“Recuerda que la felicidad no depende en quién eres o qué tienes; depende únicamente en lo que piensas” —Dale Carnegie
Estaba acorralado, no tenia mas que una sola oportunidad, lo sabia muy bien cuando abordo el avión, sabía que lo estarían vigilando, aunque no sabía quién. Podía ser la pareja de novios que estaba junto él, o la señora con los ni-ños en el sillón de enfrente, podría ser el sujeto con el portafolio, aquel de allá que iba aparentemente trabajando en su laptop, incluso podrían ser las azafatas, o todos a la vez.
La paranoia lo invadía en cada minuto, ni siquiera se percato de la película, afortunadamente el camino a los Estados Unidos incluía un Riposte de combustible en México, lugar en que se dejaba abajar a los pasajeros en lo que el avión recargaba el tanque.
Marco había estado estudiando el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, ambas terminales, era como si hubiera estado ahí ya sesenta veces, había memorizado cada pasillo, cada escalera, cada lugar, ¡bendito internet!, sabía perfectamente lo que iba a hacer.
En cuanto estuvo en tierra se dirigió con tranquilidad al baño, con el paso propio de quien esta conociendo el lugar y no piensa en escapar. Entro y cerro la reja de uno de los cubículos. Sabia que no tenía mucho tiempo quizá segundos, pero sabia cual era el escape perfecto.
Trepo rápidamente por la tasa del baño, se apoyo en ambas paredes y alcanzo la pequeña ventana, la reja era estrecha, pero él era delgado, cabía perfectamente, aunque con un poco de trabajo, tal como lo previa y justo cuando sacaba el ultimo pie de entre la reja escucho abrirse la puerta de los sanitarios, aun no lo habían visto, pero sabia que lo estaban buscando.
Corrió por el techo de la parte este de la terminal dos, hasta alcanzar la escalera de servicio, el camino se le hacia eterno, era mas grande de lo que pensó, imaginaba que vendrían persiguiéndolo, no pudo evitar voltear, pero no había nadie.
Bajo rápidamente la escalera de servicio ya en el suelo camino tranquilamente no quería darse a notar, bajo por la inclinada plataforma de entrada hasta alcanzar la rotonda, fue entonces cuando los vio, una cuadra de agentes acompañados por los elementos de seguridad del aeropuerto salía de la puerta principal, corrió rápidamente hasta alcanzar las afueras, lo había logrado, estaba por fin fuera del área internacional. Subió a toda prisa por el puente peatonal y se internó en la colonia.
Las piernas comenzaban a acalambrarse, no podía correr más, tenia que parar, se interno en un parque cercano, cayendo contra el pasto.
No supo cuanto tiempo paso, pero era de día, lo había despertado el agua del riego, se incorporó rápidamente, utilizo el agua para lavarse la cara, bebió un poco de esa agua, se sacudió y comenzó a andar.
A medida que caminaba se preguntaba si aquella era la mejor decisión, estaba libre si, tal ves a salvo, pero no tenia dinero, ni comida, ni conocía a nadie, como sobreviviría, en cada paso que daba parecía que la cárcel ya no era un destino tan terrible.
Hayose entonces caminando frente a la cámara de diputados, el no sabía que era exactamente, pero era un edificio imponente, cual seria entonces su aspecto que unas personas que pasaban le regalaron fruta y un poco de agua.
Continúo caminando un poco mas hasta llegar al parque de los periodistas ilustres ahí se sentó a descansar y se quedo dormido por unas cuantas horas sobre el pasto, cuando despertó era de noche, las calles lucían vacías se quedo sentado sobre la hierba pensando como estaría su familia, quizá ya se habrían enterado de su desaparición, o tal vez ni siquiera sabían por lo que estaba pasando, ahora tendría que buscar la manera de sobrevivir.
Durante los dias siguientes tomaría algunas rutas de camiones que lo llevarían a distintos lugares que el no conocía, en cada uno se subía con el pretexto de que era un inmigrante que iba de paso a los estados unidos, que no podía trabajar por que no tenía papeles y necesitaba de su apoyo.
No le iba tan bien como usted podría imaginarse, pero obtenía el dinero suficiente para comprar algo de comer y de beber, por las noches cuando la ciudad dormía solía asearse en alguna de las fuentes de los parques cercanos, aun asi evitaba la compañía de vagabundos y otras personas sin hogar, pues la sabia de sobra que, si entraba en el mundo de las drogas, ya difícilmente podría salir adelante y necesitaba estar integro, quería recuperarse, tenía que vengarse.
