Elise no dejaba de llorar, sus lágrimas corrían por sus mejillas a cántaros, el dolor por la traición era un más fuerte que haberlo perdido todo, pues a pesar de cualquier situación y su mala forma de ser, siempre fue incondicional con John, estuvo con él en las buenas y en las malas. —¡Mamá! Por favor levántate de ahí Elise, miró fijamente a los ojos a Charles, ¡Lo miró con enojo, con resentimiento, ira!. —¿Acaso no estás viendo lo que hizo tu padre? Tú lo sabías ¿Verdad Charles? Tú sabías que este desgraciado me estaba engañando con la empleada de la cafetería y te quedaste en silencio, eres un alcahueta. —Mamá, perdóname, sí lo sabía, pero me entere hasta hace muy poco, créeme, no te estoy mintiendo, perdóname si te causé más dolor. Elise se levantó, se limpió las rodillas, y