Capítulo 4 Una completa humillación

1253 Words
Decidido se fue directo hacia la gran compañía de los Feldman, por el camino, encontró una floristería, cuando ella fue su esposa, siempre le demandó un ramo de flores, pero él nunca tuvo el detalle de llevárselo a casa, Isabella se fue con la ilusión de que él algún día se lo diera, así que escogió entre los más hermosos, y se fue con este hacia la oficina de ella. Cuando llegó a las instalaciones de Industrias Feldman, jamás imaginó que unos simples agricultores tuvieran un edificio tan moderno y refinado, por encima se notaba el dinero y la riqueza, desde que él entró, hasta el último espacio, todo estaba finamente decorado, y perfecto. Se anunció con la recepcionista y ella ordenó que se sentara en la sala de espera, su corazón se iba a salir de su pecho, rogarle a su exesposa por un préstamo, o hablar con ella acerca de su situación, era realmente perturbador, sin embargo, tendría que hacerlo para ayudar a su familia. Cuando la secretaria anunció a Charles, Isabella sintió unos profundos deseos de echarlo de su compañía, así como él la echó de su casa, pero era consciente de la propuesta que le hizo en días pasados, así que suponía que vino hacia ella, solamente para aceptar la misma. —Dígale al señor Anderson que puede seguir —Isabella le ordenó a la secretaria. Arregló su vestido, aplicó un poco de perfume y se aseguró de que estuviera perfecta, aquella mujer de rostro demacrado no existiría de nuevo. Un par de minutos más tarde, un par de golpes sonaron en la puerta de su despacho, aunque su corazón trato de agitarse, controló su respiración y mantuvo la postura. Charles entró cuando ella le autorizó, en sus manos tenía el gran ramo de flores, e Isabella sintió morir; cuantas veces suplico por uno de esos. —Buenos días, Isabella —Saludo Charles efusivo —Hola Charles ¿Qué tal? —respondió ella cortante —Mira, te he traído estás flores—Ella recibió el ramo, y los nervios se apoderaron de ella cuando sintió como el aroma inundo sus fosas nasales, amaba las rosas, y más si venían del hombre que tanto añoraba, pero el resentimiento en su corazón era tan fuerte, que arrojó el ramo a la caneca de la basura que tenía a su costado. —Muy amable de su parte Charles, pero no me gustan las flores, me producen alergia. Charles quiso gritarle enfurecido, pero tuvo que controlar sus locos impulsos ¿En dónde estaba la Isabella que se hubiera derretido ante sus pies? —Bueno Charles, ¿Leyó mi propuesta? —preguntó ella cortante —Si Isabella, la he leído, precisamente por eso he venido. Isabella sonrió satisfecha, Charles cayó en su trampa, en una muy sucia, que le haría pagar todo lo que le hizo en el pasado. Ambos se quedaron en silencio, mirándose fijamente, por extraño que sonara, Charles parecía arrepentido, después de que le pidió el divorcio a su esposa y el saco de su casa mientras llovía, las cosas no fueron mejor para él, no tuvo quien lo atendiera y la mujer de la que creyó estar enamorado, huyó con su amante robándole una gran suma de dinero. Extrañaba a Isabella, la pensaba todas las noches, y anhelaba al menos su compañía, cuando creyó que lo había superado, ella regresó de nuevo, pero en una faceta diferente, una que lo estaba volviendo loco y lo pondría de rodillas suplicando a sus pies que regresara. —Y dígame, Charles ¿Qué pensó sobre lo que te propuse? —Isabella no dejaba de mirarlo, convencida de que tenía el poder en sus manos —Isabella, yo sé que entre los dos las cosas fueron muy duras en el pasado, pero quiero que sepas que mis intenciones ahora contigo son diferentes, pero acerca de la propuesta me parece algo extremista, yo quiero aceptar tu propuesta, pero no puedo entregarte el poder sobre mi compañía, así que he venido para ver que podemos solucionar. Isabella negó con su cabeza, empezó a sacarse su anillo de diamantes y a juguetear con este ante la mirada confusa de Charles, él estaba nervioso, Isabella en esta nueva faceta le causaba nervios y lo doblegó por completo. —Charles, desafortunadamente, es lo único que te puedo proponer en este momento, si mi oferta no te interesa, es mejor que abandones mi oficina en este momento, tengo a más personas que atender. Las mejillas del hombre se sonrojaron, era como si ella lo hubiera abofeteado, y quiso desaparecer, pero abandonar su despacho en ese momento no era la solución. —Isabella, tu sabes que mi compañía tiene un muy buen nombre en el mercado y que si nos prestas el capital no habrá problema en que te lo pueda devolver. —¡Tu lo has dicho! Tienen nombre más no dinero, y yo no tengo una casa de beneficencia Charles, así que tienes dos opciones, aceptar mis condiciones, o salir por esa puerta de inmediato. Isabella comenzó a ver la pantalla de su laptop, por fuera estaba mostrando una dura coraza que se habia fortalecido con el daño que le hizo Charles en el pasado, pero por dentro su corazón enardecía de deseo de estar en los brazos de su gran amor, aunque pasó tiempo, ella no había dejado de amarlo, sin embargo, el dolor que él le causó fue tan fuerte, que borrarlo era inevitable. —Isabella, cariño…—Charles trató de persuadirle —¿Cariño? ¿Estás loco o qué? Creo que fue una pésima idea intentar hacer negocios contigo, sal de mi oficina por favor. —No, Isabella disculpame era la costumbre de decirte así cuando estábamos casados, no quise ofenderte. Isabella se levantó de su silla y puso sus manos firmes sobre el escritorio, se agachó un poco, su blusa se bajó un poco dejando al descubierto su escote y por supuesto, Charles clavó sus ojos directo en el pecho de la mujer, un par de atractivos melones, el sacudió la cabeza tratando de asimilar en qué momento se perdió de ese paraíso, y giró su mirada a otro lado. —Charles, sal de mi oficina por favor, tienes tres días para aceptar mi oferta de lo contrario no regreses aquí, porque no voy a cambiar de opinión. —¡Eres muy cruel Isabella! ¿O más bien una falsa? —Dijo Charles enojado —¿Falsa yo? ¡Ja! ¿Qué pretendes que te diga? —Sí, eres una falsa, cuando nos casamos te presentaste ante mí como una simple campesina, y ahora según tu eres una multimillonaria, y sobre todo una mujer muy arrogante. —¿Según yo? ¡No! ¡Soy una multimillonaria Charles! Y pues bueno, ahora tengo un poder económico que me permite hacer propuestas como la que te hice, ya si te sirve está bien y sino pues también —Isabella pasó su mano por el escote de su blusa y lo subió, dejando absorto en sus pensamientos a Charles. El hombre la miro de arriba abajo y salió de su oficina, cerrando la puerta de un duro golpe a sus espaldas. > Pensó Isabella sintió como su corazón se aceleró, tuvo que servir un vaso de agua y se lo bebió de un solo sorbo, jamás imaginó que le hablaría así al hombre que le removía sus pensamientos, pero de alguna forma él tendría que pagarle todo el dolor que le causó.
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