Alejandro miró a Valerie mientras observaba la habitación que había preparado para ella. La mezcla de asombro y aprecio en sus ojos le produjo una satisfacción inesperada. Había estado esperando este momento, y finalmente estaba aquí, con Valerie parada en su casa, en su espacio. Cuando ella se giró, sus ojos se encontraron, y Alejandro sintió cómo la tensión entre ellos aumentaba. La proximidad de sus cuerpos, la suavidad de su perfume, todo en ella lo llamaba, y decidió no contenerse más. —Me alegra que te guste, Valerie —dijo Alejandro, su voz baja y cargada de emoción. Valerie tragó en seco, sus ojos atrapados en los de él, y Alejandro aprovechó ese momento de vulnerabilidad. Dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellos hasta que pudo sentir el calor de su aliento. Sus o