Un obstáculo mas…

1710 Words
Al llevarme a un restaurante, el mesero parecía conocer a mi acompañante, mi novio Erick. Él todo el tiempo fue amable y muy encantador, tenía miedo de quedar prendado de él, pues cada movimiento suyo me atraía más al hombre, y eso no era algo natural en mi. Su rostro era la mezcla perfecta de un personaje de las historias de las historias mitológicas griega, o simplemente un adonis de carne y hueso. Yo estaba entretenida en degustar con la vista sus facciones suaves y bien contorneados. Era tal su belleza masculina que no entendí de porqué él me había elegido para esposa. “Esposa” esa bendita palabra era una suave melodía para mis oídos, ¿sería que yo me había enamorado de este hombre, casi casi parecía estar en presencia de un ángel? Por lo que pude notar en la mesa, todos eran mis platos favoritos. ¿Como sabía este hombre que esos platos servidos eran mis favoritos? Sería que él era un mago y había adivinado todo. Lo miré con incredulidad y como si adivinara mis pensamientos, dijo: —Ayer tuve una cita con tu padre para hablar acerca de nuestra boda, entre nuestra conversación, yo le pregunté cosas sobre ti. —yo me quedé muda ante su confesión, él continuó. —Sobre tus gustos —dijo mirándome con esos ojos color avellanas. ¿Porque alguien haría eso? Porque sentiría ganas de saber sobre mis gustos y mis cosas aburridas sobre mi? De repente su voz me sacó de mi ensimismamiento. —¿No me dirás que piensas al respecto? —preguntó mientras me llenaba el cuenco de trozos de carne y camarones pelados. —Y- yo estoy agradecida por la buena comida —dije nada mas. La cara de Erick se volvió seria de nuevo, parecía que él reaccionaba a mis respuestas. ¿Le había molestado lo que dije? —Te pareces a mi madre en muchas cosas —dijo sin más, me pareció que su comparación no daba a lugar, pero lo dejé así, después de todo, era su percepción y no la mía. —Eso sería bueno o malo para mi que encuentres parecido cosas sobre de tu madre en mí. —Desde luego que son buenas, porque a través de ti puedo recordar más a mi madre y ya sabes, recordar es volver a vivir. —dijo con semblante alegre. —¿Y que cosas te hacen recordarla? —pregunté con cautela. —Su sensatez, su humildad, su pureza. Para mi son tan buenos rasgos en alguien, pues me llena mi el alma. —respondió Erick. En eso apareció ante nuestra mesa una mujer, ella solo me echó un vistazo al acercarse, luego se enfocó solamente en Erick. —¡Oh Erick mi amor! —dijo la mujer en voz elevada, su reacción me pareció fingida y exagerada. Porque sentí que todo el tiempo esa mujer quería imponer su presencia delante de mi para demostrar que ella era algo de él o él era suyo por decirlo así. —¡Margarita Souza! —dijo Erick con clara señal de incomodidad, pues tenía a la viperina mujer colgando de su cuello y obviamente eso era incómodo para cualquiera. —Ella es una vieja amiga de la universidad, cariño —me habló Erick tratando de mostrar a la mujer que él venía acompañado. —No quiero conocerla Erick —dijo la tal Margarita, “Margarina” la llamaría yo, porque parecía mantequilla sobre sartén caliente, se derretía sobre el hombre ajeno. —Si no querías conocer a mí esposa, entonces no debiste acercarte a nuestra mesa —escupió Erick. —¡Ay Erick, no seas tan grosero conmigo! —dijo ella. —Tu vienes ante una dama y te restriegas sobre su esposo e ignoras a la dama y crees que yo soy el grosero? Vaya las percepciones de las personas tienden a cambiar con los estupefacientes —gruñó sus palabras claras. —Erick eres un desalmado, ¿sabias? —reclamó la tal mantequilla sobre sartén. Yo me puse de pie y Erick me secundó, traía solo jeans y camiseta, no traía ropa cara, tampoco accesorios, si Erick me trajo a un restaurante caro, aún sabiendo que no estaba vestida adecuadamente, a mi me importaba menos. —¡Erick, te volviste un pelele de esta harapienta! —Esposo Erick! —dije en voz firme y molesta. —la próxima vez, sal con repelente para ahuyentar a moscas como esta sucia —no sabía ni de donde había sacado tanta valentía para enfrentar a esta persona que me había vuelto a ver con la quijada desencajada y los ojos saliéndose de su círculo. —¡Oh por Dios! —dijo la dramática señora. —¡Ella me llamó sucia! —Erick dile quien soy realmente —dijo apuntando con el dedo a Erick. Y como él no lo hiciera, ella se acercó a mí y me dijo: —Soy la primera actriz de reparto de la película más taquillera de los últimos tiempos, ¿acaso estas loca para llamarme