LA RECONQUISTA
RENATA
Luego de que la burlona se va, suspiro de alivio porque no me descubrió y nadie sospecha.
— ¿Y para mí no hay saludo? — pregunta Fabi
— Claro, Fabi, ¿Cómo estás?
— Muy bien y muy feliz por verte
— Tu mamá nos pidió que viniéramos por tí, la última clase se retrasó y el maestro les pidió quedarse hasta más tarde para no perder la clase. — Explica Eduardo.
— Mi mamá es muy estudiosa, y ustedes son los mejores vecinos del mundo mundial.
— Me gusta ese título y para que nadie nos lo quite, ¿Qué te parece si te invitamos a comer? — Ofrece Eduardo
— Me parece genial que justo comeremos pizza, es un buen inicio de semana
— ¿Así que te gusta la pizza, eh?
— De pepperoni
— No se diga más…
SANDY
Al fin llego a casa, mi nena debe estar muy preocupada por mí, voy por ella. Sólo dejo mis cosas y camino hacia la casa de enfrente, Fabi me recibe y la escena es encantadora, mi niña jugando como nunca con Eduardo, parecen un par de niños los dos, es tan tierno.
— Eduardo adora a los niños — comenta Fabi
— Se le nota
— Creo que hubiera sido un gran maestro o pediatra
— Sí, ¿Por qué no estudió eso?
— Porque como psiquiatra puede ayudar a… a personas que más lo necesitan
— Es un gesto muy noble de su parte, y creo que cuando tenga hijos llenará ese vacío.
— ¿Hijos? Sí, claro, él sería un gran padre.
FABI
Nunca había pensado en que Eduardo quiere tener hijos pronto, me gustaría ser mamá, aunque todavía no termino mi carrera, ser enfermera me quitará mucho tiempo, mi mamá terminará cuidándolos y… ¡Ay, no! Debo pensar en otras cosas, mejor.
ESTEBAN
Vengo a saludar a mi hija, tan siquiera que sepa que pienso en ella cada día, hasta le compré una muñeca, cuando se fueron de casa dejaron todo, sólo una pequeña maleta se llevaron y mi pequeña debe extrañar sus juguetes.
Me estacionó y veo a Sandy y a Renata salir de la casa de enfrente, claramente, alcanzo a escuchar la despedida.
— Muchas gracias por cuidarme, la pizza estuvo deliciosa — dice mi hija
— Fue un placer — responde un hombre
— Vuelve cuando quieras — añade una mujer, se abrazan, deben ser pareja, al menos sé que mi Sandy no ha puesto sus ojos en ese tipo.
— De verdad, mil gracias por todo…
Ellas vienen hacia acá, me bajo del auto y las intercepto.
— ¡Papi! — grita Renata, un poco alegre por verme, aunque no con la alegría que esperaba.
— Mi princesa, ¿Cómo estás?
— Muy bien, papi, ¿Y tú?
— He estado trabajando, hija, pero mira, te traje una muñeca
— Muchas gracias, papá, ¿Cómo sabías que necesitaba otra hija?
— Pues yo sé que te encantan las muñecas y por eso te compré una
— Está muy linda, se va a llamar Sofía, no mejor Wendy, creo que lo pensaré mejor
— Anda, ve a quitarte el uniforme
— Sí, papi, gracias por venir a verme — Ella me abraza y sé que he recuperado su cariño
— Gracias por traerle la muñeca — Agradece Sandy
— No es nada, aunque ya ví que prefieres que la cuiden los vecinos
— El maestro de mi última clase se retrasó y nos pidió quedarnos hasta más tarde, no alcanzaba a llegar y fue lo primero que se me ocurrió
— Parecen buenas personas
— Lo son, Eduardo es el hermano de Valeria, la esposa de Alan
— Oh, sí, supe que Alan se casó, tus padres me invitaron, pero no me pareció prudente
— Gracias por ese gesto, y bueno, Fabi es la mejor amiga de mi cuñada y además, la novia de Eduardo.
— Me hubiera gustado que me llamaras a mí por cuidar de nuestra hija
— Perdón, la verdad no pensé que pudieras, como dijiste que te estabas preparando para un juicio muy importante
— Sí, pero primero es mi hija, no lo olvides
— Bien, entonces, ¿Por qué no pasas mañana por ella al colegio? Así no ando tan apresurada, la traes aquí y hasta te invito a comer, ¿Qué te parece?
— Muy bien, pero me parece mejor que yo las invite a comer a un restaurante, hay uno en la avenida principal
— Me queda de pasada
— Entonces, paso por la niña y allí nos vemos, a ella le hará muy bien convivir con los dos juntos
— Lo sé, gracias, Esteban, gracias por no olvidarte de ella sólo por nuestros problemas como pareja.
— Nunca podría, sé que me equivoqué y estoy luchando por ser una mejor persona, créeme. Me tengo que ir, ¿Crees que pueda despedirme?
— Claro, ¡Renata!...
Todo está saliendo muy bien, ahora debo esperar a que se entere que estoy viendo a un psicólogo y yendo al grupo de apoyo, quiero recuperar a mi familia, aunque hoy acabo de cometer la imprudencia de ocultar una verdad, ni modo, ya mañana le confesaré todo, creo.
EDUARDO
Luego de despedir a la linda visita, subí a mi habitación para tomar mis cosas, pues debo ver a Jiménez, por un segundo me acerco a la ventana para tomar aire y allí está Sandy, otra vez con ese tipo, debo dejar de mirar hacia su casa o terminaré muerto de celos.
Llego al consultorio y ya sé que a Jiménez le encanta hipnotizar gente, así que sólo tomo mi lugar.
— Muy bien, así no perderemos tiempo — menciona él mientras se acomoda también
— Es que ya te conozco y yo como buen paciente
— Te prometo un buen café al terminar la sesión
— No se diga más — acepto
— Bien Eduardo, vamos a comenzar, cierra tus ojos y relájate…
— Los días pasan sin tener noticias aún, ha sido un exhaustivo trabajo buscándola, estoy frustrado por no encontrarla, cansado física y mentalmente, empiezo a temer lo peor, si tan sólo hubiera una pista...