Capítulo 6

2080 Words
Alejandro entró en su lujosa oficina, sintiendo la presencia de la chica detrás de él. Provocando que su mente fuera un torbellino de pensamientos confusos. No podía dejar de pensar en otra cosa que no fuera ella, Valerie. Cuando la vio frente a su oficina, había sentido una mezcla de sorpresa y frustración. ¿Lo estaba ignorando a propósito o realmente no recordaba nada de su encuentro? Esa fueron las constantes preguntas que se repitieron en su cabeza desde la primera vez que se reencontraron. Simplemente no lo comprendía… Desde el primer momento en que la vio en el bar, algo en ella lo había cautivado. Esa noche no había sido solo otra aventura sin importancia para él. Había algo en Valerie que lo había atraído más allá del deseo físico. Y ahora, aquí estaba ella, aparentemente sin recordar nada. ¿Cómo podía sentir todas estas emociones por alguien que apenas conocía? Enojo. Frustración. Deseo… Era un vórtice de sensaciones que amenazaban con hacerle dar un paso en falso. —Entiendo que ha pasado la entrevista ¿señorita…?— Alejandro se detuvo frente a su escritorio y se giró, mirando a la chica con intensidad, tratando de controlar las emociones en sus ojos castaños. Hizo una pausa esperando que esta misma se presentará. —Adams, Valerie Adams. — respondió inmediatamente la chica con una voz suave pero con plomo. —Hermoso nombre Valerie.—musitó el hombre vestido de n***o, recorriendo con la mirada cada porción del cuerpo de la chica sin disimular, siendo controlado por la emoción más dominante que bailaba en su interior, el deseo. —¿Puedo tutearla, señorita Adams? Este observó como la chica se retorcía la mano, e inclinaba levemente la cabeza hacia un lado, como sí estuviera analizando los pros y los contras de su petición. —No creo que sea adecuado, señor Hansenz.—sentenció la chica sin miramiento alguno, sintiendo la extrañeza en el tono del hombre y sintiéndose un poco amenazada. — Disculpe mi impertinencia, pero no me agradaría que lo hiciera.— continuo, dejando al hombre pasmado en su lugar. Por un instante, este se quedó sin palabras. Estaba tratando de ser amable, se dijo así mismo, solo quería tratar de resolver la distancia ilógica que esa pequeña mujer había establecido entre ellos desde el día que se reencontraron, sin importarle siquiera su opinión. Aunque eran desconocidos, lo sucedido entre ambos cambiaba todo, ¿O no? —¿No crees que es un poco injusto?—cuestionó haciendo a un lado el deseo que brillaba en sus ojos y volviendo su mirada indiferente a la belleza de la chica que tenía al frente.—Nos veremos todos los días, y después de lo que ha pasado, después de lo que tú y yo…— Alejandro se detuvo de manera abrupta. Su rostro limpio y desacostumbrado a tener expresiones muy intensas, se descuadro. Este desvío la mirada del rostro sorprendido de la chica y se presionó el tabique de la nariz, sintiendo un ligero dolor de cabeza ante su estupidez. Estuvo cerca de rogar por atención como un chiquillo sin control. No entendía como manejar la situación en la que estaba. Era algo inaudito para él, ser tratado como uno más. —No entiendo a que se refiere, señor Hansenz.—musitó Valerie al ver el rostro afectado de su jefe, preguntándose en que lío se había metido cuando apenas había iniciado en este nuevo trabajo. —Olvídalo. Hoy es tu primer día de trabajo. Es entendible que estés un poco huraña.— dijo eso último casi inaudible. — Ve y organiza tu lugar de trabajo. Te llamaré si necesito algo. —Entendido. Con su permiso, señor Hansenz. Alejandro observó como está se marchó y cerró la puerta a su salida, dejándolo con la mirada fija en el lugar en dónde ella había estado hace unos segundos. Sus labios se apretaron en una mueca, al pensar en lo hermosa que estaba la chica aún cuando lo estaba ignorando y estuvo a punto de confesar como un criminal. Sus pensamientos corrieron como locos hacia esa noche, recordando como ambos se habían compenetrado tan bien para que en este momento tuviera que actuar como simples desconocidos. —Debo trabajar.