Capítulo 37.

1061 Words
LA BODA VALERIA Hoy es el gran día, hubiera preferido que mi mente estuviera más clara, pero no puedo presionar los procesos, según las palabras de mis psiquiatras, el doctor Jiménez y, obviamente, mi hermano. También me hubiera encantado que mis padres estuvieran aquí en este día tan importante de mi vida, ¡Me caso con el hombre que amo! ¡Qué emoción! No puedo evitar las lágrimas al recordarlos y saber que no están, añoro tanto mi madre ayudándome a arreglarme mientras me llena de consejos, y la mirada de mi padre al ver que su niña ya creció y que ahora debería entregar con el hombre que será mi esposo y padre de mis hijos en mi el altar, duele, duele mucho… — En este día no se permiten las lágrimas de tristeza — dice Tina al entrar a mi habitación — Sólo de alegría, Vale — añade Fabi — Es hora de que te alistes, mi niña, no queremos llegar tarde — Yo no sé qué haría sin ustedes dos, las adoro — Y nosotras a ti, mija, anda, vamos a maquillarte… Fabi me maquilla, mientras mi mamá me ayuda con el peinado, me han alejado del espejo para que no pueda verme hasta el final, dicen que luego les pongo muchos peros y así no pueden trabajar. — ¡Estás preciosa! — expresa Fabi — Ahora, ponte el vestido — sugiere Tina Ambas me ayudan con los detalles. — Algo azul para la buena suerte — Algo viejo para… — ¿Tiene que ser tantas cosas? ¿Qué es eso de algo azul para la buena suerte? — No hagas preguntas y déjate consentir — responde Tina — ¿En qué me quedé? — Algo viejo — le recuerdo — Ah, sí, algo viejo para no me acuerdo qué, pero sé que tu madre, que en paz descanse, te daría este obsequio para este día, justamente Ella me coloca un collar sencillo con un pequeño diamante como dije y el par de aretes en conjunto. Me apresuró al espejo y me veo allí, aún no me la creo que esa soy yo, vestida de blanco y tan diferente a como normalmente me veo, admiro un momento el collar y los aretes. — Gracias, Tina, así sé que mi madre estará acompañándome en este día — los ojos se me inundan de inmediato — Ah, no, nada de lagrimitas — dice Fabi tratando de echarme aire con un libro — Tienes razón, — respondo — ¿Ustedes creen que le guste a Alan? Digo, me veo tan… — cuestiono insegura — Tan bella, estás preciosa — interviene Eduardo — Alan no podrá arrepentirse, te lo aseguro — ¿De verdad lo crees? — Por supuesto, ¿Y sabes? En algún lugar he visto una foto de mamá vestida de blanco, me parece que son idénticas — Yo quiero ver la foto — ¡Yo sé dónde está! — dice Fabi — voy por ella Fabi regresa rápidamente con la foto donde mis padres están recién casados y me la muestra, la observo detenidamente y me miró al espejo de nuevo, Eduardo tiene razón, me parezco mucho a mamá, ella era tan hermosa y siempre tenía una sonrisa en su rostro, hoy quiero ser como ella. — Tienes razón, soy idéntica a ella, nunca me había percatado de eso — comento — Y Eduardo es idéntico a tu difunto padre — menciona Tina — Es cierto, así ambos me llevarán del brazo — Así es, ¿Nos vamos? — Eduardo me ofrece su brazo y yo lo acepto. ALAN Hoy viene mi familia, creo que habrá problemas, pues mi apoyo hacia Sandy no los tiene muy contentos, y mucho menos el que no les presenté a Valeria, justo hoy la conocerán, espero que todo salga bien. ¡Estoy muy nervioso! — ¿Ya estás listo, Alan? — Sandy toca mi puerta — Ya casi — ella no espera y entra — Ándale, no queremos que la novia llegue primero — Lo sé, es sólo que… — Todo estará bien — interrumpe — ¿Y si no les agrada? — pregunto refiriéndome a Valeria — Vale es una persona maravillosa, bonita, tiene valores y de buena familia, con el simple apellido se quedaron tranquilos, mira que si no, se hubieran presentado desde que le diste la noticia de la boda. — En eso tienes razón — Además, ¿A ti cuándo te ha importado lo que ellos piensen? — Bueno, no es que me importe, — reímos, — pero Valeria Será mi esposa a partir de hoy, no me gustaría que le faltarán el respeto — No lo harán si no lo permites — Cierto, vámonos ahora — ¿Pensé que te estabas arrepintiendo — bromea Manuel — aún nos podemos fugar, si quieres — Nada de eso… EDUARDO En la entrada a la iglesia, tomo del brazo a mi hermanita, esa niña que creció conmigo y a la que tanto he querido proteger, seremos el centro de atención, todos los invitados entran a la iglesia, señal de que Alan ya nos espera, trato de pensar en las palabras que le diré cuando le entregue a mi única hermana, no imagino las palabras que papá le diría, sólo sé que le pediré que la cuide y la haga muy feliz. Comenzamos a recorrer el pasillo, miró cómo ella sonríe y sus ojos tan llenos de ilusión, nuestras amistades, que no son muchas, nos miran, sé que no es por mí, es por ella que brilla como el sol, su belleza y su felicidad la hacen ver como una persona plena y radiante. Llegamos a donde Alan nos espera y el nido en la garganta me impide hablar, toso un poco y miro momentáneamente a Valeria para luego dirigirme a Alan. — Alan, sé que eres un buen hombre y que dedicarás tu vida a hacerla sonreír, sobra pedirte que la cuides siempre como el gran tesoro de la familia, les deseo lo mejor, amigo. La ceremonia comienza y todo es perfecto, Fabi a mi lado derecho, Tina a mi izquierda, Sandy y Renata en la otra fila, ¿Esos son los padres de Alan? Creo que no ven con buenos ojos a mi hermana, suerte que no viven en la ciudad para no tener que lidiar con ellos con frecuencia.
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