encerró en el baño. Sacó la ropa que llevaba puesta desde el día anterior, se metió a la ducha y cerró los ojos mientras el agua invadía su cabello y se deslizaba por su cuello y el resto de su cuerpo. Sintió el ojo lagrimal picar y las lágrimas punzantes amenazaron con caer. Para aplacarlas, inhaló y exhaló profundamente. Llevó las manos a su rostro, lo apretó y luego las subió hasta su cabello. Permaneció un buen rato sumido en ese bendito recuerdo que no desaparecía. Cuando salió, las prendas ya estaban en la cama, se cambió y se metió entre las sábanas. Le costó conciliar el sueño, pero al tener mucho sueño, finalmente se quedó dormido. En cambio, Dana no pudo dormir. Le resultó difícil cerrar los ojos después de despertarse y darse un baño. Cuando se vistió, caminó lentamente hacia el balcón, se dejó caer en una silla tejida con fibra termoplástica, miró fijamente al cielo y pensó en su abuela y su hermana. Ambas se habían ido sin pensar en ella ni siquiera un poco. Incluso su madre se fue sin pensar en ellas. No entendía cómo una madre podía preferir a un hombre antes que a sus hijas. Estuvo un buen rato allí, luego se levantó y bajó. Mientras estaba por llegar a la planta baja, la puerta principal se abrió. Austin entró y al ver a esa joven, frunció el ceño. No la conocía, no sabía quién era ni lo que hacía en su casa. —Tú… —No me hables, idiota —dijo al pasar, dejando a Austin desconcertado. ¿Por qué ella lo trataba así? Solo quería preguntar quién era. Fue a la cocina, tomó un vaso de agua y preguntó a la empleada. —¿Quién es la joven que está en la piscina? —Es la señorita Dana, la hermana de su cuñada —Austin comprendió por qué lo trató así. Dana se encontraba sentada al borde de la piscina, dejando que sus pies acariciaran el agua tranquila. Sus ojos reflejaban la tristeza que inundaba su corazón, mientras su mente se perdía en los recuerdos de su hermana Ivana. El dolor se aferraba a ella como una sombra constante, haciendo que cada respiración fuera un desafío. La soledad pesaba sobre sus hombros, ya que no había nadie que entendiera su dolor y le brindara el consuelo que tanto anhelaba. Sus amigos intentaban ser comprensivos, enviándole mensajes de condolencia, pero sus palabras de aliento parecían vacías, incapaces de aliviar el dolor que sentía en su pecho. Observando cómo el cielo se oscurecía lentamente, Dana se dejó llevar por la melancolía. El silencio era abrumador, solo interrumpido por el suave murmullo del viento entre los árboles. Sus pensamientos se enredaban en una espiral de tristeza y desesperanza, mientras su corazón ansioso buscaba un atisbo de esperanza. Un exquisito aroma llegó a sus fosas nasales. Giró ligeramente la cabeza y lo vio allí, parado a su lado. Mirándola con serenidad, como si nada hubiera pasado. —Antes de que digas algo, déjame decirte que no soy él. Soy Austin —le extendió la mano para saludarla, pero Dana apartó la mirada y no le estrechó la mano. —Qué más da el nombre, si tienen el mismo rostro, e imagino que la arrogancia predomina en ambos. —Puedo tener el mismo rostro que mi hermano, pero no somos iguales en el interior —escuchar esa voz solo le producía más repudio. —Déjame sola. Tu voz, tu rostro, me resulta desagradable. Austin asintió y se retiró. Comprendía el dolor de esa joven y no quería ser una molestia. Si alguien no lo quería cerca, simplemente se alejaba.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD