Valerie había logrado pagar una parte significativa de la deuda del hospital gracias al adelanto que Alejandro le había concedido.
Aunque no había saldado la deuda completa, y faltaría mucho tiempo para eso, por lo menos, ya podía respirar tranquila, al saber que no moverían a su madre a ningún lado.
La presión había disminuido ligeramente, pero su carga de trabajo seguía siendo intensa. Quería creer que era por el puesto en el que estaba y no porque su jefe se había ensañado con ella.
Las semanas pasaban con prisa y, a pesar de los desafíos, Valerie comenzó a adaptarse a su nuevo entorno laboral. Ya tenía alrededor de dos meses en su trabajo y se sentía a gusto.
Se llevaba bien con algunos compañeros de trabajo y se había vuelto cercana a Shelsy. Luego de haberle agradecido por su intervención y que está le aconsejará sobre su situación, Valerie sintió que había encontrado alguien en quien confiar.
La joven mujer de cabello castaño se había convertido en un apoyo en el trabajo, haciéndole más llevaderas las largas jornadas laborales.
Bajaban a almorzar juntas y de vez en cuando compartían una taza de café. Aunque la única que lo bebía era Shelsy ya que a Valerie le disgustaba el olor.
Una tarde, después de varias semanas de trabajo intenso, Valerie comenzó a notar que su salud se estaba deteriorando. Se había estado sintiendo cansada, pero se lo había achacado al trabajo.
Pensó que se debía a la falta de descanso y a la constante presión de su inestabilidad económica. Sin embargo, las cosas empeoraron un día cuando, mientras trabajaba en la oficina de Alejandro, comenzó a sentirse mareada.
No podía concentrarse en los archivos que tenía al frente y sentía que todo a su alrededor giraba. Pestañó varias veces, tratando de aclararse pero solo consiguió que el estómago se le revolviera.
—Luego comenzaremos a eliminar algunos proyectos…¿Valerie?
La chica escuchó como su jefe interrumpía su charla y llamaba su nombre. Sin embargo, no podía abrir la boca y no era capaz de enfocar la vista. No sabía que le pasaba.
—¿Estás bien, Valerie? —preguntó Alejandro, notando su palidez.
Valerie tragó en seco sintiendo un sabor ácido subirle por la garganta.
—¿Valerie?
—Sí, sólo... sólo un poco cansada —respondió Valerie, tratando de sonreír.— Iré al baño un momento.
La chica se levantó de la silla, apoyando su mano en el espaldar de está inmediatamente luego de sentir como el piso se movía debajo de sus pies.
—j***r…
De repente, todo se volvió n***o y Valerie se desplomó en el suelo. Alejandro saltó de su asiento y corrió hacia ella, llamando a los demás empleados en busca de ayuda.
—¡Alguien llame a una ambulancia! —gritó Alejandro, levantando a Valerie con cuidado y colocándola en un sofá cercano.
El hombre tocó el rostro de la chica, sintiéndolo un poco caliente. Su gesto se volvió más oscuro al pensar que la había cargado con mucho trabajo hasta el punto de hacerla enfermar.
Un sentimiento de culpa se instaló en el centro de su pecho al ahondar en sus pensamientos.
Shelsy y algunos otros empleados acudieron de inmediato, al escuchar los gritos de su jefe, preocupados por la situación. La castaña fue quien se encargó de llamar a la ambulancia y despejar la oficina de Alejandro.
—Debemos bajar al primer piso.— dijo Shelsy observando como su jefe se encargaba de tomar en brazos a la chica.
Ambos se dirigieron al ascensor, bajo la mirada atenta de los empleados.
—¿Qué pasó? —preguntó la mujer cuando bajaron del ascensor.
—No lo sé. Estábamos trabajando y luego dejó de prestar atención y se desmayó. — respondió el hombre, sosteniendo con fuerza el cuerpo desvanecido de la mujer.
La ambulancia no tardó en llegar. Inmediatamente los paramédicos tomaron a la Valerie de los brazos de Alejandro y la subieron en la camilla para llevarla al hospital. Alejandro insistió en acompañarla, preocupándose cada vez más por su salud. Y para sentirse menos culpable.
Cuando llegaron al hospital, se llevaron a la chica al área de emergencia. Alejandro no tuvo más opción que quedarse afuera. Sus pasos iban de un lado a otro, sintiendo como la desesperación crecía a pasos alarmantes.
Aunque entendía la culpa que sentía por la chica, no lograba entender el motivo de su agitación.
No era normal en él.
