Capítulo 22.

1156 Words
MÁS MENTIRAS ALAN Valeria ha estado rodeada de hombres, toda la noche ha provocado mis celos, ni siquiera entiendo porqué me terminó de esa manera y ahora… ¿Qué está haciendo? ¿Quién es ese tipo y porqué le permite acercarse? Me acerco a ellos para apartar al tipo y ella se molesta, es increíble. — ¡Apártate! ¿Quieres? — le exijo al tipo — ¿Y si no quiero qué? — contesta el sinvergüenza — Entonces, será por las malas — ¡Basta! Alan, por favor, vete — exige ella — No iré hasta hablar contigo a solas — No tengo nada de qué hablar contigo — Necesito una explicación — insisto — Yo sé de alguien que necesita muchas más explicaciones de las que puedo imaginar, — no entiendo a qué se refiere, pero veo llegar a Brianda inesperadamente — a tu esposa, por ejemplo — ¿Mi qué? No, yo no… — Hola, cariño, ¿Me extrañaste? — dice la cínica de Brianda — ¿Tú crees que esta mujer es mi esposa? ¿De verdad lo crees? Valeria me evade y decide irse, Brianda me acecha, me acosa a donde quiera que vaya, por eso no quería que nadie supiera mi identidad. Como mi acosadora no se aparta de mí en ningún momento, decido enfrentarla. — Explícame porqué Valeria piensa que tú eres mi esposa — exijo — Sólo le jugué una bromita, qué poco aguanta la mustia esa — No te permito que le faltes el respeto a mi novia y te exijo que le digas la verdad — ¿Estás loco? Al fin logré apartarla de tí y no pienso dar marcha atrás — ella intenta abrazarme y yo la rechazo de inmediato — Tú estás loca, yo jamás tendría algo contigo, ¿Lo entiendes? ¡Jamás! Me alejo de ella, voy a camino a casa de Valeria, necesito que sepa la verdad. FABI Valeria salió furiosa del lugar, Manuel y yo tuvimos que correr tras ella o nos hubiera dejado, ahora Manuel le está escribiendo un mensaje a Alan para informarle lo ocurrido. — ¡Valeria, alto! Creo que ya no debería conducir así, estás muy alterada — ¡Estoy bien, Fabiola! Y no me estés diciendo qué hacer porque me descontrolas — ¡Valeria! ¡No estoy jugando! ¡¿Acaso quieres matarnos?! Valeria comienza a llorar mientras detiene el auto y me da las llaves, se acomoda en el asiento de atrás y Manuel toma el volante. Llegamos a casa y poco después Alan nos alcanza. — Necesito hablar con Valeria — dice Alan — Y ya hablaran, pero primero debes saber todo lo que ocurrió… — interviene Manuel. Le cuento a Alan todo lo que ocurrió durante este día y al fin logra comprender la actitud de Valeria, mi mamá sale para decirnos que Valeria se ha tomado sus pastillas para dormir. — Muchacho, si quieres hablar con ella, deberás esperar a mañana, mi niña Valeria llegó tan alterada que se vió en la necesidad de tomarse dus pastillas para dormir y mi Fabi ya sabe que esas cosas tumban hasta un elefante. — Gracias Tina, y lamento mucho lo ocurrido, te juro que nunca le he mentido a Valeria ni a nadie, esa mujer está loca, ya ni sé qué hacer para alejarla — ¡Una denuncia por acoso! ¡Eso es lo que tenemos que hacer, hermano! — menciona Manuel — Y digo “tenemos” porque a mí también me molesta mucho. — Mañana mismo llamaré al abogado, algo de podrá hacer — responde Alan. Manuel y Alan se han ido, mi madre y yo entramos a casa y nos disponemos a descansar también cuando mis pensamientos me invaden. — Te quedaste muy pensativa, mija — Sí, ma, es que hubieras visto cómo se puso Valeria cuando le dije que debería detenerse, casi nos mata, mamá, estaba tan… no sé, furiosa, pero diferente, como si fuera otra persona, su reacción me desconcertó tanto y luego se soltó llorando — Recuerda que ha sido un día demasiado difícil para ella, mija, y luego que nos ocultó su dolor y cuando ya no pudo más, todas esas emociones desbordaron como olla express, no es raro. — Tienes razón, ma, pobrecita de la Vale, pero qué canija la loca esa que acosa a nuestros novios, ¡mira que venir a inventar toda esa sarta de mentirotas para separarla de Alan! — Esa sí está loca pa’que veas, mija y hay que cuidarse mucho de las que son así — Sí, ma, qué miedo, no quiero ni pensar en qué otra cosa es capaz de hacer — No, mejor ya no pensemos en eso, vamos a rezar para quedarnos más tranquilas y dormir con los angelitos. — Sí, ma… A la mañana siguiente, Alan y Manuel llegan desde temprano para hablar con Valeria, ella trata de evadirlo, pero mi mamá y yo nos aseguramos de que ella y Alan se queden juntitos y a solas en la cocina. VALERIA Alan y yo nos hemos quedado encerrados en la cocina, curiosamente la puerta que va al patio quedó atorada y aún más extraño, y lo digo con sarcasmo, la puerta que va a otra área de la casa también está atascada, sé que ésto es obra de Fabi, Tina y Manuel. Intento abrir una de las puertas por la fuerza, pero no tengo éxito y Alan está tras de mí queriendo explicarme no sé qué, no quiero escucharlo, pero presiento que no nos dejarán salir de aquí hasta que lo haga. — Valeria, por favor, no te vayas, sólo escúchame y te prometo que si después de ello deseas no volver a verme, me iré sin insistir más, sólo eso te pido. — Te escucho — respondo tomando un lugar en la mesa ubicada entre él y yo. — Brianda no es mi esposa, nunca he estado casado ni con ella ni con nadie, ella te mintió porque está loca, me ha acosado durante años y ya no sé qué hacer para… — Yo no puedo estar segura de lo que dices, Alan, no sé si debo creerte o no, ella fue muy convincente y yo… Yo no sé a quién creerle — Manuel puede… — Manuel es tu mejor amigo, no sería justo — Enfrentemos a esa mujer, entonces, estoy seguro que vendrá pronto — Bien — acepto dudosa. ALAN Esperamos a que Brianda llegue a buscarme, obviamente lo hizo y entre los dos la interceptamos. — Alan, ¿ya me esperabas? — cuestiona ella sonriente — Brianda, ¿Quieres explicarle a Valeria que todo lo que le dijiste es mentira? — Alan, me partes el corazón, ¿Cómo me pides eso? — ¡Deja de mentir, Brianda! — No puedo hacer lo que me pides y menos ahora que… — continúa ella en su papel de víctima — ¿Ahora que…? — Cuestiona Valeria ansiosa.
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