Charles simplemente cargaba la frustración de su fracaso en los hombros, y apesadumbrado se fue directo hasta su nuevo hogar y el de su familia, su apartamento de soltero, el que le sirvió de vez en cuando para las fiestas con otras mujeres.
Pero que ahora debía resguardar a los suyos del frío, pues de aquella familia poderosa, ya no quedaba ni la sombra. Toda su familia estaba sentada en la sala principal esperándolo, era como una especie de comitiva de bienvenida, pero no en el buen sentido, solamente estaban esperando para atacar como hienas al acecho.
—¿Qué solucionaste Charles? —Elise se levantó, se cruzó de brazos y le preguntó exigente
—¿Qué solucione de que madre? —Respondió Charles sorprendido
—De esta situación, mira como estamos, en este departamento solo hay dos habitaciones, es tan pequeño, tan frustrante estar aquí, solamente nos queda la hacienda, y está tan lejos de la ciudad, ¿Qué vamos a hacer?
—Mamá, somos víctimas de nuestras malas decisiones, y en especial de la mala administración financiera, estamos en la quiebra y no hay nada que hacer, debemos trabajar como empleados, y sostenernos cada cual como pueda.
John se quedó mirándolos a todos, se apretó la frente y dejó caer una lagrima.
—Esto es mi culpa, yo te entregue los negocios en muy mal estado Charles, salir de la quiebra en la que estábamos era completamente imposible, tienes razón hijo, tenemos que trabajar cada uno por su cuenta.
—Hermano, yo tengo veinte años, llevo apenas dos años en la universidad, nunca he trabajado, no se hacer nada, ¿Qué voy a hacer? —Diane se llevó las manos a la cabeza angustiada
—No lo sé, familia por muchos años trate de sobrellevar esta situación, inclusive mantener a esta familia me convirtió en un hombre huraño y egoísta y ahora me siento más solo que nunca.
Los labios de Elise temblaban producto del estrés, empezó a caminar alrededor de la sala, estaba tan enojada por todo lo que pasaba que ni siquiera podía pensar en que resolver.
—¡Yo nunca he trabajado Charles! ¿En qué voy a trabajar? —Refutó Elise
—Ya les dije que no lo sé mamá, No tenemos más opciones.
Todos se fueron de la sala sin dar una solución, Charles se quedó allí solo, sin una sola palabra de aliento que lo hiciera sentir mejor, su compañía estaba punto de cerrar, le quedaban pocos días a los sueños por los que tanto luchó, muy seguramente si hubiera seguido casado con Isabella, nada de eso estuviera sucediendo.
Esa noche fue difícil conciliar el sueño para todos los Anderson, su situación era desesperante, y tendrían que comenzar a despojarse de todo lo que ellos tenían, no solo era lo material, sino también desprenderse de todo ese orgullo y vanidad que no les servía para nada.
Sin embargo, Elise no se dio por vencida, no estaba dispuesta a perder todos los lujos a los que estaba acostumbrada, así que muy temprano en la mañana, se vistió con sus mejores prendas, se perfumó con el último buen perfume que le quedaba y con la hoja de la propuesta de Isabella en la mano, se fue directo a su despacho.
—¡Señora! Y le dije que no la puedo dejar entra a hablar con la señora Feldman, está muy ocupada—Geidy, la secretaria de Isabella frenó a Elise quien insistía en hablar con ella.
—Mire secretaria, que no se le olvide su lugar, avísele a la señora Feldman, que Elise Anderson está aquí, ella sabe quién soy yo
—pero es que ya le avisé, y justamente me dijo que no tenía tiempo para usted —Insistió Geidy, pero Elise, no se daba por vencida,
> Sin más, se fue directo hacia el despacho, a pesar de que la secretaria impidió su paso, comenzó a forcejear con ella para abrir la puerta.
—Señora, ya le dije que no la pueden atender, ¿Qué parte no entiende? —Geidy cogió a Elise para impedir su paso, pero esta se zafó de su agarre bruscamente
—¡Suéltame igualada! ¿Quién te crees? —En ese preciso instante la puerta del despacho de Isabella se abrió, de allí salió la imponente mujer, que se quedó viendo a las otras como peleaban en su entrada.
—¿Qué pasa aquí? —Preguntó en un tono sereno, pero certero.
—¡Isabella! Cariño—Elise le saludó, sin mitigar su tono irónico.
—Elise, mi secretaría ya te dijo que estoy ocupada, para hablar conmigo debes sacar una cita, y mi agenda está disponible hasta dentro de 45 días.
Elise sintió como si su ex nuera la hubiera abofeteado directo a la cara, frunció el ceño y la miro a los ojos.
—Pues es que he venido porque quiero aceptar la propuesta que nos hiciste a mi familia y a mí, Isabella necesitamos urgente el dinero, y pues bueno, aquí estoy yo.
Isabella sonrió sarcástica, miro a la mujer de arriba abajo y cruzó sus brazos.
—Su hijo no la quiso aceptar Elise, y las ofertas tienen tiempo de caducidad, mis fondos se destinaron a otra empresa que si quiso salir de la quiebra.
—¿Qué? —Elise palideció —Pero tú tienes muchísimo dinero, también podrías ayudarnos a nosotros.
Isabella subió sus cejas y negó con la cabeza. —Lamento mucho lo que está pasando, pero yo no tengo mucho dinero disponible para caridad, ahora, vete por favor de mi compañía.
Elise no podía creer lo que Isabella le estaba haciendo, era una tremenda humillación a su persona y su familia, pero estaba en una crisis inexorable que mantener el orgullo en alto era completamente innecesario.
—Isabella, por favor, por los viejos tiempos, podemos hablar querida.
Isabella miró de arriba abajo a su exsuegra, rodó los ojos y le hizo una señal para que entrara en su oficina.
—Está bien Elisa, ¿Cuál es su propuesta?
—¿Cómo?, Pues tu dijiste que nos podrías prestar el capital para salvar nuestra compañía a cambio de que te entreguemos su nombre, pues acepto, te entrego el nombre de Industrias Anderson, y préstanos el capital, ya está ¿En donde firmo?.
Isabella siseó, y le hizo una cara de tragedia a la mujer.
—¿Cómo te explico? Es que ya te dije, eso no está disponible, lo único que puedo ofrecerles en este momento, es un empleo en mi oficina, a cada m*****o de su familia les propongo que se venga a trabajar conmigo, cada uno en un puesto diferente.
—¿Qué? ¿Tus empleados? ¡No! Ni loca.
—Pues si lo ves desde la posición en que ya nadie se arriesga con su compañía, le deben a todos los bancos, ningun empresario quiere invertir, y que ustedes no saben hacer nada, deberías considerar mi propuesta, les pagaré un buen salario por sus funciones.
—¿Por qué estás haciendo esto Isabella? —Reprochó Elise con la voz entrecortada
—¿Qué? Los estoy ayudando, si están de acuerdo, los espero mañana a los cuatro aquí, a las ocho de la mañana, a cada uno les delegaré sus funciones, tendré consideración con ustedes, tal vez pueda ser una buena experiencia.
Isabella miró a Elise, quien estaba sonrojada producto de la impotencia, sus ojos estaban vidriosos. La mujer apenas tragó entero y asentó con la cabeza, saliendo de la oficina de Isabella cabizbaja.
Elise se desvaneció entre los pasillos del gran edificio, mientras que Isabella sirvió una copa de vino, ella no era una mujer mala, pero debía darle una lección a los Anderson, en especial a su suegra y su exesposo, nadie se imaginó las lágrimas que ella derramó despues de que la sacaron de su mansión como si ella fuera un perro.