Mientras el hombre trataba de descubrir las razones detrás de sus inexplicables emociones, el médico encargado examinó a Valerie y ordenó una serie de pruebas.
Los minutos pasaban sin tener respuestas.
Momentos más tarde llegó Shelsy, mientras Alejandro esperaba ansioso en la sala de espera, está se ocupó de tranquilizarlo, ya que su vaivén la tenían mareada.
—No lograrás nada así.— musitó la mujer de brazos cruzados, siguiendo los pasos del hombre.—Sientate un rato.
Alejandro miró con molestia a su socia pero obedeció lo que esta le había dicho.
—¿Crees que haya sido por el trabajo?—Alejandro miró a Shelsy con dudas y un destellos de miedo en la mirada.
—Es normal sentirse sobrecargado. Además, nuestra empresa tiene muchas cosas que hacer, ella lo sabia desde el primer momento que aplicó. — dijo la mujer recostándose en el asiento.—Quizás solo está abrumada por sus situaciones personales.
—Bien.—aceptó el hombre poco convencido.
La sala de espera se sumió en silencio, a la espera de noticias.
Finalmente, el médico salió y tanto Shelsy como Alejandro se levantaron a recibirlo.
—¿Familiares de Valerie Adams? —preguntó el médico observándolo de arriba abajo.
—No, soy su jefe. ¿Cómo está ella? —preguntó Alejandro, claramente preocupado.
—La señorita Valerie Adams está consciente ahora. En unos minutos pueden pasar a verla. Quiero hablar con ella a solas antes de darle más información. Ustedes pueden esperar aquí —dijo el médico, regresando a la habitación de Valerie.
—Ves. Te dije que todo estaría bien.
Alejandro miró a Shelsy para luego alejarse sin poder borrar la preocupación que lo atormentaba.
*
Valerie estaba sentada en la cama, con la cabeza apoyada en las manos, sintiéndose débil. No lograba recordar la última vez que había sido ingresada en el hospital.
Aunque usualmente, mayor parte de su tiempo estaba en uno, era debido a que tenia que ocuparse de su madre la cual estaba enferma.
Por lo que se le hacía raro estar acostada en una cama de hospital por haberse desmayado. Nunca le había pasado. No entendía tampoco la causa, ya que había estado en situaciones más estresantes y no había reaccionado de esa manera.
Cuando el médico entró, la chica levantó la vista con una expresión de agotamiento.
—¿Cómo se siente señorita Adams?—el hombre mayor, de aspecto amable, se encaminó hasta el centro de la habitación y se situó al lado de la cama de la chica esperando por su respuesta.
—Ya no estoy mareada, eso es bueno ¿Creo? — susurró la chica soltando un suspiro, mirando al hombre con desgana.
Aunque no estaba mareada, aún el malestar no había desaparecido por completo.
El doctor la miró fijamente, como sí tuviera buscándole otro significado a sus palabras. El lugar se quedó en silencio por tanto tiempo que Valerie comenzó a sentirse nerviosa.
—¿Pasa algo doctor?—cuestionó la chica con voz temblorosa.
Ya tenía experiencia tratando con médicos y usualmente se quedaban en silencio cuando estaban tratando de encontrar la mejor manera de dar una mala noticia.
Valerie se asustó más ante el rumbo de sus pensamientos.
—Señorita Adams, tengo los resultados de sus pruebas.— comenzó el hombre. — Parece que su desmayo fue causado por el estrés y la falta de descanso, pero también hay otra razón importante. —dijo el médico, observando la reacción de Valerie.—Está embarazada.
La mujer miró al doctor sin creer lo que estaba escuchando. No podía estar embarazada. Era imposible…
—¿Embarazada? —repitió Valerie, su voz apenas un susurro.
—Sí, aproximadamente de ocho semanas —confirmó el médico con una expresión seria al darse cuenta que tal vez está no era la noticia que la mujer esperaba.
Valerie sintió una mezcla de emociones: shock, miedo y una profunda confusión. Miró su estómago aterrada. Como sí de pronto este hubiera crecido varios centímetros.
—Debe estar bromeando…no puedo estar embarazada.—la negación hizo acto de presencia de forma inmediata.—¿Realmente estoy esperando un bebé?
—Asi es, señorita Adams. Imagino que se ha estado sintiendo más agitada de lo usual, y siente su cuerpo pesado.— explicó el hombre en un tono suave, para que su paciente no se alterara. — No íbamos a considerar esa opción, pero es parte del procedimiento rutinario. Está embarazada.