—masculló rodeando la mesa y sentándose en la silla negra detrás de su escritorio.—O es posible que está mujer me saque de mis casillas. Se había metido en un juego, del cual desconocía las reglas y no podía revelar sus cartas tan fácilmente. No cuando su oponente no le dejaba divisar siquiera una pista de las de ella. * Decir que no había servido para nada su intento de distracción sería quedarse corto. No entendía que hechizo le había puesto esa mujer. No sólo, no lograba sacarse a esa mujer de gesto agrio de la mente, a parte de eso, también debía verla a cada minuto que apartaba los ojos de los documentos en los que estaba trabajando y sabía muy bien porque. Apenas era el primer día trabajo, no sabía cómo soportaría todo este enredó. Su principal intensión nunca había sido trabajar junto a la mujer que deseaba llevarse a la cama nuevamente, a parte de eso… Deseaba hablar con ella. Tenerla cerca. Sin embargo, continuaba sentado en su oficina, indeciso. Quería hablar con ella, pero sentía que estaba actuando como un tonto y eso no le agradaba. No le agradaba estar tan fuera de sí por alguien ajeno a su persona. Aún así, no podía apartar la mirada de la ventana de cristal que usualmente permanecía cerrada pero que hoy la había abierto debido a que esta quedaba justamente frente al lugar en dónde Valerie se sentaba. Era ridículo pero a su lado poco racional no le interesaba. Alejandro observó a Valerie a través de la ventana de su oficina mientras ella se instalaba en su escritorio. Se preguntaba qué pasaba por su mente. Su mirada cautelosa y distante cuando se encontraron en el pasillo no había mostrado ningún signo de reconocimiento o emoción. “¿Era posible que no lo reconociera?” Se preguntó el hombre grabando cada detalle de su nueva asistente en su mente. "¿O me está ignorando a propósito?", pensó Alejandro, apretando los dientes. "O tal vez simplemente no le importó." La idea que había nacido en lo más profundo de su mente, de sólo ser un desliz lo enfureció cada vez más. Se sentía en una maldita montaña rusa. Estaba acostumbrado a tener el control, a que las cosas salieran como él quería. Y ahora, esa mujer, sin hacer absolutamente nada, estaba desafiando ese control. No podía soportar la idea de ser ignorado o despreciado, especialmente por alguien con quien había compartido una noche tan intensa. Para él no había sido solo una aventura más y eso era lo que más lo alteraba. Ella había quedado grabada en su piel, mientras que para ella había sido todo lo contrario. El hombre de rostro perfilado y expresión contrariada, tomó el teléfono y llamó al que estaba conectado al escritorio de Valerie. La observó sobresaltarse, consiguiendo que se le escapará una sonrisa. —¿Por qué no entras y cierras la puerta, Valerie? —dijo Alejandro, su voz firme y controlada, ocultando su frustración, olvidándose completamente de la negativa de la chica en cuanto a llamarla por su nombre de pila. Valerie obedeció, colgó el teléfono, rodeó su escritorio y entro a la oficina de su jefe cerrando la puerta detrás de ella y avanzando hacia su escritorio. Alejandro la observó detenidamente, notando la ligera vacilación en sus pasos. —Vamos a empezar con algunas tareas básicas para que te vayas familiarizando con el trabajo —dijo Alejandro, pasándole una pila de documentos—. Necesito que revises estos informes y prepares un resumen detallado para la reunión de esta tarde. —Claro, señor Hansenz —respondió Valerie, tomando los documentos con manos sudorosas. Por alguna razón no podía evitar sentirse extraña ante la presencia del hombre. Alejandro la observó mientras se marchaba y comenzaba a trabajar. Parte de él quería conversar con ella, recordarle la noche que compartieron, pero otra parte estaba demasiado herida por su aparente indiferencia. "Si ella quiere fingir que no pasó nada, dos pueden jugar a ese juego", pensó Alejandro, sintiendo una ola de determinación. "Le demostraré que no puede ignorarme tan