Capítulo 32. Una renuncia no aceptada, un deseo concedido

2043 Words

Isabella al siguiente día llegó la oficina, su cara estaba radiante, su corazón llenó de dicha, repitió muchas veces el video en donde Greta le confesaba todo a Elise, y sentía satisfacción, ¿Cuántas veces su suegra se burló de ella cuando su hijo la hacía sufrir? Si ella las tuviera contadas, no le alcanzaría los dedos de las manos y los pies para enumerarlas. Dejó su bolso en su escritorio, se quitó su chaqueta, y dejó su pequeña blusa al descubierto, por esos días, en California el verano estaba arrasador, así que mientras estaba sola, se dejaba libre. Prendió su laptop, y comenzó su trabajo, pero unos gritos en la afueras de su oficina la sacaron de contexto. —Pero ¿Qué está pasando? —Se levantó de su escritorio y se asomó para darse cuenta de que Charles estaba discutiendo con

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