Valerie guardó silencio. Su cabeza vuelta un desorden. Su mirada se veía completamente afectada por la noticia. Estaba claro que no aceptaba el hecho de estar embarazada.
—¿Desea que haga pasar a su jefe?—preguntó el doctor, con mirada comprensiva. —Quizás se sienta mejor en compañía de alguien conocido.
Valerie alzo la cabeza rápidamente con sorpresa. ¿Qué hacia su jefe ahí?
—¿Ha hablado con alguien más a parte de mi? ¿Mi jefe lo sabe?—cuestionó nerviosa.
—No, claro que no señorita Adams. No compartimos informaciones con personas no relacionados a los pacientes.—la tranquilizó el hombre, con paciencia.
La chica se desplomó en la cama, sin importarle lo desaliñada e irrespetuosa que luciera. Está claramente no era la mejor noticia que esperaba recibir.
—Por favor, no le diga a nadie sobre esto —pidió Valerie con los ojos cerrados, tratando de mantener la calma— Necesito tiempo para procesarlo.
—Entiendo. No compartiré esta información sin su consentimiento. Pero es importante que siga un control adecuado para su salud y la del bebé —dijo el médico, con voz comprensiva.— De cualquier forma, aún el feto no está completamente desarrollado, por lo que tiene tiempo para decidir si continuará con el embarazo.
El doctor solo recibió silencio por parte de la chica quien continuaba considerablemente turbada.
—Le recomiendo que acuda a su ginecólogo, o a un obstetra para que se oriente mejor y pueda tomar una decisión. Mientras más rápido lo haga, menos riesgo tendrán ambos. Eso sería todo, puede irse cuando guste. —finalizó el doctor con voz profesional.
—Lo haré, gracias doctor. —dijo Valerie, sintiendo cómo una nueva ola de preocupación se sumaba a su ya pesada carga.
El médico salió de la habitación, topándose con el jefe de la chica, quien entró casi de inmediato a la habitación, con su rostro lleno de preocupación.
—Valerie, ¿estás bien? ¿Qué dijo el médico? —preguntó Alejandro, acercándose a la cama.
—Estoy bien…—susurró la chica sentándose de forma adecuada sobre la cama.
—¿Estás segura?—preguntó el hombre tomando la mano de la chica entre las suyas, ignorando lo íntimo que estaba actuando con esta.—No sabes el susto que me diste. Me encargaré de todo, no te preocupes.
La chica sintió un cosquilleo en el área en dónde la piel de ambos se tocaban. Su mirada clara se fijo en el rostro de su jefe, quien la miraba como sí fuera alguien importante para él, sintiéndose confundida.
—Estoy bien, señor Hansenz.— dijo esta vez con más fuerza retirando su mano de dentro de la del hombre con incomodidad.—Siento haberlo preocupado y molestar su tiempo de trabajo.
El hombre sintió un golpe de realización al observar la mirada incomoda de la chica sobre él y sentir el vacío que quedó en su mano.
—¿Segura que estás bien?¿Qué dijo el doctor?
Valerie pensó en las palabras del doctor, sintiéndose divertida. Obviamente no le diría a su jefe que estaba embarazada.
Embarazada de…
Valerie abrió los ojos como dos focos, sintiendo como su corazón perdía velocidad. Cada parte de su ser se sumergió bajo aguas heladas y turbias.
Su mente comenzó a hacer cálculos rápidamente y dándose cuenta de que el único hombre con el que se había acostado recientemente era con ese desconocido del bar.
—¿Valerie?
Además, las fechas coincidían.
La mujer enfocó su mirada en el rostro ahora indiferente de su jefe quien esperaba una respuesta.
—Si, estoy bien, solo necesito descansar —respondió Valerie, evitando el tema del embarazo—Fue solo estrés y falta de sueño.
Alejandro asintió, pero la miró con detenimiento, notando algo diferente en su expresión.
—De acuerdo, te llevaré a casa. Necesitas descansar —dijo Alejandro, ayudándola a levantarse.
Valerie aceptó su ayuda, consciente de que tenía mucho que pensar y que la situación era más complicada de lo que su jefe podía imaginar.
—Debo pagar…
—Ya Shelsy se encargó de todo. —la interrumpió el hombre mientras se dirigían a la salida del hospital.— No te preocupes.
Valerie se dejó llevar sin poner resistencia. Mientras empezaba a revivir lo sucedido hace casi dos meses en ese bar. Ignorando las palabras de su jefe, y comenzando a sentir una oleada de preocupación descomunal.