Capítulo 35.

1048 Words
TERRIBLE RECUERDO VALERIA Sé dónde acabará ésto, pero comienzo a sentir un miedo profundo y no puedo a pesar de que lo deseo tanto como él, así que lo detengo. — Espera, creo que no es el lugar adecuado — ¿Segura? — pregunta — Alguien podría venir — indico — Tienes razón, igual pronto seremos marido y mujer — él vuelve a besar mi mano — Parece que va a llover — señalo — ¿El cielo se está nublando? — bromea — Sí, creo que deberíamos irnos — Sí, vamos Él toma las cosas apresuradamente y nos subimos al auto, conduce con velocidad como si temiera algo, pero supongo que no está tan temeroso como yo, aunque trato de disimularlo. — ¿Estás bien? — me pregunta — Sí- si, - sí es- estoy bi- bien — respondo asustada. Él sigue conduciendo hasta llegar a casa, Eduardo ya me espera y comienza a cuestionarme, también, pero yo sólo quiero ir a mi habitación. EDUARDO Una tormenta se acerca, Alan trajo de inmediato a Valeria, pues sabe que podría entrar en crisis en cualquier momento. — Gracias por traerla a tiempo — Empezó a tartamudear de nuevo — me explica — Llamaré a Jiménez — ¿Qué pasó? — pregunta Tina Le explicamos y manda a Fabi a la habitación de Valeria para cerciorarse de que todo esté bien. FABI Ya sé lo que pasa cuando hay tormentas, intento entrar a la habitación de Valeria, pero está cerrada por dentro. — Vale, ¿Estás bien? — los truenos comienzan a escucharse — ¡Vete, no quiero ver a nadie! — ¿Por qué no me abres y te acompaño? Además, te traje un té — ¡No lo quiero, vete! — ¿Segura? Ella no responde por un momento, luego comienza a gritar — ¡No puedo abrir! ¡Está cerrado! ¡Estoy encerrada! ¡Ábreme, por favor! ¡Déjame salir, te lo ruego! — Vale, — corro a buscar las otras llaves para abrir — rápido, mamá, ayúdame a encontrar la llave. Eduardo y Alan corren a la habitación para intentar abrir a la fuerza. — ¡Valeria, apártate de la puerta! — dice Eduardo y da un par de patadas sin tener éxito, luego Alan le ayuda y al fin lograr abrir, ella sigue gritando. — Valeria, Valeria, ya estoy aquí — Eduardo la abraza, pero ella se separa rápidamente y sigue diciendo cosas. — Está muerta, está muerta — ¿Quién está muerta? — pregunta Eduardo — ¡Está muerta! ¡Él la mató! ¡Yo lo ví! — ella llora y repite lo mismo una y otra vez. Alan sólo mira la escena tratando de comprender, luego se escucha el timbre y él baja. — Debe ser el doctor — indica apresurado Alan trae al doctor Jiménez hasta la habitación, Eduardo tiene a Valeria en los brazos ya desmayada. — ¿Qué fue lo que pasó? — pregunta Alan Eduardo la coloca en la cama para dejarla descansar, el doctor Jiménez le aplica un sedante que la hará dormir hasta mañana, luego los tres se van. ALAN Necesito saber qué fue lo que le pasó, ¿Cómo podré ayudarla si no tengo ni la más remota idea? — Por favor, Eduardo, pronto seré su esposo, tengo derecho a saberlo — Lo sé, sólo espera a llegar a la casa del doctor — ¿Por qué? — Cuando llegué del extranjero, supuse que no era buena idea que el expediente de mi hermana se quedara en casa, lo pensé muy bien, y qué mejor que esté en el consultorio de su psiquiatra. — ¿Es tan grave? — Ella vivió cosas que nadie debería vivir, es todo lo que te diré por el momento — Entiendo. Llegamos a casa del doctor, y él saca el expediente, lo coloca en una mesa y antes de dejarme leerlo, me advierten. — Valeria no tiene idea de ésto, sus recuerdos fueron bloqueados por su propia mente, debido a la gravedad de la situación, pues, cualquiera podría enloquecer de haberlo vivido también. — De acuerdo. Comienzo a leer y me doy cuenta de muchas cosas, de por qué tantos miedos, entre ellos, estar entre la gente, el tartamudeo, su inseguridad, su crisis nerviosa en la tormenta, incluso, la perdida de su virginidad. Eduardo me explica largas horas y yo, realmente, estoy atónito. — ... Todo ese tiempo, mi hermana fue torturada y abusada, cuando la encontraron parecía una vagabunda en las calles, así que nunca supimos quién ni dónde la retuvo. — El culpable sigue libre como si nada hubiera pasado y ella aún sufre las consecuencias — Expreso — Así es, aunque tenemos la esperanza de que logré recordar al agresor para hacer justicia — dice el doctor — Lo que más me aterra es cómo lo tome cuando recuerde todo lo que vivió, no sé si podrá soportarlo. — Indaguemos más en tus recuerdos, Eduardo — sugiere El doctor y Eduardo acepta. EDUARDO Nuevamente me coloco en posición para la hipnosis del doctor Jiménez y con Alan de testigo. — … uno, dos, tres. Por favor, dime, ¿Qué es lo que ves? “ — Desde temprano, Tina, Fabi y yo hemos comenzado a repartir el material para compartir con todo el mundo, la foto de mi hermana pronto estará en toda la ciudad, tengo la esperanza de que pronto habrá noticias de ella. — Señor, si la ve, llámeme... señora, ¿la ha visto? — nos dirigimos a toda la gente que pasa por aquí — No, joven, no la he visto — Por favor, llévese el volante por si la llega a ver, me avise de inmediato, se lo ruego. La gente siempre niega haberla visto sin ni siquiera prestar atención a su fotografía, eso es muy frustrante, pero no descansaré hasta encontrarla. La lluvia ha cesado y el oficial me avisó que la búsqueda continuará, aunque es difícil porque ni siquiera se sabe por dónde empezar exactamente, me citó otra vez para volver a hacerme preguntas, no debería estar perdiendo el tiempo con ésto. — Joven, ¿podría relatar nuevamente lo ocurrido? Sé que es algo tedioso y desesperante para usted, pero entre más detalles nos dé, más fácil será hacer nuestro trabajo..."
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