Capítulo 5

1735 Words
Valerie pasó los siguientes días en una agonía constante. Cada vez que el teléfono sonaba, su corazón se aceleraba con la esperanza de que fuera la llamada que tanto esperaba. Cada vez que no lo era, sentía una decepción aplastante. Los días pasaban rápidamente y la fecha límite para el p**o del hospital se acercaba peligrosamente. No había conseguido otro trabajo y sus opciones se reducían cada vez más. La situación de su madre en el hospital la mantenía en un estado de constante ansiedad. Su esperanza de ser contratada había menguado a pasos gigantesco. Realmente no sabía cómo enfrentaría la deuda del hospital, era prácticamente imposible saldarla en un futuro cercano Además, aunque consiguiera el trabajo eso no le garantizaba que obtendría el dinero inmediatamente. Era una apuesta que estaba haciendo, y por el momento iba perdiendo. Valerie se encontraba en el pequeño apartamento, revisando su currículum por enésima vez, buscando posibles errores que pudieran haberle costado el puesto. Rememorando cada palabra intercambiada con las dos mujeres encargadas de su entrevista. Preguntándose si su falta de respuesta se debía a la primera mujer que la entrevistó, ya que está había estado cortante con ella, sin siquiera conocerla. “¿Sería esta la responsable de no haber recibido la llamada?” se preguntó con miedo a que fuera así. Valerie suspiró y se dejó caer en la cama. —Si fuera así no podría hacer nada de todas formas...— murmuró para sí misma angustiada. Está rodó en la cama, sintiéndose cansada por todo el ajetreo. Hoy particularmente se había quedado en su apartamento, luego de haber pasado el día completo entregando currículum y evaluando las posibles ofertas de empleos. Así que su agotamiento estaba más que justificado. Aunque no le gustaba dejar a su madre sola, no podía hacer nada, necesitaba descansar. No solo eso, sino que también debía limitarse con los gastos. Cerró los ojos intentando despejarse. Sin embargo, no podía, ya que su mente estaba muy activa. Cada vez que cerraba los ojos se veía así misma contando en su mente la cantidad específica de dinero que le quedaba. Dinero que tendría que destinar al p**o del apartamento sino quería quedarse en la calle. Estaba en una situación muy difícil y apretada. Valerie dio un manotazo sobre el colchón y volvió a abrir los ojos, ya que le era imposible acallar sus pensamientos. Justo entonces, su teléfono sonó. Al primer tono pensó que su deseo de que la llamarán la había hecho alucinar, pero cuando continuo escuchando el tono estruendoso de su teléfono saltó de la cama para contestarlo. Casi cayéndose de esta. Cuando finalmente agarró el teléfono, al ver que era un número desconocido, su corazón se detuvo. —¿Hola? —dijo, tratando de mantener la voz firme y calmada. —¿Señorita Valerie Adams? —preguntó una voz femenina al otro lado, la cual pudo reconocer, ya que el día de la entrevista lo tenia fresco en su mente de tanto rememorarlo. —Sí, soy yo —respondió con el corazón en un puño y la respiración contenida.—¿Quién me habla? —Le llamamos de la oficina del señor Hansenz. Nos gustaría informarle que ha sido seleccionada para el puesto de asistente. ¿Podría empezar mañana a las 9 a. m.? —preguntó la voz con tono profesional. Valerie casi no podía creerlo. Se quedó sin palabras por un momento antes de responder. —¡Sí, claro! Muchas gracias. Estaré allí —dijo, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad. —Perfecto. Nos vemos mañana. Que tenga un buen día—dijo la mujer antes de colgar. Valerie dejó escapar un suspiro de alivio, mirando el dispositivo que descansaba en su mano. Había conseguido el trabajo. Realmente lo había conseguido. Lentamente fue sintiendo como los bordes de sus ojos se humedecían. Se cubrió la cara con ambas manos, mientras gemidos ahogados empezaban a filtrarse de sus labios. Sus hombros de sacudían sin control, revelando la intensidad del llanto que había consumido a la chica. Había estado tan pendiente en el hecho de que debía obtener un trabajo y dinero que no se había detenido a analizar lo mal que estaba. Sabía que estaba metida en un gran lío y que debía salir de esto, pero por un instante se permitió derramar las lágrimas que no había podido, ya que debía ser fuerte, por su mamá y por ella misma. Tenía que seguir adelante a pesar de todo. Lentamente volvió en sí, y empezó a limpiarse la humedad de las mejillas. —Genial, tendré los ojos hinchados en mi primer día de trabajo.