Capítulo 42.

1060 Words
MIEDO EDUARDO — …Ya ha transcurrido una semana desde la desaparición de mi hermana, hoy el oficial llamó para avisarme que habían encontrado a una mujer en la carretera, se cree que se desmayó minutos antes de que la encontraran, voy camino al hospital para el reconocimiento, el médico me informa que se trata de una joven de su edad y características, es muy probable que sí se trate de ella, entro a la habitación y la observo con temor. ¡Valeria! Doctor, sí es ella, ¡sí es mi hermana!, por favor dígame qué le pasó — exijo aterrado al verla tan lastimada — Lamento informarte que tu hermana fue agredida de varias maneras — ¿Pero estará bien? — Físicamente se repondrá, mentalmente no sabemos cómo reaccione al despertar. — ¿Tan grave ha sido? — Desafortunadamente, sí — No se preocupe, doctor, yo cuidaré de ella siempre. El doctor me ha permitido quedarme a su lado, ya avisé a Tina y a Fabi lo sucedido, están rezando para que se despierte pronto, la observo atento esperando cualquier señal, me doy cuenta de que tiene múltiples moretones y marcas de haber sido maniatada, pobrecita de mi hermana, debió haber sufrido mucho, debió suplicar compasión sin haber sido escuchada durante todos esos días, la noche ha sido larga, pero ha valido la pena. A la mañana siguiente, el doctor vuelve para revisarla, me informa que no hay evidencia de su agresor o agresores, me da el informe completo de todo lo que sufrió. El oficial me informa que no hay evidencias de su agresor o agresores, no hay culpables, no hay nada que se pueda hacer por su justicia y la impotencia me invade llenándome de odio, rencor y más miedo, miedo de que su atacante regrese por ella, miedo de que se trate de alguien que conozco y le tenga confianza, miedo de que la situación se repita con ella o con cualquier otra mujer a mi alrededor, en fin, miedo. — Muy bien Eduardo, te traeré de vuelta al presente… El café estuvo delicioso, ahora voy de regreso a casa, pero en el camino, recuerdo que me prometí a mí mismo comprometerme con Fabi a la brevedad, así que tomo dirección rumbo a la joyería para comprar el anillo, la vendedora me ayuda porque estoy muy indeciso, luego de pagar regreso al auto y reconsidero mi decisión, pero creo que es lo mejor para todos. Mi teléfono suena, es Alan, me alegra tener noticias de ellos, aunque creo que su llamada sólo quiere decir una cosa. — ¿Alan? ¿Todo está bien? — Respondo — Eduardo, bueno, tu hermana ha continuado con las pesadillas, cada día está más nerviosa y me preocupa que eso afecte su salud y la del bebé. — Me lo temía, van a tener que volver. — Lo sé, ya le dije que surgió un problema en el antro y ella lo comprendió, así que mañana estaremos por allá. — Por favor, manténme al tanto, aunque sinceramente espero que no sea necesario — No te preocupes, nos vemos mañana. VALERIA Alan dijo que había surgido un problema en el antro y que por eso debemos regresar, pero sé muy bien que es por mí, porque le preocupan mis crisis nerviosas, mis pesadillas que cada vez son peor, no sé qué me está pasando, sólo quiero saber por qué las tengo, en cuanto llegue veré al psiquiatra, tengo que saber lo que me pasó, ¿Será que Eduardo lo sabe y no me lo ha dicho? Espero que no sea así porque él nunca me oculta nada y si lo hace es porque es algo demasiado fuerte, no quiero ni pensarlo. Ya es hora de partir, otra vez tuve otra pesadilla, pero esta vez fue diferente, las otras veces sólo yo hablaba suplicándole que me dejara ir a quien estaba allí, pero ahora el sujeto me hablaba, me decía que volvería por mí para estar siempre juntos, tengo miedo, siento escalofríos por todo el cuerpo y una extraña sensación en mi interior. ALAN Las maletas están listas, Valeria amaneció aún más nerviosa, me preocupa porque ni siquiera habla, sólo mira hacia la nada y mueve la cabeza para responder, realmente está asustada y lo peor del caso es que ni siquiera sabe el porqué, Eduardo tendrá que explicarle cómo fue que la encontraron, me temo lo peor. EDUARDO Alan me envió un mensaje explicándome cómo está mi hermana, así que hice venir a Jiménez, ¡Ya llegaron! — Alan, ¿Cómo están? — debo actuar como si nada frente a ella — Felices, cuñado, ¿Y ustedes cómo han estado? — Extrañándolos, Valeria, te ves radiante — ella sonríe pero no me contesta — Vale, te extrañé tanto, — expresa Fabi — te ayudo a llevar tus cosas a la habitación, ya preparamos todo para que Alan y tú duerman juntitos — Fabi se la lleva, aunque es obvio que sigue sin hablar. — ¿Qué pasó, Alan? — pregunto desesperado — Las pesadillas, no había reaccionando así hasta ahora — Veré qué puedo hacer — dice Jiménez — Por favor Subimos a la habitación y vemos a Valeria asomarse por la ventana, Fabi se acerca a nosotros. — Así ha estado desde que subimos y sigue sin decir palabra — Gracias, Fabi, Alfredo se hará cargo — dice Eduardo El doctor se acerca a Valeria y ella lo ignora por completo perdida en sus pensamientos, me preguntó qué será lo que la tiene tan atrapada en su propia mente. DOCTOR JIMÉNEZ Valeria sigue igual a pesar de que le he estado hablando por unos minutos, tendré que recurrir al plan b. — Eduardo, trae mis cosas hasta aquí, por favor — él y Alan las traen rápido — Tu maletín y ¿Una grabadora? — Así es, Eduardo, quizá no les gustará lo que haré, pero no tengo otra opción — Sólo déjanos permanecer aquí — Por supuesto, ¿Hay manera de alejarla del balcón? No queremos accidentes — Yo me encargo — responde Alan Alan se acerca a ella y le pide amablemente que lo acompañe a la cama, ella lo mira, él toma su mano y la lleva lentamente, la hace sentar y le da un libro, luego él regresa a la ventana para cerrar las cortinas y estar alerta...
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