fácilmente." —Valerie —dijo, volviendo a llamarla por su nombre de pila. Su voz cortante y fría—, también necesito que organices estos archivos y prepares las notas para la conferencia de mañana. Asegúrate de que todo esté en orden. —Sí, señor Hansenz —aceptó Valerie, para luego levantarse de su asiento y entrar a buscar su nueva asignación. A lo largo del día, Alejandro continuó cargándola con tareas adicionales, observando cómo Valerie luchaba por mantenerse al día. Parte de él se sentía culpable por hacerla trabajar tan duro, pero su orgullo herido lo impulsaba a seguir adelante. —Valerie, necesito que actualices las bases de datos y prepares el informe de ventas del trimestre pasado. Quiero que esté en mi escritorio antes de las 5 p. m. —dijo Alejandro, mirándola fijamente. Notando como está trataba de disimular su incomodidad. Valerie asintió, sin protestar, volvió a salir de la oficina, y se puso a trabajar de inmediato. Alejandro se recostó en su silla, observándola. A pesar de su aparente indiferencia, había algo en su actitud que lo intrigaba. Era fuerte y decidida, y no se quejaba bajo la presión. Pero, ¿realmente no lo recordaba o estaba jugando con él? A medida que avanzaba el día, Alejandro no podía evitar sentir una creciente culpa por Valerie. A pesar de la carga de trabajo que le había impuesto, ella seguía adelante sin quejarse. Su profesionalismo y dedicación eran innegables. Sin embargo, el misterio de su actitud hacia él seguía sin resolverse. Cuando el reloj marcó las 5 p. m., Valerie se acercó a su escritorio con el informe de ventas en la mano. —Aquí tiene, señor Hansenz —dijo, entregándole el documento.—¿Necesita algo más? Alejandro lo tomó, mirándola a los ojos. —Buen trabajo, Valerie. Eso será todo por hoy —dijo, su voz más suave de lo que había sido durante todo el día. Valerie asintió y salió de la oficina, dejándolo solo con sus pensamientos. Alejandro miró el informe en sus manos, pero su mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en ella, en lo que significaba su aparente indiferencia. "Esto no ha terminado, Valerie", pensó Alejandro, sintiendo una nueva determinación. "Descubriré lo que realmente está pasando." Mientras la puerta se cerraba detrás de ella, Alejandro se prometió que encontraría una manera de llegar al fondo de este misterio, sin importar cuánto tiempo le tomara o lo que tuviera que hacer para lograrlo. * Valerie salió de la oficina de su jefe queriendo maldecir. Estaba sumamente enojada. Aunque no le importaba trabajar, está vez se sentía como una burla. Podía ver claramente que ese hombre lo había hecho a propósito. Sus pasos se dirigieron al baño de manera apresurada. Sí su jefe la volvía a llamar por otra tontería, no iba a poder controlarse. Y eso era algo que no podía suceder, ya que necesitaba continuar trabajando en este lugar. Aunque ahora mismo sentía que más que una oportunidad, esto se había convertido en un calvario y apenas era el primer día. Valerie entró al baño y se paró frente al gran espejo que adornaba el lugar, notando su mueca de disgusto. Había trabajado duro para ignorar esas miradas inexplicables que su jefe no podía disimular, pero en algunas había fracasado, recordando así el altercado que había tenido en su anterior trabajo. —Tengo que aguantar. No puedo rendirme tan fácil.—susurró está pensando en el rostro malvado de su jefe, queriendo darle un puñetazo. No podía tener otro malentendido. No importaba lo atractivo y bien parecido que fuera su nuevo jefe, no daría pie a nada extracurricular, no cuando deseaba conservar su trabajo. “Si este creía que la iba a quebrantar, estaba muy equivocado” pensó Valeria para sí misma. “No sabía a qué juego macabro este estaba jugando pero le mostraría toda la determinación que poseía.” —Mierda. Mis pies me están matando.—se quejó mirando hacia abajo, viendo sus zapatos de tacón fino con dolor. —Si está será mi rutina diaria, tendré que cambiar mi calzado.
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