—murmuró con una sonrisa dibujada en la boca. Poco a poco Valerie volvió a ignorar y a sellar en el fondo de su mente su malestar y comenzó a planear su futuro en base a su nuevo trabajo. Ahora solo tenía que demostrar que podía hacerlo bien. No importaba la circunstancias, daría lo mejor de ella para quedarse en ese lugar, el suficiente tiempo para cubrir todos los gastos del tratamiento para su madre. Sin embargo, el recuerdo del hombre que había encontrado en la oficina seguía rondando en su mente. Su comportamiento la había dejado inquieta. Pero no lo suficiente para amedrentarla. * La noche antes de empezar su nuevo trabajo, Valerie apenas pudo pegar un ojo. Pensó en su madre, en las deudas y en la oportunidad que tenía por delante. Sabía que tenía que dar lo mejor de sí misma. Así que, a la mañana siguiente, se levantó temprano, se vistió con cuidado y salió de su apartamento con la expectativa de que este fuera el comienzo de una nueva etapa. Su viaje en autobús fue tranquilo. Aunque tenía el deseo de pasar a ver primero a su madre y contarle todo, se abstuvo de hacerlo, ya que no quería ilusionarla. No daría nada por sentado hasta que no estuviera lo suficientemente segura de que no ocurriría los mismo que en su antiguo trabajo. Al llegar al edificio de oficinas, se dirigió directamente a la recepción, con suficiente energía. —Buenos días, soy Valerie Adams. Hoy empiezo como asistente. —dijo, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. —Buenos días, Valerie.—La chica le sonrió para luego revisar algo en su escritorio.—La señorita Jones te está esperando en su oficina. Por favor, sigue por este pasillo, luego dobla a la derecha, y llama a la puerta de cristal que queda cerca de la única puerta de color n***o que veras. —dijo la recepcionista brindándole otra sonrisa. —¡Muchas Gracias!— Valerie le devolvió la sonrisa y luego siguió sus indicaciones. Valerie caminó por el pasillo hasta llegar a la oficina de la mujer que había interrumpido su entrevista y se había quedado con su documentaciones. La mujer la recibió con una sonrisa cálida. Haciéndola sentir bienvenida. —Buenos días, Valerie. Bienvenida. Hoy no habrá mucho trabajo para ti así que déjame mostrarte tu escritorio y explicarte algunas cosas para que te vayas acostumbrado a tu nuevo lugar de trabajo. —dijo Shelsy, guiándola por la oficina. Valerie escuchó con atención mientras Shelsy le explicaba sus responsabilidades. —Trabajaras directamente con el señor Hansenz. Te encargarás de informarle cualquier actividad y programar su agenda.— Shelsy se paró frente a las puerta de color n***o, la cual destacaba de todas las demás. Al lado de está había un escritorio parecido al de la recepción, el cual Shelsy le confirmó como su nuevo puesto de trabajo.— El señor Hansenz es exigente y muy meticuloso, así que mi sugerencia es, que trates de estar a tiempo y no cometer errores. Valerie observó la puerta, y asintió. Grabándose cada palabra que Shelsy decía en la mente. Se sentía un poco abrumada, pero estaba decidida a hacerlo bien. —¿Tienes alguna pregunta? ¿Alguna duda?— Valerie apartó la mirada de la puerta y observó la mirada interrogativa de su superior. Justo cuando pretendía abrir la boca para hacerle saber sus dudas, la puerta de la oficina del señor Hansenz se abrió. —Buenos días, señor Hansenz.— musitó Shelsy con una sonrisa que a Valerie le resultó extraña.— Está es su nueva asistente, Valerie Adams. Le estaba mostrando el lugar y explicándole como será su nuevo método de trabajo. —Buenos días. Muy bien hecho, señorita Jones. —dijo Alejandro con otra sonrisa. Una que sino fuera por la situación le habría robado el aliento. Al verlo, Valerie sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era el mismo hombre con el que había chocado el día de su entrevista. Sus piernas temblaron cuando esté fijo su mirada sobre ella, preguntándose si la recordaba, deseando a su vez que no fuera así. —Buenos días, señor Hansenz.—saludo Valerie, tratando de mantener la compostura y fingiendo que no había mirado mal a su jefe el mismo día de su entrevista. No entendía como había ganado el puesto. Sus hombros se tensaron ante el pensamiento de ser despedida en su primer día de trabajo. —Espero que estés lista para empezar.—dijo él, mirándola con intensidad.—Tenemos mucho trabajo por hacer. Valerie asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza. No podía evitar sentirse nerviosa por estar tan cerca de él, y no poder desviar la mirada de su rostro. Se sentía amenazada. —Por supuesto, estoy lista.—dijo, tratando de sonar segura y fallando en el intento, al ver como la curvatura de la boca de su jefe se alzaba. Alejandro la miró por un momento, como si tratará de escarbar en sus pensamientos, y luego asintió. —Bien, empecemos entonces —dijo, indicándole que lo siguiera a su oficina. Valerie miró a Shelsy, como si le estuviera reprochando por una estafa. Supuestamente no había nada de trabajo, ¿Por qué entonces tenía que entrar con el jefe a su oficina? Shelsy se encogió de hombros y luego se retiró, sin hacerle caso a la expresión derrotada de la pelinegra. Valerie ajusto su expresión y lo siguió, consciente de que este trabajo era su única oportunidad para cambiar su vida y la de su madre. No podía permitirse fallar. Mientras pasaba al lado de su nuevo escritorio, con dirección a la oficina de su jefe, se prometió a sí misma que daría lo mejor de sí misma, sin importar las dificultades que pudieran surgir.
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