CONFIANZA
DOCTOR JIMÉNEZ
Es preciso que hable con el hermano de la joven que se acaba de ir, necesito más información, saber exactamente qué fue lo que sucedió en el pasado, quizá él lo sepa o tenga alguna idea. Estoy devolviéndole la llamada, pues sé que él estuvo intentando comunicarse conmigo y yo me negué, pero es muy importante ayudar a Valeria, vaya coincidencia que conociera a los Ibarra.
— Buenas tardes, ¿Habló con Eduardo de los Ángeles?
— ¡Hola, sí, soy yo! — responde entusiasmado
— Habla el doctor…
— Sé perfectamente quién es usted — interrumpe — y me alegra mucho que me haya regresado la llamada
— Me alaga con su entusiasmo
— Es que lo he estado buscando, creo que usted es el único que me puede ayudar
— Sob ser arrogante, lo sé, y mire que coincidencia, hoy conocí a su hermana Valeria
— ¿Mi hermana estuvo allí?
— Así es, un amigo suyo es familiar ee unos amigos míos y accedí a tomar el caso como un favor especial
— ¡No sabe cuánto le agradezco!
— Pero quisiera hablar con usted, sé por su hermana que usted no está en el País, así que tendremos que charlar por este medio
— Volveré pronto, pero sí, por aquí le puedo contestar lo que usted quiera
— Perfecto, ¿Cuándo tiene tiempo?
— Todo el día, hace un mes tuve un accidente, me fracturé la pierna y he tenido que permanecer en cama, así si usted puede, ahora mismo le doy la información que necesita
— No se diga más…
VALERIA
Me siento extraña luego de la consulta con el doctor Jiménez, pero no dejaré que eso arruine mis planes para hoy.
— ¿Te sientes bien, Valeria? — pregunta Alan mientras conduce de regreso a casa
— Sí, un poco rara, pero bien
— El doctor Jiménez es toda una eminencia, logrará ayudarnos, ya lo verás
— ¿Por qué siempre eres tan amable conmigo?
— Creí que ya lo sabías, pero creo que no he sido bastante claro, me encantas, me enamoré de tí y…
— Lo siento
— ¿Sentirlo? ¿De qué hablas?
— Es que yo no creo estar lista para…
— No te estoy pidiendo nada, sólo que me dejes seguir siendo tu amigo, tu apoyo
— Gracias, significa mucho para mí, de verdad te lo digo, yo…
— Sigo escuchando
— Olvídalo — me retracto
— Tú tampoco te enamoraste de mí, lo sé, mejor dicho, todos lo sabemos, pero…
— Bueno… es que… si, no, yo…
— Descuida, me encanta conocerte como simples mortales, ya habrá tiempo para otras cosas
Me siento un poco avergonzada, pensé que mis intentos por ocultarle mis sentimientos estaban funcionando, pero qué gran error, es tan lindo y comprensivo. ¿Cuándo podré vivir mis historia de amor con él? Quizá, debería darme prisa en superar mis miedos.
— Alan, hay algo que no le he contado a nadie
— ¿Un secreto? Me encantan los secretos
— No es un secreto, sólo que quería contarte primero a tí — él se estaciona y me pone atención
— No sabes lo mucho que significa para mí que me tengas esa confianza, — siento que mi sangre corre por todas mis venas y un poco de calor en mí — te sonrojaste, eres preciosa
— Alan, no me…
— Disculpa, estaba divagando, por favor, dí lo que me ibas a decir
— Es que… me inscribí a un diplomado
— ¡Qué padre! ¿De qué es?
— Es sobre cómo sobrevivir a las fobias
— Eso es maravilloso
— Y es en la universidad de Fabi, presencial
— ¿De verdad?
— Sí, bueno, estoy muy nerviosa por ello, pero es algo que quiero hacer
— Me siento muy orgulloso de tí y verás que todo saldrá bien, ¿Cuándo empieza?...
El tiempo pasa y el curso da comienzo, hoy es el primer día y estoy tan nerviosa que creo que voy a vomitar.
— Recuerda tus ejercicios de respiración, Vale, además, estaré aquí cerca por si necesitas algo
— Te agradezco mucho, Fabi, prometo poner todo de mi parte para que esto funcione
— Lo sé, y estamos muy orgullosos de tí.
Fabi me deja justo en la entrada de mi salón y la veo alejarse, veo a mis nuevos compañeros y busco un asiento en la parte más alejada del pizarrón, siento las miradas y empiezo a incomodarme, pero la llegada del profesor me hace recordar a qué vine.
— Buenos días, bienvenidos a este diplomado para sobrevivir a las fobias, mi nombre es Alfredo Jiménez, — ¡Mi psiquiatra estará muy cerca de mí! Eso me reconforta — soy psiquiatra y me alegra mucho que estén aquí el día de hoy, veo caras conocidas, joven Bustillos creí que ya no lo vería más por aquí luego de su graduación, señorita Rodríguez es un gusto que continúe con su preparación, señorita de los Ángeles, esa sí es una sorpresa, por favor salúdeme a su hermano — por un momento creí que me exhibiría como su cliente.
Todo marcha bien hasta el momento, la clase es muy buena y el doctor no me ha presionado para participar, agradezco su consideración hacia mí.
— Gracias a todos por su atención, nos veremos aquí dentro de 30 minutos, ya que es hora del almuerzo.
Todos comienzan a salir del salón, mientras que yo me quedo sentada en mi lugar pregúntame lo que haré, pues salir implicaría tener que socializar y no puedo, todavía no.
— Valeria, — me ofusco — perdón, no quise asustarte — me dice el doctor
— Estaba distraída
— ¿Te estás sintiendo bien?
— Un poco nerviosa por tener que salir a almorzar
— No es necesario socializar si no te sientes lista, pero el día será largo y sin comer, dudo mucho que aguantes
— Tiene razón, lo intentaré
— Nos vemos en media hora.
Salgo del aula y miro a mi alrededor, es tan abrumador, siento náuseas, pero me contengo, sigo observando y me tiemblan las piernas, ¡No sé qué hago aquí! ¡Quiero irme!