RECUERDOS
VALERIA
— Pues qué pajarito tan chismoso
— ¿Entonces no me vas a contar?
— Es que no hay nada que contar
— Ajá — vuelve a reír
— Te sigo escuchando
— Bueno, no te hablaba para eso, tengo unos libros aquí que te voy a mandar
— Muchas gracias, de verdad, ya sabes cuánto amo los libros
— Lo sé, mi ratoncita de biblioteca, por eso es que mañana mismo los enviaré
— Te extraño mucho
— Y yo a tí, pero sabemos que ésto lo hago por tu bien
— Lo sé, lamento mucho que te tuvieras que ir por mis en lugar de…
— No pienses así, aquí me he hecho de buenas amistades y aunque no me lo creas sí me han llovido pretendientes, sólo que no es mi momento.
— A tu edad ya deberías tener una novia para casarte
— ¿A mi edad? ¿Pues qué edad crees que tengo, niñita?
— No me mal entiendas, es sólo que no quiero que estés solito
— Es que se escuchó como si me estuvieras llamando anciano solterón — río
— Lo siento, ancianito
— Ya tengo que colgar, te llamo luego
— Sí, ya había escuchado eso antes, pero no me has contado lo que me ibas a contar, dijiste que era importante
— De verdad, luego te cuento, te quiero.
Eduardo cuelga el teléfono y me deja con más intriga que la que ya tenía, se pasa, pero en fin, ya llamará otro día.
Toda la tarde y hasta poco antes de dormir, ya en pijama y en mi habitación, Tina y Fabi me hacen bulla por el beso con Alan, no me dejarán en paz hasta que les cuente los detalles, no quiero hacerlo, pero si no lo hago seguirán molestando.
— ¿Y qué tal estuvo el beso con el Alan? — cuestiona Fabi
— Ay, ya dinos, mija, no tiene nada de malo, él parece ser un excelente muchacho y es guapísimo, si yo tuviera tu edad... — expresa Tina
— Pues me besó y ya, ¿qué más quieren saber?
— ¿Te gustó? — pregunta Tina
— No, no le gustó, le encantó, mamá — dice Fabi
— No digas eso, Fabi
— No te hagas, si bien que te gusta Alan, te he visto cómo lo miras
— Bueno, pero no lo digas así que suena muy escandaloso
— ¡Lo sabía, lo sabía!
— Pero no le digas ni siquiera a Manuel porque de seguro le cuenta
— Ay, mija, ni falta que hace, ya todos nos dimos cuenta — menciona Tina
— Buenos, pues ya les dije, ahora déjenme dormir
— Ay, sí, ya te dejamos para que sueñes con Alancitos — comenta Fabi antes de salir de mi habitación
— ¡Fabi! — replico
A solas, apago la luz y me dispongo a dormir, pero en mi mente sólo habita una cosa, Alan, el recuerdo del beso me hace sentir como cuando conocí a Esteban, mi ex novio, pero no quiero pensar en él, sólo en Alan, pues creo que hay un mundo de diferencia entre ambos y así, pensando sólo en Alan me quedo dormida, lo sé porque de pronto ya no supe de mí, hasta que... sí, una pesadilla me enloquece.
Me encuentro en... creo reconocer el lugar, ¿la preparatoria?, ya estuve aquí, Fabi a mi lado con ocho años menos, porto mi mochila y mi uniforme, creo que retrocedí en el tiempo, y un apuesto joven se acerca a mí.
— Hola, soy Esteban, mucho gusto — me extiende la mano y correspondo al saludo
— Soy Valeria, mucho gusto
— Eres muy linda, Valeria, para sincero, eres más que linda, la chava más hermosa de todo el mundo.
Ya caigo en cuenta de que es el recuerdo de cuando conocí a Esteban, de pronto, la escena cambia, él me toma de la mano y me besa, luego aparecen mis padres diciéndome que él no me conviene, Eduardo lo golpea, Esteban se va llevando una maleta y veo el auto de mis padres en llamas, con ellos adentro, comienzo a gritar que hay fuego y debemos sacarlos de allí, pero nadie me escucha, estoy desesperada, pues ya sé cómo terminará ésto...
— ¡No, no, no! — grito, dándome cuenta de que la pesadilla ha terminado, mi mente me está diciendo que así terminó mi relax con Esteban, supongo que quiere advertirme sobre Alan, pero él es muy diferente, a pesar de que sigo sin recordar lo que sucedió la primera noche, sé que él me respeta, no como Esteban...
— ¿Qué pasó? ¿Estás bien? — llega Fabi
— Sí, sólo tuve una pesadilla
— ¿Quieres que me quede contigo a dormir?
— Ya sé que soy una molestia, perdón
— No, no eres una molestia, además me encanta dormir contigo, es como una pijamada
— Gracias Fabi
— ¿Quieres contarme?
— Pero necesitas dormir
— No importa, además ni creas que estaba dormida, me estaba mensajeando con Manuel
— Soñé que...
La noche se pasa sin darnos cuenta a qué hora nos quedamos dormidas, recordar mi noviazgo con Esteban me hizo darme cuenta de lo que no quiero en una relación, Fabi me sugirió escribirlas, para no dejar que se repitan con nadie, así sabré lo que sí quiero y podría expresárselo a mi próximo novio, espero que sí sea Alan, aunque me da pena con él, sigo pensando que cree que soy una... mujer de cascos ligeros por lo que pasó y no sé cómo reparar esa mala imagen de mí.
La mañana ha transcurrido tranquila, aunque sigo trabajando en mi pesadilla, más bien en mis recuerdos, espero que Eduardo me llame para que me de su punto de vista, aunque no quisiera preocuparlo. El teléfono suena y Tina contesta.
— Sí, Eduardo vive en esta casa — la escucho decir — ¿Le pasó algo a mi niño Eduardo? — Tina escucha el mensaje sin decirnos nada, Fabi y yo solos nos miramos esperando hasta que ya no puedo más con la angustia.
— ¿Eduardo? ¿Qué le pasó a mi hermano?