“Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también injusto”. —Pascal
–Sea usted Bienvenido doctor Vermish–, Dijo Simons sonriendo –no esperaba que llegara tan temprano, pero ya que esta por aquí pediré que nos traigan algo ¿prefiere usted Café o Te? –.
Vermish no pudo evitar esbozar una sonrisa a su desconocido pero importante interlocutor.
–Buenos dias Capitán, Agradezco su hospitalidad en verdad–, dijo con voz cortes, –y no quisiera parecer falto de respeto, pero es para mí quizá de mayor prioridad ir directamente al meollo de la situación que hoy nos convoca, sírvase entonces disfrutar de su café si asi lo desea, yo por mi parte prefiero solo un poco de agua, asi estará bien, como sabe usted que he venido con premura y mi agenda aquí en su país, es demasiado apretada, asi que cuando usted guste comenzamos–.
Simons no aparto la mirada de Vermish, descolgó la bocina del teléfono, pulso el botón del intercomunicador, el tono de marcación se escucho apenas dos veces, una vos femenina escapo por la bocina del altavoz.
–Aquí Recepción, a sus órdenes Capitán–.
–Señorita tráiganos por favor un vaso de agua para el doctor Vermish y para mi un café, como siempre–, dijo Simons.
–Claro que si capitán–, respondió la voz y continuo –el Dr Vermish quiere agua natural o sabor limón–.
Vermish se apresuró a contestar, –natural está bien, gracias-.
–En sala de juntas o a su oficina–, pregunto nuevamente la voz.
–Estamos en la oficina–, contesto Simons.
–Entendido, en seguida estoy con usted–. Respondió, y acto seguido sin dar tiempo a más interacción sonó nuevamente el sonido del tono de línea, Simons colgó la bocina del teléfono y se dirigió a Vermish.
–Comprendo que a usted venido desde tan lejos, para revisar los avances del Prometeo III ¿estoy en lo correcto? –, pregunto Simons con cara de curiosidad.
–Si y no–, contesto Vermish de forma automática, – Si bien me parece importante que toquemos el tema del estado de avance de la misión Prometeo III, en realidad estoy mas interesado en la segunda parte del proyecto Viling–.
–Oh–, Simons estaba verdaderamente sorprendido, –y, si no le ofende, puedo preguntar a qué viene tanto interés–.
Vermish se disponía a contestar, pero fue interrumpido por la aparición de una bella mujer en la puerta de la oficina.
–Con su permiso Capitán, Doctor es un honor estar a sus órdenes–, Dijo con una enorme sonrisa dirigiéndose a ambos.
Vestía pues un traje de oficina de dos piezas, en color azul marino que delineaba su esbelta figura, una blusa blanca sin escote asomaba por la abertura en V del saco, su piel blanca hacia contraste con el color rojo intenso de su lápiz labial el cual iba en perfecta coordinación y armonía con el color de sus uñas.
En sus manos cargaba una charola que deposito sobre la mesa, disponiendo primeramente hacia Vermish un vaso de vidrio transparente en el cual vertió graciosamente el contenido de una botella de agua simple de 1 litro hasta llenar el vaso, acto seguido tapo nuevamente la botella y la coloco sobre la mesa a un lado del vaso, acto seguido dirigió hacia Simons una enorme taza de café la azucarera y una pequeña cucharita, Simons vertió dos cucharadas, movió para que se disolviera, coloco la cucharita en la charola y dirigió una sonrisa a su asistente.
–Gracias, puede usted retirarse–, le dijo.
La asistente asintió recogió la azucarera y con la misma voz amable dijo: –Sigo a sus órdenes, con permiso–.
–Gracias–, dijo Vermish.
La asistente sonrió, levanto la charola y se retiró.
–Entonces, me decía doctor–, dijo Simons.
