Capítulo 8 Se cambiaron los papeles

1253 Words
—Veo que han regresado —Isabela miró a los Anderson de arriba abajo, sus ojos estaban llenos de desprecio por esa familia, cada segundo recordaba los malos tratos a los que fue sometida y sentía unos infinitos deseos de mandarlos lejos de ella, pero la vida le estaba entregando la oportunidad perfecta para hacerlos pagar, o eso pensaba ella. Elise fue la primera en acercarse —Sí, hemos regresado, pero quiero dejarte algo muy claro Isabela, el hecho de que vayamos a aceptar tus condiciones, no quiere decir que estemos dispuestos a aguantar tus humillaciones, así qué, espero que no te confundas. Isabela arqueó sus cejas con sorpresa y se acercó a su escritorio, sacó cuatro carpetas y las puso sobre la mesa. —Aquí están los contratos, si firman, mañana mismo estarían trabajando en estás hermosas instalaciones—Diane emocionada se fue hacia ella, aunque Charles la tomó por el brazo, ella hizo caso omiso y miro fijamente a Isabela. —¿En donde firmo? —Preguntó la chica emocionada —Para mi es un placer poder trabajar contigo Isabela abrió la carpeta de Diane, y le entregó el contrato, la ingenua firmó sin siquiera mirar la letra pequeña, iba a ser su primer trabajo ¿Qué podía perder? Seguida a ella, sin más reproches se acercaron Elise y John e hicieron lo mismo, aunque los dos últimos sin mucha seguridad, pero sin más alternativa. Charles miraba desde donde estaba, rehusandose a la idea de trabajar para Isabela, menos en el cargo que le había ofrecido, ¡Era humillante! —¡Charles! —lo llamó —Faltas tú por firmar—Isabela miró a los otros miembros de la familia —¿Podrían dejarnos solos por favor? —¿Qué? —Espetó él —¿Por qué? —Porque quiero hablar contigo sobre tus condiciones laborales Charles. —¡Claro que sí! —Elise exclamó emocionada —Vámonos, ellos necesitan hablar a solas. Charles e Isabela finalmente se quedaron a solas, pero en un completo silencio, ella no dejaba de mirarlo, a su cabeza vinieron recuerdos, en especial, cuando comenzó con él y juraron amarse para toda la vida, aun no entendía la mala actitud que tuvo su exesposo “¿Qué le hice para merecer todo el daño?” Se preguntaba todo el tiempo. —Bueno Isabela, dime ¿Qué hay de especial en mi contrato? Isabela se puso nerviosa con su pregunta, pues en realidad no había nada especial, solamente quería tenerlo con ella a solas, observarlo, pero, sobre todo, hablar con él acerca de sus dolores del pasado. —¿Isabela? —Charles la sacó de sus pensamientos —Bueno, es que tu papel es muy importante para la empresa, si no consigues nuevos contratos con agricultores, es probable que te despida Charles rodó los ojos y esbozó una irónica sonrisa —¡Ja! Me da igual si me despides Isabela, solamente acepté porque mi familia y yo necesitamos el dinero, no me place trabajar a tu lado. —¿Ah no? —se acercó ella furiosa —Si no vas a hacer un trabajo bien hecho, es mejor que busques en otro lado, no vale tomar un empleo si lo haces por un simple salario básico, ahora entiendo porque tu compañía se fue al carajo, si es que eres un mediocre. Isabela se giró dándole la espalda, Charles sintió como la sangre le hervía ante sus palabras y la tomó del brazo para voltearla de nuevo hacia él. —¿Qué te pasa Isabela?¿Por qué estás actuando de esa manera? Isabela se zafó de su agarre y apretó sus labios, aunque en su interior los nervios la estaban matando, y el vacío de su estómago ardía, no le daría el gusto a su cruel exesposo. —Te hablo como quiero, una persona como tú no mereces nada más. —Si no merezco nada, ¿Qué haces ayudándome a mí y a mi familia? ¿Cuáles son tus negras intenciones? —¡No te creas importante Charles! Simplemente ustedes me buscaron y apelaron a mi misericordia, pues eso les estoy dando, misericordia, una que ustedes nunca tuvieron conmigo. Charles quiso gritarle en su cara lo mucho que odiaba estar en esa posición, pero su cuerpo le ordenaba lo contrario, le costaba admitir lo mucho que le gustaban las curvas definidas de Isabela, su imponente carácter, su majestuoso rostro, y eso lo aturdía. —Has cambiado demasiado Isabela, no eres la mujer con la que me casé un día, ahora eres malvada Isabela se giró hacia él y lo miró con desdén. —¿Malvada yo? ¡Ja! Qué ironía, ¿no? El malvado mayor hablando de maldad, valga la redundancia —respondió sarcástica —Sí, tal vez tengas razón , pero ¿Qué sentido tendría continuar en una guerra? Pensó ella —Ningún sentido —Mintió Isabela —Ya no me apetece tenerte más en mi oficina, Vas a firmar el contrato ¿Sí o no? Charles , impulsado por un repentino deseo, se acercó a ella y rozó su nariz en su cuello. —¿Segura quieres que me vaya de tu oficina? —Isabela entreabrió la boca, tratando de ahogar un gemido, pero su cuerpo fue tan traidor, que no pudo impedir responder con deseo —Puedo asegurar que aun deseas que mis manos te toquen—Charles puso su mano en la cintura de Isabela y se la acarició. Isabela quedó en completo shock, se giró hacia él y con su respiración agitada, lo miró fijamente, sus ojos estaban deseosos al igual que los de Charles, y con su mirada lo desafió. —¡Y yo puedo asegurar que no! Así que quita tus manos de mi cuerpo antes de que llame a seguridad. Isabela trató de correrse, pero él la atrapó a dos manos, y la pegó a su cuerpo. —¡Llámala! Porque si no lo haces voy a besarte y te tocaré hasta el último centímetro de tu cuerpo —Aunque Isabela se resistía, en medio de sus piernas, un fluido involuntario la estaba haciendo caer rendida a sus pies. —¡No me retes Charles! —le dijo iracunda, pero aún pegada a su cuerpo. —¡No te reto!—Charles se lanzó directo a su boca y le dio un beso apasionado, Isabela abrió su boca y dejo que su lengua la poseyera, causándole estragos en su interior, las piernas le comenzaron a temblar y correspondió sus besos. Por una fracción de segundos, ella se entregó sin reparo, puso sus manos también sobre las caderas de Charles y lo apretó, él gimió al sentir su roce, pero Isabela se concientizo que estaba haciendo las cosas mal, y se separó abruptamente de su depredador, lo miró con furia y le dio una fuerte bofetada, que apenas le retumbó los oídos a Charles. —¡Atrevido! ¿Quién te dijo que podías besarme? Charles se sobo la mandíbula, y sonrió divertido. —¡Te gusto! ¿Verdad? Fuiste mi esposa, y conozco cada espacio de ese cuerpo y se como manejar tu boca a la perfección —¡Claro que no me gustó! —Isabela seguía mintiendo, era obvio que si le había encantado —Ahora, si no vas a firmar el contrato, es mejor que salgas de mi oficina. Charles hizo un gesto con la boca, dudoso de aceptar, pero finalmente se acercó al escritorio y posteo su firma, ahora, era oficialmente un empleado de su exesposa multimillonaria.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD