Capítulo 34.

1061 Words
ANILLO DE COMPROMISO VALERIA Eduardo se queda pensativo por unos segundos y luego responde a mi pregunta. — Claro que no — ¿Seguro? Es que yo lo entendería — Tú y Alan se aman, es algo normal, ya sabes — Entiendo — Además, me da gusto porque eso quiere decir que te has ido recuperando, aunque no lo hayamos notado — ¿De verdad lo crees? — A menos que haya algo que no me hayas dicho aún — Nada de eso — Bien — ¿Y cuál crees que hubiera sido su reacción? — pregunto refiriéndome a mis padres — No lo sé, pero si de algo estoy muy seguro es que estarían muy felices de que tu hijo no sea de Esteban — En eso tienes razón, y Alan no es para nada como él — Elegiste bien, él te ama, te respeta, te ayuda, y sé que puedo hacer una lista más larga — Sí, él es más que maravilloso, estoy tan feliz — Se te nota a leguas y eso me da tanto gusto y tranquilidad — Gracias, Eduardo, no pude tener mejor hermano que tú, pero cambiando de tema, dime ahora que Fabi ya no es novia de Manuel, ¿Qué es lo que harás? — Demostrarle que nunca la engañé y recuperar su amor — Ya está, ¿Quieres tortillas? — digo refiriéndome a la comida — Sí, y un cafecito, por favor — Lo sabía, sigues siendo adicto al café — pongo a calentar agua — ¿Y quién no? — Si necesitas mi ayuda, con gusto hermanito — vuelvo al tema de Fabi — Te agradezco — Aunque debes ser consciente que necesita tiempo, Manuel se ha portado muy bien con ella y sé que le duele haberlo lastimado — Lo sé — tomo las tortillas ya calientes y las coloco en la mesa para él — Anda, ponte a almorzar que se te va a enfriar — Pero falta mi café — Ya casi está — ¿Me acompañarás, verdad? — Obvio, ahora debo comer por dos… FABI Manuel ni siquiera es para mandarme un mensajito de saludo, extraño sus palabras bonitas que siempre me decía, pero cuando estoy cerquita de Eduardo el corazón casi se me sale del pecho, no quiero seguir confundida. Eduardo ha respetado mi indecisión y me asegura que me va a demostrar que lo de las fotos con Karina fueron puros inventos de la tipa esa, ¿Será? — Fabi, qué bueno que te veo, — expresa Eduardo — Ven, vamos a sentarnos Dice llevándome del brazo hacia la sala — ¿Pero por qué tanto apuro, Eduardo? ¿No ves que tengo cosas que hacer? — Luego las hadas, es más, yo te ayudo — Si, como no, ya imagino lavando los trastes — Sí sé hacerlo, aunque no lo creas, pero necesito que me escuches — Ay, Eduardo, tú con tus cosas — Te prometí demostrarte que yo no te engañé y aquí tengo la prueba de eso — ¿De verdad? — Sí, mira, éstas son las fotos que Karina te mostró, ¿Cierto? — me muestra unas fotos que de seguro mi mamá le dió y yo pensando que las había tirado — Sí — respondo abrumada — Pero en su perfil, — me enseña desde su laptop — Karina, tiene fotos muy similares con otro hombre, ¿Ves que es el mismo fondo? — Sí, es idéntico — Claro que esa foto que te mostró al final es muy íntima y no la vamos a encontrar aquí, — diferente refiriéndose a la foto donde están en la cama — pero mira, se ve claramente que el tipo tiene como un tatuaje en esta parte del hombro, apenas se alcanza a ver, y yo no tengo ningún tatuaje, ¿Lo ves? — explica quitándose la camisa para mostrarme sus hombros, es tan sexy, ufff. Me pongo nerviosa y sólo le pido que se vista de nuevo, a lo que él obedece. — Sí, es claro que no eres tú, gracias por aclararlo — sigo muy nerviosa — Te lo dije, yo nunca te engañé, yo siempre te he amado, Fabi — me besa apasionadamente. VALERIA Bajo a la sala para esperar a mi novio y lo primero que veo es a Fabi y a Eduardo en tremendo beso, me alegra mucho por ellos, hacen una linda pareja. Espero que termine la escena para hablar. — ¿Así que no pensaban decirme que ya se reconciliaron? — Acabamos de aclarar todo, ¿Verdad, Fabi? — dice Eduardo — Sí, Vale, Eduardo ya demostró su inocencia — Me da tanto gusto por ustedes, se merecen esta nueva oportunidad — expreso El timbre suena y debe ser Alan, me apresuró para abrir. — Hola, hola, ¿Ya estás lista? — Pregunta Alan — Sí, — respondo — Alan y yo saldremos un momento — explicó a Eduardo y a Fabi — Nos vemos más tarde. Alan me lleva a un lugar un poco alejado, hay césped, árboles, flores, a lo lejos se ven las montañas y un río, no hay personas alrededor y eso me agrada bastante, saca una canasta con cosas y la coloca en el césped bajo el árbol, empieza poniendo un mantel y me invita a sentarme con él en el suelo. — Señorita, por favor, ¿Qué le sirvo? — Desconozco el menú — En la canasta hay sándwiches, un par de jugos, galletitas y frituras — Entonces uno de cada uno, por favor — Excelente elección Pasamos el día de campo en completa soledad, el viento se siente sirve y me deja percibir el canto de los pájaros al rededor, de pronto Alan saca algo del bolsillo de su pantalón y me lo da. — ¿Qué es ésto? — Es para tí, ábrelo Es una cajita en forma de rosa roja, muy linda, la tomo en mi manos y la abro, veo lo que hay adentro y me emociono. — Señorita Valeria de los Ángeles, ¿Acepta ser mi esposa? — Alan, ¿De verdad? — cuestionó con ojos llorosos, él besa mi mano — Es lo que más quiero en el mundo — ¡Claro que acepto! Alan me coloca el anillo y luego nos perdemos en un beso largo e intenso que produce fuego en nuestras pieles.
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