Capítulo 40.

1096 Words
MENTIRITA PIADOSA MANUEL Con Alan ausente, debo trabajar más, no me quejo, pues eso me sirve de distracción ya que todavía pienso en Fabi y verla con Eduardo me tiene hecho trizas mi corazoncito, pero no puedo permitirme que me vea mal, pues sé que eso le dolería, con lo noble que es. Y ahora con Esteban dando lata, no sé si debería decirle a Alan, podría querer regresar de inmediato, conociéndolo, no, mejor no le digo, además, a mí no me corresponde, debe hacerlo Sandy. En el antro hay tanta gente a mi alrededor, mujeres que podría conocer para tener una relación, pero ninguna es como mi princesa, me siento solo y la tristeza es profunda, no sé qué haré para volver a tener esa felicidad que tenía, siento que ni siquiera soy yo mismo y eso no está bien, creí haber encontrado una familia, ya hasta me hacía a la idea de que Tina fuera como mi segunda madre, pero ya ves, aquí estoy sin ellas, tendré que acostumbrarme a vivir así y tratar de sonreír aunque no tenga ganas, como dicen por mí allí, un día a la vez… FABI Eduardo ya seguido en la preocupación y yo pensando sólo en mí, qué egoísta he sido, me cae que hasta yo solita me ando jalando las orejas por mensa, ya me voy a dejar de tonterías y me voy a dedicar a hacer feliz a mi novio, como debe ser, pues él lo único que ha hecho es llenarme de alegrías, no lo merezco. TINA Yo creo que Fabi no quiere a mi Eduardo tanto como yo creía, ¿y cómo no iba a olvidarlo? Si Manuelito la trató como a una princesa, a ella y a mí, tan guapo y lindo el muchachito y Mija tan desubicada, ahora debe estar pensando en que se equivocó al haber elegido a Eduardo, ay, no, ¿Pero qué voy a hacer con ésta niña? Le voy a prender una veladora a mis santitos para que me ayuden con mi Fabi. — Por favor, ayuden a mi hija a encontrar la felicidad para que ya no ande toda confundida rompiendo corazones, no vaya a ser que el próximo corazón roto sea el de ella por indecisa. — Nana, ¿Qué haces? — pregunta Eduardo, ¿Será que me escuchó? — Nada, mijo, aquí poniéndole sus veladoras a mis santitos para que me cuiden a la niña Valeria — Te voy a tener que comprar una caja de veladoras para esa tarea tan complicada — Lo dices como si tú hermana viviera metiéndose en problemas, mijo — Para nada, nana, pero ya sabes a qué me refiero — Lo sé, pero ahorita debe andar tan feliz estrenando marido y él la cuida como si ella fuera de cristal fino y delicado — Eso me da un poco de paz, pero sabes que Valeria no había permanecido tanto tiempo fuera de casa desde… — Lo sé, mijo, no tienes ni qué decirlo, pero también sé que ella decidió vivir cuando conoció al joven Alan — Vivir, nana, vivir, tienes razón, ella tiene que vivir — Y tú también, mijo, ¿Por qué no van tú y Fabi al mandado? Así te distraes y dejas de pensar tantas burradas — Claro que sí, nana, hazme una lista de todo lo que necesitas. Fabi y yo salimos de casa, luego de las compras me la llevo a pasear, un helado de sus favoritos le invité y luego sólo caminamos viendo cosas, al pasar por la joyería ella se queda mirando sin decir nada, no es de joyas, así que de seguro está ansiosa porque yo le entregue también un anillo de compromiso, debe hacerle mucha ilusión ese tema, como su única y mejor amiga ya se casó, no quiere quedarse atrás, aunque no me lo dice. Así que me comprometeré y dejaré de pensar en tonterías. SANDY Se me está haciendo tarde para recoger a Renata del colegio y Manuel llegó tan tarde anoche que sería un abuso de mi parte molestarlo para eso, qué vergüenza tener que pedirle un favor a Eduardo, pero no tengo otra opción, saco mi celular y comienzo a marcar con la esperanza de que ellos puedan ayudarme. — Hola — contesta una voz femenina — Hola, ¿Fabi? — pregunto — Sí, ahorita te paso a Eduardo — Quería hablar con él, pero qué bueno que contestas tú, pensé que estabas en la universidad, de haber sabido te marco a ti — Hoy no tuve clases, no vayas a pensar que me la pinté — Ja, ja, ja, no, ¿cómo crees? — Pero dime, ¿Te podemos ayudar en algo? — Sí, gracias por preguntar, por favor les suplico si pueden recoger a mi hija del colegio, se me hizo tarde y no alcanzo a llegar — Claro que sí, además ella estará feliz de ver a Eduardo — Sí, por eso pensé en él para este favor — Deja le digo, no te preocupes… — Se los voy a agradecer por siempre… ¡Qué suertuda es Fabi! Y Eduardo también, son una pareja muy bonita, muy nobles ambos, aunque no me gusta ver a Manuel tan triste por ella. RENATA Estoy en la puerta del colegio esperando a mi mamá, pero ya se tardó, ¿Se le habrá olvidado ven por mí? Mientras espero, una de mis compañeras me dice cosas. — Renata, no nos has dicho nada sobre tu papá, ¿Acaso no tienes? — intenta molestarme — En realidad yo sí tengo papá, pero no hablo de él porque no es tu asunto — No, yo creo que no tienes, ¡No tiene, no tiene! ¡Renata no tiene papá!... — Escucho sus burlas y creo que ya me enojé mucho, pues tengo muchas ganas de empujarla para que se calle, me dirijo a ella sigilosamente, cuando estoy a punto de hacer algo, veo venir al príncipe azul, Eduardo, con él ya cambia todo, aunque mi mamá me dijo que las mentiras son muy malas, no tengo otra opción. — Él es mi papá, como puedes ver es todo un príncipe azul de cuento, se llama Eduardo — alardeo, luego lo escuchó llamarme y corro a sus brazos. — Princesa, perdón por llegar tan tarde. — Se disculpa — No pasa nada, yo te perdono todo como tú a mí, ¿Verdad? — A tí nunca tendré nada que perdonarte. — Le doy un beso en la mejilla y veo cómo mi compañera burlona se va echando chispas de coraje.
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