GANAS DE VIVIR
VALERIA
A pesar de haberme tomado la pastilla para dormir, sigo nerviosa y muy inquieta, ni siquiera pue concentrarme en escribir o leer, ya no sé qué hacer, no quiero tener una crisis.
— Vale, pensé que estabas dormida? — pregunta Fabi entrando a mi habitación
— No, ni siquiera he logrado calmarme
— Quizá la visita de Alan te sirva de algo
— No quiero ver a nadie
— Ay, ándale, ya está aquí, no le hagas la grosería — recuerdo mi sueño y el accidente de Eduardo y temo, pero no puedo ser grosera con él l, al menos saldré a recibirlo y ya luego le diré que me duele la cabeza o a ver qué me invento.
— Está bien — le digo
ALAN
Traje unos libros para Valeria, espero que no los haya leído ya, la veo venir hacia mí y me emociono, aunque creo que no ésta bien, pues Fabi ya nos contó lo de su hermano.
— Hola
— Hola — ahora no tartamudea
— ¿Cómo estás?
— Bien
— Yo también estoy bien, aunque un poco preocupado, ¿Sabes?
— Puedo saber el por qué?
— Sí, claro, — caminamos juntos por el jardín — mis padres a veces tienen una pésima actitud en cuanto a nuestras decisiones, es como si no reconocieran que mis hermanos y yo ya somos adultos, justo anoche me peleé con mi padre, odia los antros y yo casi vivo en uno — le cuento intentando que ella también me cuente lo suyo
— Es irónico, pero entiendo cómo debes sentirte en este momento
— Gracias, casi lo olvido, te traje éstos libros
— Muchas gracias, no tenías porqué, hay que sentarnos aquí — me indica un pequeño sillón y tomamos asiento
— Bien, qué cómodo
— Sí, lo es. Y bueno, yo también estoy preocupada
— ¿Por?...
Conversar con ella sí que me libera de todos mis males, olvidé cómo me sentía y hasta recargué energías, es una curita para el alma, cómo no sentirme tan atraído por ella.
El tiempo a su lado pasa muy rápido y el tiempo sin ella es demasiado lento, quisiera que fuera al revés, o al menos no tener que separarme nunca de Valeria.
El primer mes de nuestra amistad llega y yo muero por volver a besarla, pero sé que no es correcto, no quiero que ella me lo tome a mal, aunque no sé hasta cuándo podré aguantar, cada día me enamoro más y más. Cada día la visito en el mismo horario, hoy está más linda que nunca y el tartamudeo se ha ido por completo, al menos conmigo, lo cual me indica que ya me tiene confianza, hemos leído mucho y hablado de nuestras vidas, incluso ya tiene una nueva mascota, una linda y tierna gatita blanca que llegó por sí sola y ya nunca se fue, Lila, se llama, y hoy le traje croquetas.
— No tenías porqué molestarte
— Claro que sí, ya me gané tu confianza, ahora debo ganarme la de Lila — respondo
— Te agradecemos mucho
— ¿Sabes? Estuve conversando con mi hermano Agustín, el psiquiatra, le hablé de tí y me consiguió una cita con un experto, es un viejo psiquiatra que seguro te ayudará
— ¿De verdad hiciste eso por mí?
— Sí, espero que no te moleste
— Al contrario, me siento muy agradecida y contenta de que sigas siendo mi amigo a pesar de todo.
— No te sientas mal, las crisis nerviosas no son culpa tuya
— Es sólo que últimamente me suceden más seguido y no sé porqué y para colmo, te ha tocado salvarme en más de una ocasión
— Puedo ser tu ángel de la guarda, a veces, no me incomoda
— Pues no tienes alas
— Pero en tus sueños sí…
VALERIA
¿Por qué dijo eso? ¿Cómo sabe que vive en mis sueños? A nadie se lo he dicho, ni siquiera a Fabi y eso que ella siempre me dice “que sueñes con los Alancitos”.
— Era un broma — aclara él — ¿A poco sí me sueñas?
Siento que un calor sibe hasta mi cabeza, ay, no, de seguro ya me sonrojé.
— No, yo nunca sueño y cuando lo hago son pesadillas, sólo eso
— Quisiera ser tu pesadilla, ¿Sabes? — me sonrío
— ¿Por qué no comentamos el libro nuevo? — intento cambiar de tema
— La respuesta es simple, porque una bella señorita está tratando de cambiar la conversación, pero no se saldrá con la suya
— Entonces, háblame del psiquiatra experto, ¿Cuánto es la cita?
— Eso es trampa porque es un tema muy importante, pero tú ganas, la cita es mañana mismo y no te preocupes, yo te llevaré
— Estaré lista a la hora que digas
— Perfecto, ¿Crees que Tina haya preparado alguna merienda?
— Vamos a ver…
La convivencia entre Alan y yo se ha vuelto una rutina que me encanta, quiero estar siempre cerca de él, pero creo que primero debo curarme, por eso he decidido dar un gran paso, quizá sea muy precipitado, pero no me importa, me inscribí en un diplomado, es algo sobre cómo sobrevivir a las fobias y yo quiero volver a vivir, salir al mundo de nuevo, tener una vida normal. Aún nadie lo sabe, esperare a mañana para decirles, de todos los aún faltan unos días para que empiece, será en la universidad de Fabi, sirve que me voy con ella.
Ya estoy lista, Alan no debe tardar en venir por mí, me preocupa que casi no haya dormido, pero él insistió en llevarme, no quiere dejarme sola, eso me hace sentir segura, con él siempre me siento muy bien.
— Vale, ya llegó Alan — me avisa Tina
— ¿Me veo bien, nana?
— Estás preciosa, mija
— ¿De verdad?
— Alan no podrá quitarte la vista de encima
— Gracias, nana
Tina me acompaña hasta donde está Alan esperándome, mientras me aconseja.
— Si en algún momento no te sientes bien, puedes llamarme mija, recuerda que estaré muy al pendiente del teléfono.
— No te preocupes, nana, estaré bien
— Si llama Eduardo, le diré que llame más tarde
— Sí, por favor
— Y si Alan te invita a comer, tú acepta
— Nana, no te adelantes
— Y si te pide que seas su novia, mucho mejor
— Nana — replico
— Esa no es mala idea — comenta Alan logrando ponerme muy nerviosa.