así? Eres una garrapiña de mujer, ¿de donde te sacó Erick? —sus palabras, su actitud, todo inducía a ofenderme a hacerme sentir menos que la nada, así que la abofeteé para que entrara en razón. —No se de que cartelera de cine es que vienes, igual no te da el derecho de ofender y de tratar de violar a mi esposo en mi presencia y delante de todos. —ella puso cara arbitraria al escuchar ni acusación. —¡Váyase al carajo! —le grité en su tímpano, era demasiado poco lógico su sensatez, porque de que diablos me peleaba así por un hombre que no era suyo, si quería y podía, pues que se lo llevara y ya, pensé, mientras mi rabia crecía. Una mujer se acercó a la actriz y la levantó del suelo donde la había hecho caer el golpe que le diera, pero ella casi se sacó los ojos protuberantes hacia mi y dijo: —¡Me golpeaste maldita perr*! —Si y te golpearé otra vez si sigues ofendiendo —dije con cara de pocos amigos. Los chefs del restaurante se acercaron a Erick y los guardias nos rodearon, era un caos total, Erick se levantó y me abrazó, él dijo con autoridad. —Cuidado y me tratan mal a mi esposa, si tan solo dejan que esto pase con una mujer incoherente como esa tal actriz de quinta categoría, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para que su negocio se vaya a la mierda. —Señor Thompson, no nos atrevemos a tanto —respondieron los encargados del restaurante. —A quien ya no verán más es a esa mujer —prometieron con seguridad. —Mas vale que así sea —dijo Erick mirando a la mujer que lo miraba con disgusto. —Yo te conocí antes que ella, que tiene de especial ella que no lo tenga yo —dijo la tal Margarita y mis pensamientos volaron a esa pregunta, no sabía si él había actuado o era su corazón protegiéndome de todo ese día. Caminamos saliendo de ahí, su conductor nos seguía a unos cinco metros lejos en la carretera y nosotros en el andén. —Erick, la conocías, pero porque me ante pusiste a mí antes que a ella. —Erick no formuló palabra alguna solo quedó pensando pensativo. —¿Ni tú sabes la respuesta, es eso? —pregunté de nuevo. —Olvídalo, como iba a dejar que te tratara mal. —dijo él con una voz apagada. —Bueno —dije en claro tono de decepción, pero en verdad me sentía así, decepcionada de que solo actuara y no fuera de su corazón el defenderme ese día ante todo lo qué pasó. —Mi madre siempre dijo que por algo sucedían las cosas, creo que fue doloroso que mi primo conociera a tu hermana y él te dejara de lado, eso ayudó a que ahora hoy yo sea tu novio —dijo Erick. —Lo que hice hoy, nunca lo hice por nadie, bueno en realidad nunca había conocido a alguien como tu para cuidarla de todo y de todos. —sus palabras me calentaron el corazón, pero seguí ahí en silencio sintiendo como mi corazón brincaba en mi pecho. —Me alegra saber que antes de mi no hubo nadie importante —dije con sarcasmo. Él se sonrió y dijo: —Lo importante no es ser el primero en la vida de alguien, lo importante es ser el único—dijo con una enorme sonrisa. —Lo importante es ser el último —dije corrigiendo su frase, sabía que lo había dicho a propósito lo de ser el único. Nos reímos después de eso, no sabía porque, pero me hacía reír hasta de lo mas inapropiado este hombre, tenía ese talento, también me reconfortaba su presencia. —Te llevaré a casa —dijo, y me percaté que no era una pregunta, solo me estaba dando aviso. Yo quería decir que podía tomar un taxi y que no se preocupara, pero él ya se había quitado su saco y me lo había puesto en el hombro. Su detalle volvió a darme calor en mi corazón. Iba a ser fácil vivir con él, era algo que me preocupaba cuando sabía que iba a casarme con Hans. —Creo que puedo llegar a casa sin ningún problemas —le dije finalmente, pero pareció que tenía oídos sordos, por que siguió con su actitud protectora tratando de llevarme al asiento. —Ahora yo soy tu novio, y eso significa que debo cuidar de ti y de todas tus necesidades —enfatizó el hombre sin razonamiento, recalcó lo último. —De todas tus necesidades —dijo y pude deslumbrar un rostro de placer mezclado con perversión. «Todos los hombres son iguales» mascullé mis palabras, pensé que hablaba en modo bajo, pero él me oyó, por que dijo: —No todos somos iguales, por ejemplo a mí me gusta mi propia hembra para hacer cosillas juntos, en complicidad. Obviamente me dió coraje, pero el hecho de que lo dijera con una labia, me hizo sentir cosquillas en mi nuca. Él sonrió al verme ponerme roja.
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