–Vera usted, capitán–, respondió Vermish y continuo, –no quisiera yo dar muchos rodeos al asunto, usted y yo sabemos que el proyecto Viling es muy significativo para el sector empresarial y la gran elite internacional, pues significa en esencia, el primer paso en la conquista del espacio, en la verdadera conquista, a lo que yo entiendo, se trata de apropiarnos de recursos naturales de otro planeta para traerlos a la tierra y seguir incentivando el consumismo, cosa que si no lograra realizarse con éxito en unos cien años poco menos o poco mas habremos acabado con todos los recursos y habrá una crisis global, debido al encarecimiento de los bienes de consumo y a la dependencia tecnológica que se ha venido desarrollando en la población humana, al respecto de esto, mi interés es, ¿Cuándo vamos a comenzar con el siguiente paso? Es decir, la implementación del módulo lunar, pues, como ya lo he mencionado, y disculpe usted si soy reiterativo es un proyecto muy importante y Rusia no se quiere quedar fuera–.
Simons dejo escapar una breve risa y dijo, –Veo que usted está bien enterado–.
–Es mi trabajo–, dijo Vermish.
–Hago de su conocimiento entonces–, dijo Simons y prosiguió, –que si bien, tenemos ya planteada la construcción del modulo lunar como usted lo menciona, esta aun no se ha llevado a planeación, vera usted, de ninguna manera queremos dejar fuera a ningún país, sin embargo las cosas que en América, no son como en Rusia o en China, donde el presidente grita y los demás obedecen ciegamente, no, aquí vivimos en una democracia y tenemos un sistema parlamentario de tal manera que una decisión asi, que requerirá de gran presupuesto, no solo nacional sino mundial debe llevarse al consenso pero para ello tenemos que brindar explicaciones y justificar el gasto económico–.
Vermish escucho cada una de las palabras de Simons, se quedó meditándolas por unos breves segundos y entonces dijo:
–Comprendo bien ese punto capitán, sin embargo, la premura tanto de rusia, como de china viene a que los resultados estarán hasta dentro de cinco o seis años, y nosotros basándonos en los informes del doctor Viling creemos que es totalmente indispensable comenzar el proyecto, pues tenemos una carrera contra el tiempo, es un legado tanto suyo como mío que dejaremos a la humanidad–.
–Entiendo su postura Doctor Vermish–, dijo Simons, –pero, a fuerza de hablarle con franqueza veo muy difícil que, en este momento, que el mundo esta en plena pandemia, se pueda autorizar un presupuesto tan grande, pues a china la cortina de humo se le salió de las manos y en este momento es más importante la opinión pública que la economía, asi que por lo menos habrá que esperar unos tres años para podernos plantear ese asunto–.
Vermish asintió, en el fondo sabia cual seria la respuesta de su interlocutor, la esperaba, porque conocía bien el plan de china, y sabía que, al estar ocupado el país americano con aquel virus, las dos potencias del viejo mundo podrían adelantarse para lanzar sus propios módulos y adueñarse del monopolio del transporte espacial, no es que a china se le saliera de control, es que asi lo tenía previsto, al gobierno c***o no le importaban unas cuantas bajas en su población con tal de capitalizar el proyecto y convertirse en la primer superpotencia espacial.
–Hay otra cosa de la que quiero hablarle–, Dijo Vermish.
–Adelante–, respondió Simons.
–como usted sabe capitán, la semana pasada estuve en china, tenemos una inquietud en común y es saber si ustedes, como la nación militarmente mas poderosa del planeta, se han planteado la posibilidad de que Viling este habitado por seres alienígenas–.
–Ja ja ja ja–, la risa involuntaria de Simons desconcertó a Viling que lo miraba con seriedad.
–Disculparme–, Dijo Simons, –pero creo que ustedes tienen una gran imaginación, en el supuesto que eso ocurriera no habría nada que hacer, si hay una poderosa especie alienígena nos hará polvo en un instante y se acabó, le recomiendo estimado doctor Vermish, que deje de ver nuestras películas y tenga paciencia que los resultados que espera llegaran mas pronto de lo que se imagina.
–Comprendo–, dijo Vermish despreocupado, bebió un poco mas de agua, se levanto de su asiento al tiempo que decía.
–Bueno, siendo asi y si usted no tiene algo mas que tratar, debo retirarme ahora, ha sido un placer conocerlo y tratar con usted en persona, tenga seguro que nos volveremos a ver más adelante–.
Simons esbozo una gran sonrisa. –el placer es todo mío–, dijo, –si no le molesta lo acompaño a la puerta–.