Evitaba quedarse en el mismo lugar, cada día era una aventura diferente, tomando un colectivo y luego otro, el letrero no le importaba, recorrido Venustiano Carranza, Iztapalapa, Cuauhtémoc, Iztacalco, Ecatepec, Tláhuac, etcétera.
Sin embargo, no sufrió ningún asalto, tampoco como era costumbre en aquellas, zonas tuvo la desgracia de toparse con algún policía corrupto que le hiciera, lo que en México se llama un “levantón”, que es básicamente, recoger a una persona que va por ahí en la calle, fincarle algún delito, quitarle todas sus pertenencias de valor, presentarlo ante el Ministerio Publico y que este lo ponga en libertad al no tener evidencia.
Lo que si se había topado era con gente un tanto “incomoda”, por decirlo de alguna manera, gente muy grosera que lo insultaba por su aspecto o por que pedía dinero, –ponte a trabajar, ¡Huevón!, le decían algunos.
Afortunadamente para el en México, y más particularmente en la Ciudad de México, al ser una mezcla de culturas, la xenofobia y el r*****o son casi inexistentes, si bien hay lugares en donde está poblado por extranjeros que hay llegado a México a invertir en grandes restaurantes y hoteles, y estos practican el r*****o incluso contra los mismos mexicanos, la mayor parte de la ciudad no tiene problemas con los extranjeros, no es como en estados unidos.
El problema no esta en el r*****o sino en el clasismo, por poner un ejemplo, imagínese usted en una tienda de ropa, sea en la calle o en un gran centro comercial, entra una persona de traje fino, vestida muy elegante, en la puerta el policía ni siquiera lo revisa, los vendedores se pelean por atenderlo y a aquel que le toca se desvive, le muestra esta prenda, esta otra, hay lugares en donde incluso a los clientes mas VIP se les ofrece un aperitivo, claro esta no es el común, pero los hay. Al final aquel ser indómito no se ha llevado nada, solo estaba dando un vistazo para perder un poco de tiempo antes de su siguiente reunión, en su reseña pondría que la tienda le pareció de mal gusto por la mala calidad de sus telas y que además el vendedor no había sido lo suficientemente amable por eso decidió no comprar.
En cambio, entra unos dias más tarde nuestro querido marco, con la intención de comprar unas playeras, lo primero que pasa es que el policía de la puesta lo retiene y lo inspecciona, que no lleve armas, cuando por fin lo deja pasar pasara algunos minutos dando vueltas entre los estantes, la tienda tiene tres vendedores, pero ninguno lo quiere atender, en cambio el personal de seguridad lo sigue por todos lados sin hacer ninguna discreción, el reporte del policía de la puerta también a prendido las alertas del encargado del circuito cerrado y ahora mismo lo están monitoreando por cámara, el gerente del lugar a tenido que dejar todo lo que estaba haciendo y a salido de su oficina y también está atento, se acerca a los vendedores y pregunta:
–¿a quién le toca? –
Dos de ellos señalan a un tercero entonces se dirige a este y dice:
–Ve a ver que quiere y que se vaya rápido–.
No solo es por que pueda robar algo, sino por que espanta al resto de clientes, como la señora aquella del traje azul que venia con sus hijas que además son señoritas muy guapas, y que seguramente venían a probarse la ropa y a ver el maquillaje y a oler los perfumes, pero han visto al tipo aquel dando vueltas por los pasillos y han preferido salir, no les vaya a hacer algo.
El vendedor asiente y se acerca a Marco
Usualmente diría algo asi como:
–¿le puedo ayudar en algo caballero? –
Pero con Marco el dialogo es diferente más bien dice –¿Buscas algo? –
Marco responde si –busco quiero dos de esas playeras–
El vendedor responde –¿perdón? –
No le ha entendido, el acento de México y el de chile son muy diferentes y Marco se percata de eso asi que señala y con lenguaje de señas le indica al vendedor que quiere dos playeras, pero además un pantalón, dos calzones y un par de zapatos.
–y, ¿si traes para pagar? –
Pregunta el vendedor, pues no esta dispuesto a estar sacando prendas para que al final le dejen ahí las cosas, tome en cuenta algo es el mismo vendedor que antes había atendido al caballero de traje elegante.
Marco asiente con la cabeza, una señora, le había regalado mil pesos, algo que no se da todos los dias, y marco sabe que no puede almacenar dinero asi que lo tiene que gastar, compra algo de comer y ropa, también compra una pequeña mochila, de esas baratas de lona, tiene algo en mente.
No lo dejaron acceder a los vestidores por lo que se cambia en un sanitario público, tira su ropa vieja y rota, y se dirige a aquel lugar que apenas dos dias antes acababa de ver.