Capítulo 20.

1133 Words
EL CRUJIR EN MI INTERIOR BRIANDA Han pasado días desde mi llegada a esta ciudad y no he logrado localizar a Alan, es obvio que se está escondiendo de mí, pero no me iré sin verlo, ya encontraré una manera. ALAN Hace tiempo que debí tomarme unas vacaciones, pues ahora puedo pasar más tiempo con Valeria, precisamente hoy la traje de nuevo con el psiquiatra, pues él me llamó para citarla, de hecho, ya está por terminar la sesión, seré atento. — …Mis padres murieron cuando terminé mi relación con Esteban, ahora que conocí a Alan, Eduardo tuvo un accidente, yo soy la culpable, lo sé y no quiero que mis seres queridos les pase algo por mi culpa — dice Valeria — En este momento te traigo de regreso al presente, Valeria, contaré hasta diez y poco a poco irás despertando, uno, dos, tres… — instruye el doctor No me gusta para nada lo que Valeria ha dicho, no entiendo porqué cree que nuestro amor es como una especie de maldición, sólo espero que eso no nos impida ser felices. — Bien, Valeria, sé que no recuerdas nada de lo que me dijiste hace un momento, pero trabajaremos con esa información, ¿Estás de acuerdo? — pregunta el doctor — Sí, doctor — afirma ella El doctor le hace preguntas sobre su anterior relación de noviazgo, ella contesta y yo solo sigo escuchando, aunque creo que no debería, pues son cosas que no hemos platicado como pareja. — Esteban… — ese nombre me suena, pero dudo mucho que se trate del mismo patán que conozco — él era… — ese tipo es igual de barbaján que… ni para qué mencionarlo. Valeria concluye su sesión y el doctor le ha dejado tarea para la semana, mañana ella debe volver a la universidad con otra parte del diplomado, creo que son tres días, ella está muy contenta con sus avances y el doctor le inspira mucha confianza. BRIANDA Acabo de ver al imbécil de Manuel con una naca de cuarta en el centro comercial, siempre supe que terminaría mal, pero por el momento, lo importante es que sí están viviendo en esta ciudad, si lo sigo, daré con Alan, ahora sí, no podrás escaparte de mí, mi amorcito. Son tan cursis esos dos, ¿se creen que están en una película romántica o qué? Ya me aburrieron, pero ni modo, todo sea por tí, Alan. Los observo por dos largas horas y al fin, se suben al auto, voy guardando mi distancia, pues no quiero que me descubran y se desvíen de mi objetivo. Luego de algunos minutos, llegamos a un lugar, es una casa grande y muy bonita, la naquita esa se baja, dudo mucho que ella viva allí de gratis, de seguro es la sirvienta. Al cabo de un rato, Manuel se estaciona en la cochera de enfrente, así que allí vives, obviamente espero que Alan también, pues siempre les ha gustado compartir vivienda. Y justo, él llega también, con otra ¿Mujercita? Si a eso se le puede llamar así, pero qué bajo has caído Alan, y pensar que conmigo lo tenías todo, pero esa relación no mes durará mucho, pues yo, personalmente, me encargaré de ello, porque Alan es mío, ¡Sólo mío! VALERIA Cuando regresamos a casa, Tina ya nos espera con la comida lista, esa mujer sí que disfruta cocinando, Alan y Manuel se quedan para acompañarnos. — ¿Y entonces, decidieron tomarse unas vacaciones? — les cuestiona Tina — Así es — responde Manuel — Han sido días de arduo trabajo y prometimos que ya cuando el antro estuviera funcionando en óptimas condiciones, lo haríamos — ¡Y vaya que lo necesitamos! Todas esas desveladas luego perjudican la salud — Explica Alan — Qué bueno que piensen en la salud, muchachos, pero ya pónganse a comer que mucha plática y el plato sigue igual… Luego de que Alan y Manuel se van, ya al anochecer, nos disponemos a descansar cuando Fabi llega a decirme algo desconcertante. — ¡Mira por tu ventana! — ¿Qué pasa? — pregunto — Sólo mira, acaba de llegar una mujer muy fina a casa de nuestros galanes, ¿Quién será? — No lo sé, pero no estarás celosa, ¿O sí?— Pues tanto como celosa, no, pero sí tengo mucha curiosidad — Nada de qué preocuparse, ya se fue — menciono — Probablemente se equivocó de dirección — sugiere — Ya puedes dormir tranquila y soñar con los Manuelitos. Al día siguiente, veo llegar desde mi ventana al mismo auto de la mujer refinada y me parece extraño que esta vez llegó a mi casa. — La mujer esa está aquí, Vale, ándale, vamos a ver qué quiere — me dice Fabi apresurada — De acuerdo, vamos — pues también muero de curiosidad Tina la atiende sin éxito de complacer a la desconocida, en cuanto me ve, se dirige a mí. — ¡Tú! ¡Aléjate de mi esposo! Él y yo hemos estado casados durante tres años y ninguna mosquita muerta como tú me lo va a quitar, ¿Me escuchaste? — Su… ¿Esposo? — cuestiono — ¿Estás sorda o qué? Además, no eres ni la primera ni la última amante de Alan, ha habido muchas más como tú rondándolo y por ninguna me ha dejado, así que ya lo sabes… Dice eso y se va, estoy atónita, realmente no me esperaba eso, luego de la impresión, regreso a mi habitación de donde no quiero volver a salir nunca. Tina y Fabi intentan hablar conmigo sobre lo ocurrido hace un momento, pero no las escucho, no puedo escucharlas porque por mi mente hacen eco las palabras de esa mujer, es raro cómo él vive con Manuel y no con ella, quizá no se han divorciado, pero lo hará, tal vez, ¿Porqué Alan nunca me dijo que está casado? ¿Y si ella tiene razón y sólo soy una más? Tengo que hablar con él. — Vale, no le hagas caso a esa mujer, de seguro sólo quiere molestar — sugiere Fabi — Lo sé, por eso iré a hablar con él en este momento — ¡Sí, es lo mejor que puedes hacer! — Traten el tema con calma, mija, — aconseja Tina — y defiendan su amor con valentía — Así lo haré, gracias a las dos Me dirijo a la salida y todos mis miedos me atacan enseguida, recuerdo que sólo debo cruzar la calle para verlo y aunque me tiemblan las piernas, continuó. Pero justo antes de intentar tocar el timbre, veo algo que no debía, puedo escuchar un crujir en mi interior al partirse mi corazón en dos, pues allí están Alan y la mujer besándose… Respiro y regreso por donde llegué.
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