Isabella al siguiente día llegó la oficina, su cara estaba radiante, su corazón llenó de dicha, repitió muchas veces el video en donde Greta le confesaba todo a Elise, y sentía satisfacción, ¿Cuántas veces su suegra se burló de ella cuando su hijo la hacía sufrir? Si ella las tuviera contadas, no le alcanzaría los dedos de las manos y los pies para enumerarlas. Dejó su bolso en su escritorio, se quitó su chaqueta, y dejó su pequeña blusa al descubierto, por esos días, en California el verano estaba arrasador, así que mientras estaba sola, se dejaba libre. Prendió su laptop, y comenzó su trabajo, pero unos gritos en la afueras de su oficina la sacaron de contexto. —Pero ¿Qué está pasando? —Se levantó de su escritorio y se asomó para darse cuenta de que Charles estaba discutiendo con