Al otro día de haberse mudado con Alejandro, Valerie se dirigió al hospital para visitar a su madre, sintiendo una mezcla de nervios y esperanza. Era un día importante; esperaba recibir buenas noticias sobre el avance del tratamiento de su madre.
Al llegar a la habitación, se encontró con su madre, Katherine, descansando en la cama, con una expresión mucho más relajada y alegre de lo habitual.
—¡Hola, mamá! —dijo Valerie, entrando con una sonrisa.
—¡Hola, cariño! —respondió Katherine, levantando la cabeza y sonriendo ampliamente—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, mamá. ¿Y tú? Te ves mucho mejor hoy.
—Me siento mejor, gracias a Dios. El tratamiento parece estar funcionando —dijo Katherine, su voz llena de gratitud.
Valerie se sintió aliviada al escuchar eso. Se sentó junto a la cama de su ma
